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Un aula con vistas al aprendizaje

Newland College

Newland College

¿Es su aula un entorno donde se fomenta la creatividad o, por el contrario, se reprime? La revista IB World investiga cómo afecta el entorno de un alumno a su aprendizaje.

El diseño de un aula no consiste solo en unas paredes coloridas, unas mesas impolutas y un mobiliario bonito. Un estudio de la Universidad de Salford en el que participaron más de 3.000 alumnos (disponible en inglés) reveló que un “aula bien diseñada” ejerce un impacto considerable sobre el aprendizaje. Si bien el efecto puede ser más notorio entre los alumnos de las edades del PEP y el PAI, los principios del buen diseño son válidos para todos los rangos de edad.

Además de aspectos como la buena iluminación, ventilación, temperatura y acústica, los investigadores descubrieron que el espacio exterior puede estimular una serie de áreas de desarrollo diferentes, desde habilidades sociales como la empatía hasta el desarrollo físico y cognitivo.

La opinión de los alumnos también es importante. En el estudio se identificó el sentido de pertenencia como uno de los tres principales factores de influencia en el diseño de las aulas. Cuando los alumnos hacen suyo el aula mediante la exposición de sus trabajos, se genera un mayor nivel de participación e implicación en el proceso de aprendizaje.

Según el estudio, los entornos coloridos ejercen un efecto considerable en el aprendizaje y el bienestar. Los entornos de estilo sobrio tienden a ser menos estimulantes para los alumnos, lo cual puede producir inquietud y dificultad para concentrarse. Sin embargo, un uso excesivo de colores muy vivos puede afectar negativamente al aprendizaje, por lo que es importante lograr un equilibrio en lo que respecta a la complejidad visual.

Adiós a las filas de pupitres

Prairie Waters Elementary School

Prairie Waters Elementary School

Hace tres años, una conferencia de desarrollo profesional sirvió de inspiración a Adam Turner, maestro del PEP del Prairie Waters Elementary School (Canadá), para transformar su clase. Anteriormente, los alumnos se sentaban en filas de pupitres, pero ahora lo hacen en mesas grandes por grupos o en una zona alfombrada con cojines y dos cómodas sillas, dependiendo del tipo de discusión. “Nuestras discusiones son ahora mucho más enriquecedoras”, afirma Turner. “Lo más habitual es que los alumnos no se sienten en sus pupitres”.

Por su parte, Ben Toettcher, director de la compañía educativa Skola Group, basó el diseño de las aulas del Newland College (Reino Unido) en un esquema de mesa redonda inspirado en el método Harkness. Los pupitres de los 14 alumnos del PAI se organizan en forma de elipse (u óvalo) con una consola en el medio; un esquema similar al de una sala de juntas. De esta forma, los profesores pueden optar entre la instrucción directa desde la consola y las discusiones generales de la clase.

Prairie Waters Elementary School 1optmized“El principal punto que mencionan los alumnos es que se sienten escuchados”, afirma Toettcher. “Desde la apertura del colegio a principios de septiembre de este año, algunos alumnos han desarrollado una confianza considerable en sí mismos. Los padres están especialmente satisfechos porque, gracias a este diseño, es imposible que los alumnos se pierdan en la clase y se sientan desconectados”.

La opinión de los alumnos

Harnoop Bhogal, coordinadora del PEP, y Olivia Shilvock, maestra del PEP del International School of Siena (Italia), han pedido a sus alumnos de quinto año que rediseñen su aula para una unidad sobre la identidad y los estilos de aprendizaje.

A fin de ver cómo aprenden mejor en las diferentes actividades, el aula se ha dividido en distintas zonas, que incluyen un área con iluminación natural, una cómoda área de asientos con pizarras, un espacio de exposición personal en el que los alumnos pueden añadir objetos a lo largo de la unidad, una estación musical con auriculares y un área de matemáticas, que en ocasiones se divide para incorporar un área de ciencias.

“Los alumnos han demostrado mucha sensibilidad a la hora de utilizar el nuevo espacio”, afirma Shilvock. “Pensaba que todos querrían sentarse en los cojines y apoderarse de los auriculares. Sin embargo, he observado cómo ya van demostrando sus preferencias personales y aportando sugerencias. Algunos se fueron directamente al área de matemáticas y empezaron a ‘jugar’ con los objetos que allí había. Otros se dirigieron al área de iluminación natural y dijeron que les encantaba y otros fueron a escuchar música. La respuesta de todos fue maravillosa”.

No obstante, hay que prestar atención a la exposición de determinados objetos. Un estudio dirigido por la Universidad de Washington reveló que los objetos simbólicos pueden reforzar los estereotipos relacionados con el género y obstaculizar la diversidad y la inclusión. Por ejemplo, los investigadores sugirieron que la exposición prominente de los retratos de los expresidentes de EE. UU. (todos hombres blancos) representaba un estereotipo negativo para las mujeres y los grupos minoritarios.

Resistencia al cambio

Aunque los cambios son emocionantes, no siempre son fáciles.

Según Turner, existe un período de adaptación al principio de cada año. Para muchos alumnos nuevos, resulta chocante no contar con un espacio de almacenamiento en su pupitre o con un asiento fijo cada día.

Sin embargo, cuando se acostumbran al entorno, empiezan a cuestionarse la mejor forma de aprender. “La mayoría de los alumnos desarrolla una mejor comprensión de cuándo resulta más conveniente sentarse en grupos y trabajar, o concentrarse individualmente y buscar un lugar tranquilo”, afirma Turner. “Reflexionamos sobre qué temas y momentos de aprendizaje son más adecuados para trabajar en una mesa con grupos grandes, y cuáles se abordan mejor de manera individual”.

Según el estudio de la Universidad de Salford, la flexibilidad ha de ser un elemento de diseño imprescindible en los colegios. Se descubrió que las aulas con zonas de descanso bien delimitadas ejercen un impacto positivo en el aprendizaje. Sin embargo, las zonas separadas, fuera del aula, no parecen resultar eficaces.

Turner modifica la organización de su aula según la lección. “Las mesas grandes permiten a los alumnos trabajar en grupos con suficiente espacio, además de servir de áreas de preparación para exponer trabajos. Si necesitamos un espacio amplio para realizar discusiones y actividades de clase, las mesas se pueden mover fácilmente”, explica.

“Hace poco, cuando los alumnos presentaron su trabajo de evaluación parcial, organizamos las mesas en círculo: los presentadores se situaban en el interior y los observadores en torno al exterior”.

Los docentes ya no se sienten limitados por un modelo de aula para todo. Para muchos de ellos, las tradicionales filas de pupitres frente a una pizarra ya no cumplen su cometido. Además de añadir un toque creativo, una alfombra colorida con cómodos asientos puede ser el punto de partida de una forma de trabajar más colaborativa.

Cuéntenos cómo ha cambiado su clase y qué efectos ha tenido el cambio en el aprendizaje de sus alumnos. Escriba a editor@ibo.org.