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Tres generaciones en un Colegio del Mundo del IB indio

Corey Stixrud representa la segunda de tres generaciones de la misma familia que han estudiado o enseñando en el Colegio del Mundo del IB más antiguo de la India. Ahora, como director del colegio, explica por qué se ha mantenido fiel al Kodaikanal International School.

En localidad india de Kodaikanal, situada en una estación de montaña, no hay mucha gente que no haya escuchado el apellido Stixrud. Al ser de origen noruego, es poco común al sur de la India. Pero sobre todo es porque ha estado ligado al Kodaikanal International School (KIS), el primer Colegio del Mundo del IB de la India, durante tres generaciones.

Neal y Annette Stixrud fueron profesores en el colegio en la década de 1970. Por aquel entonces, Corey era alumno del colegio. Más tarde, Corey regresó al colegio como subdirector. Ahora, su hijo Tarun es alumno del Programa de la Escuela Primaria (PEP) del colegio y representa la tercera generación.

“Somos una familia multicultural, así que nos entusiasmó la idea de volver a pertenecer a la comunidad del KIS”, señala Corey, que actualmente tiene 50 años y es director del colegio. “Sentimos que le estábamos brindando a nuestro hijo Tarun una experiencia vital que, además, nosotros también compartimos”.

El colegio se encuentra en un enclave de extraordinaria belleza: a 2.200 metros de altitud en las montañas Palni, en el estado de Tamil Nadu. Se fundó en 1901 con el objetivo inicial de educar a los hijos de los misioneros locales, pero después de la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en un colegio internacional. En 1976 obtuvo la autorización para ofrecer un programa del IB. Actualmente, cuenta con dos sedes que ocupan alrededor de 17,5 hectáreas. Sus aproximadamente 460 alumnos, la mayoría de los cuales asisten en régimen de internado hasta el último año de secundaria, proceden de un total de 25 naciones diferentes.

Corey afirma que él, su mujer (que también estudió en su día en el KIS) y su hijo disfrutan de una experiencia “de gran riqueza multicultural” en el colegio.

“El hecho de que los tres hayamos sido alumnos del IB en el KIS significa que compartimos muchos valores y experiencias. Nos comunicamos, aunque no siempre de manera fluida, en varias lenguas: alemán, inglés y tamil. Y a los tres nos gusta creer que pensamos de forma crítica. Resulta verdaderamente útil recurrir al perfil de la comunidad de aprendizaje del IB durante nuestras discusiones en familia”.

Corey tardó muchos años en descubrir que su vocación era la educación. Cuando era más joven quería ser bombero, y durante muchos años trabajó como editor en una editorial de libros de texto en EE. UU.

“Creo que cuando alguien crece en una familia de educadores, tiende a subestimar la importancia de la educación o a no darle el valor que merece”, explica. “Por eso tardé varios años en darme cuenta de que ese era mi destino. De hecho, fue mi mujer la que un buen día me miró y me dijo que debía dedicarme a la docencia. Y tenía razón”.

Corey y su hijo Tarun

Por fin, Corey inició su carrera docente en el año 2000, en el estado estadounidense de Oregón, primero en preescolar, y después en segundo y tercer curso de primaria.

“Creo que nunca me he enfrentado a un desafío tanto físico como intelectual tan grande como cuando di clase en primaria”, recuerda.

Cree que sus años como alumno del IB tuvieron mucha influencia en su elección profesional.

“En el Programa del Diploma (PD), me sentí inspirado por profesores excelentes, especialmente por su enfoque orientado a la indagación y el pensamiento crítico”, recuerda. “La prioridad no era el curso académico o la nota de los exámenes, sino el rigor de pensamiento necesario, y la capacidad de pensar y actuar trascendiendo las barreras interculturales”.

Corey nació en 1968, el mismo año en que se fundó el IB. “El IB era todavía muy joven cuando yo estudiaba (me gusta decir que el IB y yo pasamos la adolescencia juntos) y había un sentimiento de idealismo diferente en torno a él que todavía conservan muchos miembros la familia del IB”.

Me gusta decir que el IB y yo pasamos la adolescencia juntos

Cuenta que su experiencia como alumno del IB le inculcó “la creencia de que un docente puede cambiar el mundo para mejor cada día”. Cree que eso ha contribuido a la visión global que actualmente tiene el KIS.

“La visión de que el mundo necesita un colegio como el nuestro”, añade. “Formar parte de esta visión hace que conserve el entusiasmo por mi profesión”.

En la actualidad, como director del KIS, Corey echa de menos sus años en la docencia. Pero para él, su trabajo es tan estimulante y fascinante como siempre.

“Jamás me aburro”, señala. “El trabajo de un educador, ya sea como docente, asesor escolar o director, se basa en las relaciones. Me he esforzado mucho por priorizar esto en mi función: las personas son lo primero. Y además, soy un director inmensamente afortunado, pues trabajo con compañeros y alumnos extraordinarios todos los días. Me encanta interactuar con ellos”.

¿Y quién sabe? A lo mejor un día, su hijo Tarun, alumno de tercero de primaria, termina dando clase también en el KIS.

“El Kodai es un lugar que enamora”, afirma Corey. “No me extrañaría que las futuras generaciones de Stixruds regresaran a él”.


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