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Dejar de oír para empezar a escuchar

Tomar conciencia de las culturas, lenguas y experiencias internacionales es un aspecto fundamental de la educación del IB. Hemos pedido a varios graduados del Programa del Diploma que nos hablen del impacto de la lengua, las palabras y las acciones en sus vidas y estudios. Esta es la segunda historia de una breve serie que hemos titulado La importancia de la conciencia. Obtenga más información sobre la red de exalumnos del IB en ibo.org/es/alumni.


“La mayoría de la gente no escucha con la intención de comprender, sino con la intención de replicar” –Stephen R Covey

Contribución de Kristen Leer

Los humanos somos seres repetitivos. Por eso tendemos a compartir experiencias, sentimientos y conexiones que pueden ser similares entre nosotros. Sin embargo, hay partes de nosotros que todavía no conocemos y debemos aprender a escuchar si queremos comprenderlas. Aunque tengamos oídos, en ocasiones parece que nos falta capacidad para usarlos de forma eficaz. No pretendo criticar a las personas de nuestro entorno, sino más bien animarlas. En un mundo que está lleno de canales para compartir nuestras historias y batallas con un público reactivo, parece ser que en los tiempos que corren se usa más la boca que los oídos.

La capacidad de escuchar es una habilidad muy importante en el colegio, en las interacciones sociales, y para comunicarnos con nosotros mismos y nuestro entorno. Si escuchamos más de lo que hablamos, tendremos la oportunidad de comprender mejor el mundo que nos rodea. Y cito a Ernest Hemingway: “Cuando le gente hable, escucha con atención. La mayoría de las personas nunca escucha”.

La diferencia entre escuchar y oír genera cierta confusión a este respecto. Cuando nos sentamos en clase y el profesor dice: “Abran el libro”, simplemente lo oímos. Esta oración sencilla puede servir simplemente para que abramos el libro, pero si prestamos atención al profesor, tal vez escuchemos el tono de su voz, que puede transmitir emoción, ironía, tristeza… Si escuchamos, captaremos detalles de la historia que podrían pasar inadvertidos. Otro ejemplo puede encontrarse en las noticias diarias y los medios de comunicación, con titulares y portadas sobre cosas que se han oído, pero no escuchado. Esta práctica puede ocasionar que se difunda información falsa, que no se capte la historia de manera adecuada y que se ejerza indebidamente un oficio con posibles consecuencias negativas para terceros.

La capacidad de escuchar nos ayuda a aprender. Si escuchamos, podemos comprender mejor el tema que se presenta o que nos parece difícil. A veces no es fácil, especialmente cuando se trata de un tema que no nos gusta o parece estar fuera de nuestro alcance. Fuera del colegio, la capacidad de escuchar puede ayudarnos a comprender el contexto de las noticias, los artículos y las historias de nuestros amigos. Si escuchamos estas cosas, podemos saber cuántas respuestas tienen, dependiendo de cuál sea el asunto. Pero si nos limitamos a replicar para aportar nuestro parecer a lo que oímos, solo oiremos una parte de la historia y nuestra cabeza empezará a pensar en nuestra conexión con ella y perderá fragmentos de la conversación inicial del interlocutor. Si escuchamos, podemos hacer algo más que replicar: obrar en consecuencia. Si escuchamos a un amigo hablar sobre ir al zoológico, en lugar de hablar de las veces que hemos ido, podemos proponerle ir juntos. Así se crean recuerdos y conexiones entre las personas. Este es un ejemplo sencillo, pero muy práctico.

“Tenemos dos oídos y una boca, así que deberíamos escuchar más de lo que hablamos” –Diógenes Laercio

Lo mejor que se puede hacer en cualquier situación es escuchar. No es nada fácil. Hay muchos factores que pueden inhibir nuestra capacidad de escuchar eficazmente. No hay una fórmula secreta para aprender esta habilidad, ni un plan exacto; solo practicar. Podemos escuchar en clase, a nuestros amigos y a nuestra familia, pero no para buscar una respuesta, sino por el simple hecho de escuchar. Debo aclarar que no hay nada de malo en responder; tan solo hemos de hacerlo a las preguntas que tengamos sobre aquello que hayamos escuchado y observado. La capacidad de escuchar es muy valiosa.


La graduada del PD Kristen Leer (también conocida como K. A. Leer) nació en Milwaukee, Wisconsin (EE. UU.). Una de sus pasiones es ayudar y colaborar con su comunidad.

Leer cree que todos tenemos una historia que contar y escribe sobre las aflicciones humanas que a menudo olvidamos. Actualmente estudia psicología y planea cursar un doctorado.

 

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