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El rechazo, la reflexión y el perfil de la comunidad de aprendizaje del IB

Hemos invitado a un grupo de graduados del Programa del Diploma a que reflexionen sobre cómo ha sido su vida después de su etapa en el IB y den su opinión sobre temas de su elección. Kimberly Rightor es una de las autoras colaboradoras del grupo de exalumnos de este año.

Contribución de Kimberly Rightor

Kimberly Rightor se graduó en el H. H. Dow High School y actualmente es alumna de último año de la Universidad Rice.

Kimberly Rightor se graduó en el H. H. Dow High School y actualmente es alumna de último año de la Universidad Rice.

Rechazo. Es una palabra desgarradora que evoca numerosas emociones: desde el agotamiento hasta la tristeza, pasando por el estrés. El semestre pasado me fue denegada una beca en la que había invertido muchísimas horas. Las nueve páginas de la solicitud eran como un reflejo de mi corazón y mi alma, por lo que me sentía tan vulnerable que me quedé destrozada cuando recibí la notificación de que me la habían rechazado. Al asimilar el rechazo como un fracaso, las siguientes semanas fueron difíciles. Como alumna de último año de una prestigiosa universidad y graduada del Programa del Diploma (PD) del IB, estaba acostumbrada a “tenerlo todo resuelto”.

Después de replantearme mi definición del “éxito” este semestre, he aceptado que el “coraje” es un componente fundamental en el camino de la realización personal. Los graduados del PD estamos acostumbrados a enfrentarnos a una carga académica muy exigente y a progresar gracias a ella. Pero el PD se diseñó para ir mucho más allá del rigor académico y el “éxito” profesional. En medio de una vorágine de pruebas y exámenes de cociente intelectual, el PD se creó con el objetivo de “formar jóvenes solidarios, informados y ávidos de conocimiento, capaces de contribuir a crear un mundo mejor y más pacífico, en el marco del entendimiento mutuo y el respeto intercultural”, y alentar a los alumnos de todo el mundo “a adoptar una actitud activa de aprendizaje durante toda su vida” y “a ser compasivos”.

El prestigio del programa y la ambición de sus alumnos los estimulan a solicitar oportunidades muy cotizadas. El IB alienta a todos los miembros de su comunidad de aprendizaje a reflexionar y ser audaces. La audacia nos anima a aceptar que con cada solicitud nos exponemos al riesgo de que nos rechacen, pero que merece la pena intentarlo. Puede ser un ejemplo sencillo, pero ¿quién ha aprendido a montar en bicicleta sin intentarlo? Al pedir constantemente comentarios y opiniones (aunque no nos los ofrezcan), aprendemos a mejorar. La reflexión nos brinda un espacio para el crecimiento personal y el rechazo puede darnos un buen motivo para reflexionar. Aunque es probable que un alumno que obtenga una “F” tienda más a solicitar comentarios y opiniones que un alumno que obtenga una “A”, ambos pueden beneficiarse de la información que les proporcionen otros alumnos y sus profesores. En última instancia, uno de los objetivos del PD es forjar el carácter y, en ese sentido, un rechazo puede ser más valioso que una admisión a la hora de desarrollar cualidades como el coraje.

Lo ideal es que los rechazos nos sirvan de inspiración para perseverar y mejorar en el proceso. El rechazo nos brinda un espacio para el crecimiento personal, pero sus ventajas van más allá del individuo. La solidaridad es otro atributo del perfil de la comunidad de aprendizaje del IB que guarda relación con el concepto del rechazo, dado que este último puede generar empatía. Nos guste o no, todos sufrimos algún rechazo en algún momento de nuestra vida, de una manera u otra. El PD destaca en su labor de formar alumnos y mentores empáticos, lo cual también es un componente fundamental del aprendizaje en lo que respecta a la gestión del rechazo. Cuando hablé con mi coordinadora del IB durante las pasadas vacaciones de invierno, me contó todo lo que le pasó después de graduarse: los altibajos, la confusión y la duda constante de si lo que estaba haciendo era lo más adecuado.

Ahora me doy cuenta de que tener dudas no significa estar perdida y que el rechazo no debe asumirse como un fracaso. En lugar de definir el éxito como la respuesta positiva o negativa de un comité, ahora intento describirlo mediante una serie de cuestiones fundamentales: ¿he trabajado para desarrollar una nueva cualidad de mi carácter?, ¿qué puedo aprender de este resultado?, ¿qué he aprendido sobre mí misma en el proceso? Al reaccionar ante un rechazo de esta manera, espero representar mejor los atributos del perfil de la comunidad de aprendizaje del IB y recibir activamente la oportunidad de crecimiento que brinda el rechazo.


Kimberly Rightor siente fascinación por la manera en que las historias pueden influir en la salud mundial y la política pública. Cuenta con varias experiencias en el campo de la diplomacia tocante a la salud mundial, que incluyen el estudio de la salud mundial en Ginebra (Suiza) y la investigación de la prevención de enfermedades crónicas en Jordania. También ha impartido un curso sobre las políticas de la literatura infantil a sus compañeros de la Universidad Rice. Kimberly Rightor se graduó en el H. H. Dow High School.