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El mito de la zona de confort

Cada año, invitamos a un grupo de exalumnos del IB a que compartan sus experiencias, intereses y consejos con la comunidad global a través de nuestra serie de historias de graduados. Damos la bienvenida a la graduada del Programa del Diploma (PD) del St. Christopher’s School (Bahréin) Eman Elraie, que reflexiona sobre cómo el hecho de salir de su zona de confort la ha ayudado a convertir sus miedos en su principal fortaleza.

A waiting crowd in front of a microphone and podium

Contribución de Eman Elraie

“Resultó que mi zona de confort no me protegía de los fracasos ni de la vergüenza, sino que me impedía desarrollar mi potencial”.

Muchos consideran que su zona de confort es un lugar seguro. Puede ser un estado mental o un espacio físico libres de preocupaciones. ¿Cuál es su “zona de confort”? ¿Cumple su propósito? ¿Se siente tranquilo y cómodo cuando se encuentra en ella? La respuesta más probable sería un rotundo “sí”. Sin embargo, ¿qué pasa después? ¿Qué pasa cuando sale de su burbuja protectora, se enfrenta a la realidad y ve que todas sus preocupaciones están ahí, esperándole?

Yo encontraba esa paz en un silencioso rincón de la biblioteca y mi tranquilidad mental estaba bastante lejos de cualquier foco de atención. Para mí, mi zona de confort era la tranquilidad y el silencio. Pero me duró muy poco. Mi lugar seguro resultó estar lleno de puntos débiles y agujeros. Mi obsesión por ocultarme me privó de años de explorar otras posibilidades en la vida.

Durante los dos años del Programa del Diploma (PD), sufrí un caso grave de glosofobia (miedo a hablar en público). Me aterraban las presentaciones, y me sentía física y mentalmente incapacitada cuando me enteraba de que había que hacer alguna. Todo mi ser temblaba ante la perspectiva de exponerme y ser el centro de atención. Me delataba a mí misma cada vez que tenía una presentación. Hasta que pasó algo magnífico. Al contrario de lo que pensaba, mi zona de confort estaba entorpeciendo mis habilidades. Aunque me daba paz, lo que necesitaba era ayuda.

Cómo superé el miedo

“No permitan que el miedo los bloquee o los deje fuera de juego”.

No sé cómo sucedió, pero en la última semana de colegio, tenía que hacer una presentación en clase de Psicología NS. Estábamos estudiando la psicología anormal y mi tema era el estudio de Rosenhan títulado On Being Sane in Insane Places (“estar cuerdo en lugares dementes”). Obviamente, con los exámenes del PD a la vuelta de la esquina, las aulas estaban relativamente vacías. El día de mi presentación, algo en mí había cambiado: me sentía bien preparada. No estaba lista para hacer la presentación, pero me sabía el material al dedillo.

Mientras reunía mis apuntes, llegó la revelación. En una fracción de segundo, me di cuenta de que no los necesitaba. Normalmente, los utilizaba como barrera de separación con mi atento público, pero esa vez supe que estaba preparada y que contaba con los conocimientos necesarios. Me deshice de los apuntes y salí a la palestra. Preparé mi bonita presentación de Prezi y comencé. Fue una experiencia mágica. Me inundó una sensación gloriosa. No estaba recitando líneas memorizadas; estaba enseñando, contando una historia. Empecé a tener confianza en mí misma y me sentía feliz. Nunca había sido capaz de mirar a una cara amiga mientras hacía una presentación y siempre hablaba a toda velocidad para terminar cuanto antes. En aquella ocasión, sin embargo, estaba viviendo el momento, y lo más importante: lo estaba disfrutando.

Ese día empecé un proceso de transformación personal, o al menos esa es la impresión que tiene la gente. Ahora me consideran una persona extrovertida y segura de sí misma. Resultó que mi zona de confort no me protegía de los fracasos ni de la vergüenza, sino que me impedía desarrollar mi potencial. Aquella sublime presentación de diez minutos me ayudó a encontrar mi voz. Confiaba en mí misma, así que participé como oradora en una jornada de puertas abiertas de Toastmasters, solicité un puesto de maestra de ceremonias y organicé un acto de inauguración de la incubadora de empresas de mi universidad, donde incluso empecé a ejercer de profesora voluntaria.

Desarrollo personal

“Tomen la iniciativa e intenten hacer aquello que han estado evitando”.

No considero que mi zona de confort sea la culpable de mi incapacidad para desarrollar mi potencial. Solo cambié mi actitud hacia ella al creer en la vulnerabilidad. Brené Brown lo expresó de una forma muy correcta: “Es nuestro miedo a no ser dignos”. Lo mismo hizo la marca Nike con su eslogan: “Just do it” (Hazlo). No permitan que el miedo los bloquee o los deje fuera de juego. Por supuesto, todo esto es mucho más fácil decirlo que hacerlo, y creemos que es más soportable esperar a que llegue el golpe de suerte. Tal vez piensen que eso fue lo que me ocurrió a mí: que tuve suerte. Y es verdad, a menos que piense que la suerte es, como afirma Randy Paush, “el lugar donde la preparación confluye con la oportunidad”. Estaba lista, me sabía el material y estaba mentalmente preparada para presentarlo. Mi oportunidad de oro fue que el aula estaba medio vacía y tenía pocos espectadores. Pero no solo importa el momento del cambio. De hecho, podría considerarse como algo prácticamente insignificante en comparación con lo que ocurre después. Todas esas pequeñas victorias, apostar por uno mismo y prepararse constituyen el verdadero triunfo.

Nuestras zonas de confort son para lo que son: para que nos sintamos cómodos, pero para nada más. Tomen la iniciativa e intenten hacer aquello que han estado evitando. Jamás me habría imaginado capaz de convertir mi miedo a hablar en público en una zona de confort para mí. Intenten mejorar y desarrollar nuevas habilidades. No les saldrá bien la primera vez, pero se darán cuenta de algo que tiene más peso que la vergüenza. Comprenderán que el miedo que los entorpece no es tan malo como creen. Ampliar su zona de confort y ser audaces puede ser su salvación para explorar y alcanzar su verdadero potencial. No importa cómo y dónde estemos en la vida; nunca debemos pasar por ella como peones, como una parte prescindible de la masa. En lugar de eso, debemos tomar el control y dirigir nuestro destino; ser los protagonistas de nuestra historia. No hay palabras que tengan el poder suficiente para hacer que nos levantemos y afrontemos nuestros miedos, pero nuestras acciones, por pequeñas que sean, pueden propiciar un cambio exponencial e infinito.

Eman

Eman Elraie es una graduada del St. Christopher’s School (Bahréin). Actualmente estudia en la Universidad de Bahréin, donde cursa la especialidad de lengua y literatura inglesas, y una segunda especialidad en francés. Ha publicado relatos cortos y poemas gracias a una beca de la Embajada de Estados Unidos en Bahréin. Aprovecha cualquier momento para ponerse sus auriculares y soñar despierta con un buen libro. Puede ponerse en contacto con ella a través de LinkedIn.

Para conocer mejor a los graduados del Programa del Diploma (PD), eche un vistazo a estas historias de los programas del IB. Si quiere compartir su historia como graduado del IB, escríbanos a alumni.relations@ibo.org. Agradecemos su contribución a las historias del IB y le invitamos a conectarse con nosotros a través de LinkedIn, Twitter y ahora también Instagram.

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