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Mi verdadera educación como alumna en Noruega

Hemos invitado a un grupo de graduados del Programa del Diploma a que reflexionen sobre cómo han sido sus vidas después de la etapa en el IB y den sus opiniones sobre los temas que prefieran. Sunniva Midtskogen es una de las autoras colaboradoras del grupo de exalumnos de este año. Obtuvo el diploma del IB en el Sandefjord Videregående Skole.

Sunniva Midtskogen estudió en el extranjero, en la Universidad de Maine. La imagen de arriba es de la biblioteca del campus. Fotografía cortesía de Sunniva Midtskogen.

Sunniva Midtskogen estudió en el extranjero, en la Universidad de Maine. La imagen de arriba es de la biblioteca del campus. Fotografía cortesía de Sunniva Midtskogen.

Contribución de Sunniva Midtskogen

Además de servirme como preparación, el Programa del Diploma del IB supuso el descubrimiento y el comienzo de mi vida en el extranjero. Mi clase del IB era la única del colegio, un centro público corriente de Noruega, situado a tan solo una hora de mi ciudad natal, y con un alumnado mayoritariamente noruego. Nuestros profesores tenían un acento noruego muy marcado y a mi profesor de Biología le costaba tanto pronunciar algunos términos en inglés, que yo no entendía lo que decía si no seguía el libro de texto durante la clase.

Todavía recuerdo cuando mi profesora de Noruego de secundaria me habló del Programa del Diploma del IB. Me dijo que se impartía íntegramente en inglés y que sería perfecto para mí. Por entonces, tenía pensado estudiar Medios de Comunicación, pero ese mismo día cambié de opinión definitivamente. Pensé que el IB podría introducirme en el mundo internacional, lo que me daría cierta ventaja sobre los alumnos de otros programas. Pero creo que no fue así. Desde el punto de vista académico, me brindó una mejor preparación para mis futuros estudios y mi nivel de inglés mejoró considerablemente. Sin embargo, no supuso el primer paso al mundo exterior, tal y como había pensado. Aun así, me fui de Noruega. Cuando me gradué, llevaba seis años sopesando la idea de irme a Inglaterra. Cuatro de mis compañeros de clase se fueron a EE. UU., Francia y Australia, lo cual suponía menos del 20 % de mi promoción. No todo el mundo tenía el deseo de irse al extranjero, pero los que sí querían al final no lo hicieron. Para ellos, Noruega era un lugar más seguro, cercano y cómodo, pese a haber estudiado el Programa del Diploma del IB.

Yo fui a por todas. Me fui al extranjero y luego volví a hacerlo. El año pasado estuve viviendo en Maine (EE. UU.) y tenía que explicar que era una alumna de Inglés, procedente de Noruega, que estaba estudiando en Estados Unidos. Desde que comencé la universidad, nunca había pasado un año entero en el mismo país. Entendí que el IB, tal y como imaginé, me había ayudado a sentirme segura a la hora de trasladarme a un país extranjero donde tendría que hablar otra lengua. Nunca me había dado tanta vergüenza hablar en clase y me aterrorizaban esos días en los que tenía que leer en voz alta mi tarea de escritura creativa delante de mis compañeros. El corazón me latía tan fuerte que me impedía oír mis palabras y el hecho de ser la única alumna no nativa de inglés del seminario no ayudaba en absoluto. De lo que me di cuenta es de que, después de haber estudiado el Programa del Diploma durante dos años, la universidad me parecía fácil. Estaba acostumbrada a leer en inglés, a la gran cantidad exigida de lectura, a redactar ensayos y, lo más importante, sabía cómo afrontar los exámenes. Me sorprendió enterarme de que al final del año solo tenía dos exámenes. Mis compañeros se pasaron el último semestre entero estudiando, pero yo me sentía preparada tras solo unas semanas analizando las películas y las novelas. Por tanto, decidí dedicar el resto del tiempo a estudiar español.

Dado que no tuve la necesidad de adaptarme al nivel universitario, pude centrarme en los cambios culturales. De repente, me había visto rodeada de personas de todo el mundo. Durante los primeros meses, apenas pasé tiempo con otros alumnos noruegos fuera de los seminarios y las clases. Tuve que acostumbrarme a comprar nuevos alimentos en las tiendas, aprender las reglas de deportes que no practicamos en Noruega y buscar libros en la biblioteca. Y también a lo que más miedo me daba: hablar por teléfono en inglés. Al no sentir la presión de los estudios, tuve tiempo para reflexionar sobre todo esto. Me di cuenta de que el hecho de abandonar la seguridad y comodidad de mi país de origen me había dado la oportunidad de experimentar un tipo de educación completamente diferente, y para eso había venido. Mis nuevas experiencias supusieron desafíos a los que jamás me había enfrentado, y al ver cómo reaccionaba o manejaba esas situaciones, logré conocerme mejor como persona, y no solo como alumna.


Sunniva Midtskogen escribe sobre su experiencia en el extranjero y sobre el concepto de “hogar”. Actualmente está estudiando un grado de Literatura Inglesa y Escritura Creativa en la Universidad de Lancaster (Reino Unido). Se graduó en el PD del Bachillerato Internacional en el Sandefjord Videregående Skole en 2013. Le gusta leer y viajar para desconectar de la rutina diaria.