Kim Bliss es coordinador del IB y profesor de Historia y Teoría del Conocimiento (TdC) del Programa del Diploma en el Hillsboro High School de Hillsboro, Oregón. Kim reflexiona sobre su etapa como jefe de equipo de acción global en la Conferencia mundial de alumnos del IB de 2015 celebrada en Nueva York.
Al comienzo de cada curso académico, reviso la declaración de principios del IB. Es agradable recordar la organización internacional a la que pertenecemos y el objetivo social más importante de la labor que hemos elegido como educadores del IB. Aunque la misión del IB resuena alegremente en nuestros colegios y currículos, en nuestras ajetreadas vidas como docentes no solemos tener tiempo para reflexionar realmente sobre su significado o para contemplar las numerosas formas en que se manifiesta en cada una de nuestras disciplinas.
Al regresar de mi experiencia como jefe de un equipo de acción global formado por 20 extraordinarios alumnos del IB de todo el mundo, la misión del IB está presente en mis pensamientos más de lo habitual. Al fin y al cabo, una cosa es afirmar que tu organización apoya y defiende el entendimiento mutuo y el respeto intercultural, y otra muy diferente es intentar inculcar esos valores en adolescentes que suelen ver el mundo desde una perspectiva un tanto miope, en lo que a reflexión se refiere. Según veo, los alumnos del IB de mis clases suelen respetar la idea de que debemos cuidar de las personas que viven en el otro extremo del mundo tanto como de las que viven en nuestra comunidad, aunque realmente no la entiendan. Conseguir que sientan una conexión global en el plano emocional es una tarea verdaderamente difícil.
Por supuesto, yo también fui una vez como ellos: un joven inquieto que se crio en Portland, Oregón, y que pensaba que lo sabía todo sobre el mundo. Como en aquella época no había conferencias mundiales de alumnos del IB, tuve que viajar mucho para conseguir que mi perspectiva global evolucionara. A medida que viajas, el absurdo de la geopolítica se desvanece y terminas topándote a diario con los valores fundamentales del principio de la solidaridad. El secreto para promover el entendimiento mutuo y el respecto intercultural se encuentra en los rostros y las voces de las personas que conoces a lo largo del camino. Se manifiesta en los momentos en que las miras a los ojos y hablas de forma armoniosa, pacífica y sincera sobre los aspectos humanos que afectan nuestra vida exactamente de la misma forma. He tenido la suerte de disfrutar de varias experiencias de este tipo en Arabia Saudita, Sudáfrica y China, y he conseguido apreciar el impacto que han tenido en mi vida y mi visión del mundo como educador. Estos inusuales y bellos momentos tienen un enorme poder transformador capaz de cambiar la vida y la forma de ver el mundo de un individuo. Han sido tantos los alumnos del IB que he visto compartir sus perspectivas durante la semana que he pasado en la conferencia, que tenía que contarlo.
“Antes de venir [a la Conferencia mundial de alumnos del IB], pensaba que no tendría nada en común con los alumnos procedentes de otros lugares del mundo. Me cuesta creer lo equivocado que estaba. Esta conferencia me ha ayudado a cambiar mi forma de pensar y preocuparme por el mundo”. Jonathan, alumno participante en la Conferencia mundial de alumnos del IB de Rochester, Nueva York
Durante la Conferencia mundial de alumnos del IB, pude ver a alumnos de todo el mundo compartiendo experiencias y hablando el idioma común del IB. Los oí quejarse de la Monografía (¡cómo no!) para luego pasar a discusiones reales y emotivas sobre los problemas sociales de sus países de origen. Los vi trabajando magníficamente en equipo para diseñar un plan de acción global con el que poder influir positivamente en la sociedad de sus comunidades y crear un mundo mejor. Los vi forjar amistades significativas y duraderas. Y vi algo que jamás en mi vida como educador profesional había visto: cómo alumnos de todo el mundo asimilaban el principio de la solidaridad, el entendimiento intercultural y el respeto a un nivel personal muy profundo y tremendamente emotivo. Fue una experiencia tan conmovedora para mi grupo, que en nuestro círculo de reflexión final al terminar la semana, muchos lloraron al hablar de las lecciones y las amistades internacionales para toda la vida que se iban a llevar de la conferencia.
También pensé que ninguna otra organización internacional está tan preparada para realizar la labor de promover el entendimiento mutuo o el respeto intercultural de manera tan eficaz y significativa como el IB. Es imprescindible que continuemos ampliando y desarrollando estos eventos, pues ninguna otra organización tendría la capacidad de convocar a un grupo de jóvenes tan abierto de mente y geográficamente diverso, y con tantas cosas en común. Las conferencias mundiales de alumnos del IB son la manifestación física de la misión del IB, donde se demuestra el increíble poder que tiene el IB para cambiar el mundo. Siempre he estado orgulloso de mi función como educador del IB y de formar parte de la organización, pero nunca lo he estado tanto como en los momentos que pasé en la Universidad de Rochester este verano. Fue un recordatorio tan maravilloso como necesario del potencial, el poder y la excelencia sin límites de nuestros jóvenes.