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Cómo el PEP cambió mi vida como educadora y madre

Sandeepa (left) and her daughter Anoushka

Sandeepa (izquierda) y su hija Anoushka

Abra paso a un camino en el que los niños disfruten, alimenten su curiosidad y aprendan. Permítales que decidan, sin que los mayores fuercen la trayectoria.

Anoushka, mi primera hija, era una pequeña creativa. La dejábamos garabatear las paredes de casa, donde disfrutaba dibujando todo lo que imaginaba. Me incorporé a la familia del IB en 2006 como educadora del Programa de la Escuela Primaria (PEP). Anoushka asistía a un colegio en el reprimían su curiosidad y no tenía la oportunidad de desarrollar su creatividad. Decidí matricularla en el PEP y observé como día tras día iba ganando confianza en sí misma y tenía la oportunidad de desarrollar las diferentes habilidades que con tanto orgullo promueve el programa.

Las dos hemos crecido: ella como alumna del PEP y yo como educadora.

La mentalidad abierta, la integridad y la independencia son algunas de las cualidades que se iban incorporando poco a poco a su personalidad. Tuvo la oportunidad de conocer diversas culturas y tradiciones, y era capaz de adaptarse fácilmente a todos los lugares donde la llevaba. Empecé a dejar que tomara sus propias decisiones. Su forma de razonar y su actitud audaz me desconcertaban a veces. ¿Fueron los seis años del PEP lo que la hicieron crecer de ese modo? Creo que sí.

Actualmente, como coordinadora del PEP, hablo de mi hija como testimonio del programa que cambió radicalmente nuestras vidas. Estoy convencida de que si queremos ver algún cambio en el mundo, este es el punto de partida.


Sandeepa Chavan es coordinadora del PEP en el Al-Rayan International School de Ghana (África).