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¿Qué valor tiene para usted el bienestar mental de sus alumnos?

Si bien es cierto que la enseñanza de la “determinación” favorece el desarrollo de la resiliencia, fomentar la perseverancia de los niños en momentos difíciles también puede ser perjudicial para la salud mental. En la segunda entrega de una serie de artículos que ahondan en el tema de la salud mental, la revista IB World habla con un colegio que ha logrado un equilibrio adecuado al respecto, aunque otros colegios no estén dispuestos a seguir los mismos pasos.

En los colegios se está popularizando la idea de que el desarrollo de las habilidades no cognitivas es tan importante como el éxito académico. Sin embargo, muchos de ellos se están centrando en la enseñanza de la “determinación” y el desarrollo de la resiliencia.

La profesora, investigadora y escritora Angela Duckworth ha demostrado que la determinación —un concepto que ella define como la “tendencia a mantener el interés y el esfuerzo en pos de unos objetivos a muy largo plazo”— es un buen indicador del éxito en todos los ámbitos y prepara a los niños para hacer frente a los momentos difíciles de la vida que en ocasiones se les pueden presentar.

Pero la determinación también puede perjudicar la salud. Los alumnos que demuestran niveles elevados de determinación pueden estar inhibiendo sus emociones con el propósito de superar sus desafíos personales. Según un informe del Departamento de Educación de EE. UU., “la perseverancia frente a desafíos o contratiempos para cumplir objetivos que están motivados por agentes externos, que carecen de importancia para el alumno o que en cierto modo son inapropiados para este puede producir estrés, ansiedad y distracción, e influir negativamente en la retención a largo plazo, el aprendizaje conceptual y el bienestar psicológico de los alumnos”.

Un enorme cambio de paradigma

El Colegio del Mundo del IB Halcyon London International School (Reino Unido) ha descubierto una manera equilibrada de ayudar a los alumnos a manejar sus emociones al tiempo que desarrollan su fortaleza mental. Para ello, dedica un 10 % del horario de cada docente y un 20 % del presupuesto destinado al desarrollo profesional a un “programa de bienestar”, lo cual representa un “enorme cambio de paradigma para los colegios que necesitan plantearse dónde invertir su tiempo y dinero”, señala el director del colegio, Barry Mansfield.

Durante el verano de 2016, todos los miembros del personal recibieron capacitación en asesoramiento y mentoría en el área cognitiva. Los alumnos se reúnen con sus asesores o mentores cada dos semanas, en sesiones individuales de 15 minutos. En dichas sesiones se tratan problemas de todo tipo, desde las tensiones y preocupaciones académicas, hasta el estrés, la salud mental y el bienestar. Los alumnos reciben las herramientas necesarias para tomar decisiones de una forma más proactiva y siempre pueden solicitar más tiempo con su mentor, si fuera necesario. Si el contenido de una sesión se sale del ámbito del conjunto de habilidades del mentor, se presta apoyo adicional a través del equipo de bienestar.

“La importancia que los colegios otorgan a los diferentes elementos del bienestar, como el desarrollo de la resiliencia y la determinación, con frecuencia se limita a una clase de educación personal, social, económica y de salud porque los educadores dan prioridad al ámbito académico”, afirma Mansfield.

Resulta costoso dedicar esa cantidad de tiempo curricular a este tipo de relaciones individuales con los alumnos. Muchos consejos escolares pueden mostrarse reacios a hacerlo, dado que supone un importante cambio en la filosofía; sin embargo, en nuestro caso se trata de una parte integral de nuestra forma de entender el colegio y nuestra misión. Es necesario invertir tiempo y dinero para abordar las cuestiones relativas al bienestar y la salud mental de los alumnos.

“Nuestros objetivos se orientan más hacia la creación de valores comunitarios compartidos y la inversión de tiempo en la capacitación de todos los miembros de nuestra organización, que a proponer soluciones personalizadas, contratar más asesores o poner a los niños en manos de otros especialistas. Aun así, para mí es muy importante comprender y abordar las necesidades individuales, más que conformarnos con prestar servicios generales desde un ámbito institucional”.

Según explica Mansfield, los mentores y asesores actúan como defensores de los alumnos. “Anteponen las necesidades de los alumnos en cualquier circunstancia y ofrecen un apoyo completamente incondicional a cada uno de ellos en todo momento”.

