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Suspender la asignatura de análisis (dos veces) ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida

Hemos invitado a un grupo de graduados del Programa del Diploma (PD) a que reflexionen sobre sus estudios y su vida. Obtenga más información sobre la red de exalumnos del IB en ibo.org/es/alumni.

Contribución de Rachon Sweiss

En mi primer año de universidad, pensaba que el comienzo iba a ser fácil. Me matriculé en un curso de humanidades y en el primer semestre de una serie de análisis de dos partes; una carga de trabajo relativamente ligera en comparación con la de los demás semestres que vendrán después. La primera clase de mi carrera universitaria fue de análisis, en un auditorio que ahora considero “zona de peligro” a la hora de matricularme en cursos, no solo por su nivel de inclinación, sino también por el hecho de que en él suspendí mi primer parcial de análisis. Y también el segundo, e incluso el final. Pero me las arreglé para no suspender la asignatura. Obtuve una D, así que pude pasar al siguiente curso. Y desde entonces, como se suele decir, la historia se repite. El resultado era siempre el mismo. Sobra decir que estaba absolutamente desconcertado. ¿Por qué siempre suspendía en análisis si era capaz de sacar sobresaliente en humanidades? En ese momento, pensé que tal vez las matemáticas no eran lo mío y seguí adelante. El peso de tantos fracasos consecutivos estaba minando la confianza en mí mismo (y también mi promedio de calificaciones).

Cuando pasé a segundo curso y empecé con las tutorías del curso troncal de humanidades, tuve la oportunidad de interactuar con otras personas que habían tenido la misma experiencia que yo, pero a la inversa: sus resultados eran terribles en humanidades y magníficos en análisis. Y esto fue muy interesante: cuando empecé a ayudar a los alumnos con sus ensayos y a intentar enseñarles a establecer conexiones e integrar el material, comencé a darme cuenta de la diferencia.

Una vez, le comentaba a una compañera en una tutoría que la redacción de un ensayo se reduce, en realidad, a la aplicación de fórmulas cuando se llega a dominar. Levantó la vista del papel y me dijo: “¿Cómo el análisis?”. Mi primera reacción fue rechazar la existencia de un paralelismo entre una asignatura que me encantaba y otra a la que yo parecía gustarle tan poco como ella a mí. Sin embargo, cuando me explicó su forma de estudiar la asignatura de análisis, me di cuenta de que yo la estaba abordando de una forma completamente errónea. Utilizaba el mismo enfoque para el análisis que para cualquier curso de humanidades, aunque estaba mucho menos preparado para estudiar análisis que para estudiar humanidades. Básicamente, no entendía que el análisis (como ocurre con habilidades como la lectura crítica) no es una asignatura que se deba aprender, sino una habilidad que se debe practicar.

Suspender análisis no fue mi primer fracaso, ni tampoco el último, y aunque comprendí un poco tarde la razón por la que suspendía, la experiencia cambió radicalmente mi mentalidad y mi enfoque del aprendizaje. Es importante no tratar de abordar todos los cursos de la misma manera, y estar dispuesto a adaptar los hábitos de estudio y la interacción con el material a las expectativas establecidas. Hay una gran similitud entre ser estudiante e intentar bailar una canción que cambia constantemente de ritmo: a veces hay que cambiar el paso, pero una combinación de disciplina, pasión y práctica permite convertir un estresante caos en un elegante vals.
El fracaso acecha en muchos frentes (social, académico, personal, etc.), pero no debemos temerle. Sin reflexión, el fracaso pierde su valor. Al desarrollar el hábito de asociar el fracaso con la reflexión, este se empieza a ver menos como un desastre y más como una oportunidad de aprendizaje que constituye un punto de inflexión para el crecimiento personal. Solo es posible descubrir lo que funciona tras fracasar haciendo cosas que no salen bien.

El fracaso acecha en muchos frentes (social, académico, personal, etc.), pero no debemos temerle. Sin reflexión, el fracaso pierde su valor. Al desarrollar el hábito de asociar el fracaso con la reflexión, este se empieza a ver menos como un desastre y más como una oportunidad de aprendizaje que constituye un punto de inflexión para el crecimiento personal. Solo es posible descubrir lo que funciona tras fracasar haciendo cosas que no salen bien.

Rachon obtuvo el diploma del IB en el Granada Hills Charter High School en 2015. Actualmente está cursando un grado en biología y psicología en la Universidad de California, Irvine.

Cuando no está en clase o intentando descubrir teorías de conspiración, le gusta ir al cine, visitar librerías o salir y disfrutar del clima del sur de California.

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