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¿Se anima a probar las clases invertidas?

Cada vez más profesores invierten sus clases: animan a los alumnos a hacer el trabajo escolar en casa y los deberes en el colegio. Sin embargo, los educadores que introdujeron este modelo aseguran que se trata de algo más que eso.

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Puede parecer rebuscado, pero la gran cantidad de educadores que han invertido sus clases afirman que tiene potencial para revolucionar el aprendizaje. El concepto, que surgió de una iniciativa que muchos colegios han adoptado, cambia por completo el procedimiento pedagógico tradicional y parece complementar los valores del currículo del IB. En lugar de aprender un nuevo tema en clase y luego hacer los deberes en casa, los alumnos primero aprenden el contenido en línea en casa, de forma independiente, a través de videos y podcasts, y después hacen los “deberes” en el aula.

El educador del IB Jason Graham asegura que el modelo implica mucho más que publicar clases en YouTube. “Los profesores no se deben limitar a incorporar la tecnología moderna a la pedagogía”, sostiene. A fin de transmitir este mensaje, él y Maggie Hos-McGrane, directora de Tecnología Educativa del American School of Bombay (India), han creado una serie de talleres sobre clases invertidas para ayudar a los educadores del IB a entender la idea.

El grupo, pequeño pero muy activo, se reunió por primera vez en un taller regional del IB en Singapur y estaba integrado por miembros del personal de dirección y profesores de diversas asignaturas de los tres programas. Los comentarios de ambos talleres, que también están disponibles en línea, han sido positivos.

Los talleres están pensados para participantes con distintos niveles de habilidades técnicas y pretenden ayudar a los profesores a responder a los estilos de aprendizaje y diferenciarlos, especialmente los de alumnos que aprenden inglés como lengua adicional o que necesitan más ayuda y práctica. Además, el apoyo adicional en casa y el tiempo que tienen los alumnos para pensar y trabajar con el contenido les permite sentirse mejor preparados para explorar y asimilar la información y trabajar con sus compañeros.

Más tiempo para interacciones significativas

Según Jon Bergmann y Aaron Sams, pioneros del modelo de clases invertidas, tradicionalmente se consideraba que la mejor forma de usar el tiempo en el aula para los profesores era la difusión de información. Las clases invertidas proporcionan una metodología de aprendizaje centrada en el alumno y están diseñadas para que ellos mismos se involucren activamente en la construcción de su conocimiento.

Este modelo promueve la participación de los alumnos y genera tiempo libre para realizar trabajos más prácticos en el aula, como la participación de profesores y alumnos en discusiones y resoluciones de problemas.

Bergmann sostiene en su artículo sobre el mayor obstáculo para invertir las clases (The Biggest Hurdle to Flipping your Class, 2013) que tenemos que alejarnos de la instrucción directa hacia todo el grupo y, en su lugar, usar el tiempo de clase para actividades e interacciones más enriquecedoras y significativas.

Jason Graham, responsable del taller sobre clases invertidas en el Bandung International School (Indonesia), explica por qué creó este taller: “Nuestra forma de aprender ha cambiado. Trabajamos con el contenido de otra manera, y podemos aprovechar a tecnología para aprender lo que queramos y cuando queramos. Esto es una ventaja tanto para alumnos como para educadores, ya que podemos asignar contenido para que los alumnos lo aprendan fuera de las horas de clase y luego estén preparados para discutirlo en el aula y colaborar entre ellos”.

Padres más involucrados

El modelo de clases invertidas se ha utilizado en talleres del PEP como un recurso para aumentar la participación de los padres. Los alumnos del Ihsan Dogramaci Bilkent Erbil College de Kurdistán (Iraq) han logrado involucrar a sus padres en el aprendizaje físico, asegura Anna King, docente de jardín de infancia del PEP. Los alumnos ahora filman su trabajo, y su aprendizaje va más allá de las tabletas y los juegos de computadora. De este modo se dan cuenta de que la tecnología sirve para informar y compartir, no solo para entretenerse.

Lorena Menay, profesora del Programa del Diploma del IB en el Mackay School de Chile, asistió al taller porque ya utilizaba la tecnología en el aula, pero buscaba una manera de ayudar a los alumnos a convertirse en participantes activos en el aprendizaje. Afirma: “En mis clases, la tecnología es una experiencia de aprendizaje positiva y desafiante. Me ha dado la oportunidad de conectarme con mis alumnos de una manera diferente.

El taller me ayudó a crear y organizar contenidos siguiendo las reglas de probidad académica. Es importante tener en cuenta que el uso de la tecnología en la educación requiere preparación, planificación y especificaciones claras. En el taller aprendí a usar nuevas herramientas y pude compartir experiencias con otros docentes”.

Aprendizaje activo

Por otro lado, este modelo va de la mano con la filosofía del IB, que reconoce a los alumnos como miembros activos del proceso de aprendizaje y transforma la experiencia de aprendizaje y enseñanza de modo que se comparta la responsabilidad de aprender.

“El modelo de clases invertidas es una estrategia muy recomendable para desarrollar y profundizar la comprensión de los alumnos y alcanzar objetivos de alta calidad”, dice Edna Marín, docente del PEP del Gimnasio del Norte en Bogotá (Colombia). “También les da tiempo para dominar las habilidades necesarias para aplicar sus conocimientos en contextos auténticos. El modelo permite identificar las necesidades, los intereses y los perfiles de aprendizaje de los alumnos a partir de discusiones y trabajos colaborativos basados en el material presentado, que será la fuente de planificación, ajuste y seguimiento de su proceso de aprendizaje”.

En los talleres de clases invertidas, los participantes recibirán orientación para el proceso de planificación y enseñanza de un modelo de clases invertidas que resulte exitoso de principio a fin. Esto incluye información de contexto sobre el modelo, sugerencias para organizar los contenidos, instrucciones para crear y distribuir videos, y estrategias para aprovechar al máximo el tiempo en el aula.

“Me gustaría que hubiese un mayor interés en los talleres”, dice Graham. “Creo que el modelo no se trata solamente de videos, los docentes no tienen que pasar horas y horas preparándolos. No hace falta reinventar la rueda. Sin embargo, lo que sí lleva tiempo es planificar el aprendizaje y lo que ocurre luego en el aula”.

¿Cuáles son sus experiencias con el modelo de clases invertidas? Envíenos su historia a editor@ibo.org.