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Estrategias para formar jóvenes solidarios

Contribución de Emily VanderKamp y Lori Mack

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Lecciones de un nuevo estudio de investigación para colegios internacionales

El contexto de un colegio internacional presenta una serie de desafíos y oportunidades únicos. La diversidad de culturas y perfiles lingüísticos de los alumnos y el personal puede añadir un nivel más de complejidad a todos los aspectos de la educación. Sin embargo, estos mismos factores también pueden sentar la base para un aprendizaje socioemocional profundo. Así pues, ¿cuál es el secreto para fomentar actitudes y conductas solidarias en los alumnos? Una nueva investigación examina esta cuestión.

El IB ofrece cuatro programas de educación internacional para alumnos de 3 a 19 años, cuyo propósito es desarrollar las habilidades sociales, intelectuales y emocionales necesarias para prosperar en el siglo XXI. Uno de los componentes comunes de estos cuatro programas es el perfil de la comunidad de aprendizaje del IB, un conjunto de diez atributos que el IB tiene el propósito de promover entre los alumnos. Uno de estos atributos, “solidarios”, se define en el perfil de la comunidad de aprendizaje con la siguiente declaración:

Mostramos empatía, sensibilidad y respeto. Nos comprometemos a ayudar a los demás y actuamos con el propósito de influir positivamente en la vida de las personas y el mundo que nos rodea.

Un nuevo estudio llevado a cabo por un grupo de investigadores de la Universidad de Nottingham tenía el objetivo de estudiar más a fondo la función que desempeña el atributo “solidarios” en los colegios y los programas del IB. Los colegios internacionales que participaron en esta investigación ofrecían tres de los programas del IB: el Programa de la Escuela Primaria (PEP), el Programa de los Años Intermedios (PAI) y el Programa del Diploma (PD). Estaban ubicados en diversas zonas de Europa, Oriente Medio, el Norte de África y el Sudeste Asiático. Los métodos de investigación utilizados incluyeron encuestas a alumnos, grupos de discusión con educadores y alumnos, entrevistas a miembros del personal y análisis de documentos.

Hallazgos generales

De acuerdo con los datos de las encuestas, los alumnos obtuvieron una alta puntuación cuando se evaluó en qué medida demostraban una capacidad de comprender otras perspectivas, una disposición empática, y otras actitudes y conductas relacionadas con la solidaridad. Además, la gran mayoría de los alumnos estuvo de acuerdo o muy de acuerdo cuando se les preguntó si su colegio les enseñaba a ser más solidarios. Las diferencias entre colegios eran más evidentes que las diferencias entre programas del IB de un mismo colegio, lo cual indica que algunos colegios son más eficaces que otros en lo que respecta al cultivo de una conducta solidaria. El estudio señaló varias prácticas que pueden contribuir a la formación de jóvenes solidarios.

Creación de una cultura escolar solidaria

Uno de los principales hallazgos del estudio es que una cultura escolar solidaria se desarrolla mejor cuando la solidaridad forma parte esencial de la institución, y está presente en todos los niveles y en todas las funciones. Para desarrollar un colegio solidario, la dirección, los docentes y los alumnos deben compartir una ética solidaria. En muchos colegios, la solidaridad se percibía como una condición necesaria para el aprendizaje, sin la cual este perdería eficacia. Tal y como explicó uno de los profesores: “Creo que para que estos niños se puedan sentir suficientemente cómodos para aprender disciplinas académicas, deben sentir la solidaridad de otras personas hacia ellos y que ellos también son solidarios con los demás”.

Los investigadores identificaron al equipo directivo (formal e informal) como un elemento crítico para el cultivo de una cultura escolar solidaria. Estos equipos marcan el paso en el colegio y, además de servir de ejemplo de conducta solidaria, pueden implementar prácticas y políticas para apoyarla. Sin embargo, una “demostración involuntaria”, en la que el alumno observa de manera pasiva la conducta solidaria de los profesores, puede no bastar para la formación de jóvenes solidarios. En lugar de ello, los investigadores defienden la “demostración consciente” de la solidaridad por parte de los equipos directivos y los educadores, para que los alumnos se impliquen de manera activa y muestren un compromiso con la solidaridad junto al personal.

Muchos de los participantes entrevistados creen que el currículo del IB sienta las bases para que la solidaridad sea una cuestión prioritaria en los colegios. La inclusión de este atributo en el perfil de la comunidad de aprendizaje acentúa su importancia y anima a los profesores a incorporar la solidaridad en sus prácticas diarias. Asimismo, el énfasis que pone el IB en el servicio comunitario ayuda a los colegios a priorizar la conducta solidaria tanto en el aula como en la interacción con la comunidad en general.

La filosofía educativa del IB reconoce el aprendizaje como un proceso social. Como tal, este estudio recomienda apoyarlo con una ética de solidaridad en la que todos los implicados, ya sean profesores o alumnos, compartan el compromiso de apoyar el aprendizaje y el bienestar de los demás.

¿Qué estrategias utiliza su colegio para desarrollar la solidaridad en los alumnos y el personal? Publique sus comentarios a continuación. Estamos deseando conocer su experiencia.

Para obtener más información sobre este estudio, lea el resumen del estudio o el informe completo (en inglés). En el sitio web del departamento global de investigación del IB encontrará más de 80 informes de investigación sobre educación internacional. También puede ponerse en contacto con nosotros por correo electrónico: research@ibo.org.


Emily VanderKamp es la responsable de comunicaciones del departamento de investigación del IB y Lori Mack es analista de investigaciones del IB.