El Halcyon School también ofrece programas de yoga y conciencia plena que, si bien son beneficiosos, no abordan los problemas “de raíz”, señala Mansfield. “Los niños necesitan sentirse identificados y contar con un departamento propio en una institución donde puedan hablar y recibir atención. Sin un recurso de este tipo, es posible que los educadores nunca vean los problemas que afrontan los alumnos”.

Las relaciones han mejorado y los alumnos comparten información que “revela una enorme variedad de experiencias que no hubiéramos podido conocer de otro modo”, añade Mansfield. “Desde el ciberacoso y el impacto de los medios sociales en las relaciones, hasta la posibilidad de ayudarles a desarrollar las habilidades de meditación necesarias para resolver problemas, los resultados han sido magníficos”.

Aprendizaje personalizado = alumnos satisfechos

Como parte del programa de bienestar, también se promueve el aprendizaje personal. Los alumnos, con el apoyo de sus mentores, eligen lo que desean aprender además del currículo del PAI.

“Queremos que los alumnos estén satisfechos y, gracias al aprendizaje personal (y a la tranquilidad de tener a quien acudir), saben que están en buenas manos”, afirma Gareth Jones, profesor de ciencias y responsable de bienestar de los alumnos.

“Si miramos la jerarquía de necesidades de Maslow (una teoría de la motivación humana representada por una pirámide), una de las cosas que faltan es la sensación de seguridad en los colegios, y ese es el motivo por el que una de cada cuatro personas sufre ansiedad. Lo que procuramos es hacer lo posible por crear ese ambiente solidario para los alumnos”.

Como parte de su aprendizaje personalizado, los alumnos definen un objetivo en el que centrar su trabajo. Por ejemplo, un grupo de mentoría trabajó para abordar los malentendidos en torno a los derechos de la comunidad LGBT (lesbianas, gais, bisexuales y transexuales). “Los alumnos crearon sus propias presentaciones y organizaron una asamblea escolar que incluía una sesión de preguntas y respuestas. Los docentes no intervinieron en modo alguno”, explica Mansfield.

Otros alumnos se han centrado específicamente en la salud mental. Por ejemplo, una alumna creó una organización benéfica llamada “Happy Thoughts”. Fue por todo el colegio transmitiendo mensajes positivos e invitó a varios oradores para que hablaran a los alumnos sobre cuestiones relativas a la salud mental, la energía positiva y la terapia cognitiva conductual. Otros alumnos han organizado una serie de conferencias sobre la positividad y la depresión, y han proporcionado información útil al respecto.

Los alumnos disfrutan organizando sesiones, buscando especialistas, asumiendo responsabilidades y participando en todo el proceso. Actúan de manera responsable porque reciben respeto y confianza. “También esperamos que sean capaces de defenderse a sí mismos”, añade Jones.

Más allá de la salud mental

El Halcyon lleva mucho tiempo tratando de desestigmatizar la salud mental en la comunidad escolar, pero todavía sigue habiendo malentendidos. “Cuando los padres de los nuevos alumnos descubren que tenemos un programa de bienestar, en ocasiones dan por sentado que hay un problema en el colegio. Se trata simplemente de crear conciencia”, señala Mansfield.

“Los colegios deben esforzarse más para ayudar a que toda la comunidad comprenda el valor que aporta un programa de bienestar”, añade. “Es imprescindible que trabajen desde cero y promuevan una cultura abierta para cualquier cuestión, no solo para las relativas a la salud mental”. No basta con detectar el problema y llamar la atención sobre este, sino que ha de tratarse como cualquier otro problema que surja en el colegio y los alumnos deben demostrar exactamente el mismo nivel de implicación, autonomía y control sobre él para poder asumir una responsabilidad real”.

Este artículo forma parte de una serie que examina en detalle el tema de la salud mental. Lea la primera entrega aquí: Salud mental: la crisis silenciosa en inglés. Próximamente se publicará a la tercera entrega, en la que hablaremos con la Mental Health Foundation sobre cómo los docentes pueden prestar ayuda práctica a los alumnos afectados por enfermedades mentales y detectar las posibles señales de estas.