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Charles Fadel: elecciones difíciles para una educación en cuatro dimensiones

El pasado 19 de enero, tuvimos el placer de recibir a Charles Fadel en el centro global del IB en La Haya (Países Bajos). Charles es un reconocido líder en el campo de la educación global, aparte de escritor, inventor, y presidente y fundador del Centro de Rediseño Curricular. Visitó las oficinas del IB tras la presentación de su nuevo libro, Four-Dimensional Education, en la sede de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos de París.

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Charles habló de cómo preparar a los alumnos para la vida volátil, incierta, compleja y ambigua del siglo XXI. Los sistemas educativos de todo el mundo deben replantearse los aspectos más importantes para los alumnos en un mundo con estas características. Pero para hacerlo, es preciso realizar elecciones difíciles, como qué componentes del currículo actual se deberían eliminar.

Con la aceleración de los avances tecnológicos y el empleo de computadoras para realizar tareas que solían hacerse de manera manual, muchos trabajos y habilidades tradicionales son ahora redundantes. Por ejemplo, el 42 % de la Wikipedia se edita automáticamente (mediante robots de Internet), sin intervención humana, y este asombroso porcentaje va en aumento. La introducción de vehículos autónomos reducirá el número de conductores (y, con suerte, también el número de accidentes). La programación de reuniones automática dará lugar a una menor oferta de puestos administrativos. La traducción simultánea reducirá las barreras lingüísticas, pero también el número de traductores, y así en muchos otros ámbitos.

Sin embargo, la desaparición de algunos trabajos tradicionales coexiste con la necesidad de nuevas habilidades y la creación de trabajos nuevos. Por ejemplo, podemos citar la secuenciación y la modificación genética, la proteómica, la biología sintética, la clonación, la ciberpsicología, así como el diseño y la supervisión de la realidad aumentada y su “amplificación amoral”.

Están surgiendo nuevos campos de experiencia que influirán profundamente en la educación y el mercado laboral. Con las nuevas tecnologías, podemos introducirnos en una vida virtual y adoptar las características que queramos, y complementar nuestra realidad con información que nos aporta una imagen más completa de lo que hacemos: ver al instante cómo los alumnos reaccionan a nuestros métodos de enseñanza o saber el contenido de nuestro almuerzo a nivel molecular.

De forma paralela, las computadoras han evolucionado en máquinas más inteligentes y precisas, por lo que, en algunas áreas, resultan más eficaces que los humanos. Si nos podemos hacer entender en otra lengua en tiempo real a través de un dispositivo electrónico, ¿para qué dedicar meses y meses a aprenderla? Si nos mueve el objetivo meramente práctico de hacernos entender, no es la mejor manera de invertir el tiempo.

Sin embargo, las lenguas (como otras muchas disciplinas) no solo se enseñan por motivos prácticos. También hay razones cognitivas. Al aprender una lengua se amplía nuestra mente y podemos sumergirnos en otra cultura por medio de interacciones significativas con otras personas. La precisión de la información que nos ofrece la robótica, la inteligencia artificial y la realidad virtual no implica que no necesitemos también una interacción significativa entre seres humanos. Asistir a un concierto de hologramas no resulta tan atractivo como ver la actuación real de un batería humano. Se siguen necesitando músicos, diseñadores, coreógrafos, traductores y profesores. Sin embargo, sus diseños, actuaciones y enseñanzas deben ser pertinentes para el mundo en el que viven.

A la hora de diseñar una educación del siglo XXI que prepare a los alumnos para tener éxito en un mundo tan cambiante, tenemos que abordar la necesidad de formarlos en el presente para trabajos que aún ni siquiera existan. Tanto los alumnos como los docentes pueden utilizar las nuevas tecnologías para optimizar la educación y adaptarla a este mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo. En lugar de ver la tecnología y la educación como una carrera en la que los avances educativos no pueden seguir el ritmo de los tecnológicos, el IB y otros organismos educativos deben dar ejemplo de cómo pueden integrarse ambas realidades.

Este argumento es especialmente válido debido a la enorme desigualdad con la que penetran los avances tecnológicos en los distintos contextos del mundo, ya se trate de países, grupos socioeconómicos, comunidades o incluso familias. Tal y como concluyó Charles Fadel en su interesante sesión, citando al autor de ciencia ficción William Ford Gibson: “El futuro ya está aquí. Solo que no está bien distribuido”.

Uno de los objetivos más importantes de la educación es garantizar que sus aspectos atemporales sigan siendo eficaces y pertinentes a medida que las innovaciones tecnológicas hacen que nuestra vida sea cada vez menos previsible. Según Charles Fadel, es la única manera de hacer realidad la educación en cuatro dimensiones.