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Razones para elegir un Colegio del Mundo del IB

Contribución de Dianne Drew, publicada originalmente en www.dwight.edu

¿Puede imaginar una clase con los alumnos inclinados sobre sus pupitres sin dejar de escribir en su cuaderno lo que el docente dicta delante de ellos? ¿Y leer un capítulo de un libro de texto, con la intención de memorizar los datos para repetirlos mecánicamente al día siguiente en un examen?

¿Y estudiar un tema de ciencias bastante complicado sin llegar a saber nunca qué relación guarda con el mundo real y preguntar al profesor con frustración qué sentido tiene aprender eso?

Desafortunadamente, muchos de nosotros tenemos recuerdos de un aprendizaje como este. Fue precisamente este tipo de experiencias lo que alimentó mi deseo de, como docente, buscar sistemas curriculares diferentes. Quería ver cómo un currículo podía ofrecer a los alumnos, no solo una mejor ventana para ver el mundo, sino también una puerta aún mejor que les permitiera acceder a la comunidad global y prosperar en ella.

Tras viajar e impartir clases en diferentes sistemas educativos del mundo, el IB se afianzó en la primera posición de mi lista de currículos preferidos. Los docentes del IB que conocí eran educadores entusiastas e instruidos, apasionados por la filosofía sobre la que se apoyaba el currículo. Apreciaban la amplitud académica del IB y el enfoque holístico del currículo (centrado en el desarrollo integral del alumno), así como la idea de que el aprendizaje es algo que va más allá del aula y un libro de texto. Valoraban que el IB educara el carácter, promoviera el desarrollo de las habilidades sociales y analizara el aprendizaje con una perspectiva mucho más amplia que un examen estandarizado o de opción múltiple.

Los padres de los alumnos del IB se emocionaban al ver brillar los ojos de sus hijos cuando hablaban abiertamente, con entusiasmo y seguridad de lo que aprendían en el colegio cada día. Sí, lo que leen. Niños hablando con entusiasmo (con adultos y compañeros) sobre lo que estaban aprendiendo en clase y cómo lo estaban aprendiendo. Niños comprendiendo su forma de aprender y cómo estudiar de una manera determinada para lograr buenos resultados académicos.

Y a mí, como educadora, lo que verdaderamente me llamó la atención fue ver el compromiso de los alumnos en clase y su deseo por aprender. Las clases del IB animan a todos los participantes (alumnos y docentes) a buscar conocimientos, formular preguntas, colaborar, comunicarse y crear respuestas juntos. No se limitan a las experiencias locales y nacionales y ven el mundo como una sola comunidad global.

Los docentes del IB preparan a los alumnos no solo para plantear preguntas, sino también para resolver problemas que quizás los adultos todavía no hayamos identificado. Lo que verdaderamente llama la atención son esos momentos de revelación que tienen los alumnos cuando conectan una disciplina de aprendizaje con otra, o ven que algo guarda relación con lo que acaban de estudiar en matemáticas o lo que han visto en una película… Es la capacidad de conversar con compañeros de cualquier lugar del mundo y sentirse preparados para ponerse en su lugar y apreciar sus diferencias, plantear preguntas difíciles, reflexionar de manera crítica, desarrollar habilidades de investigación esenciales y aprender a aprender. ¿No es eso lo que los padres y educadores deseamos para los niños? ¿No queremos verlos convertirse en pensadores independientes, capaces de enfrentarse con confianza a un futuro que les ofrece tantas posibilidades? ¿No queremos verlos ilusionados con su futuro y también con la forma en que pueden influir en él en su propio beneficio y en el de los demás?

Por muy idealista que pueda parecer, este pensamiento está basado en las realidades de la educación del IB que he observado tanto dentro como fuera del aula. Mi hija tiene solo dos años, pero deseo que estudie los programas del IB sobre cualquier otra oferta curricular. Quiero que sea una niña compasiva, audaz y de mentalidad abierta, capaz de cuidar de sí misma y, lo que es más importante, también de los demás.

Quiero que piense con creatividad, se comunique con seguridad, solucione problemas de forma realista y sueñe con encontrar respuestas a preguntas imposibles.

Cuando pienso “¿por qué elegir el IB?” me imagino a todos los alumnos que se han graduado en el Dwight, han estrechado mi mano en la ceremonia de graduación y se han embarcado en el siguiente capítulo de su vida. Entonces tengo la tranquilidad de que, a través del IB, les hemos proporcionado una base extraordinariamente sólida para un futuro lleno de éxitos. Han experimentado el vigor académico, han visto el aprendizaje a través de una perspectiva global y han madurado mediante la comprensión del lugar único que ocupan en el mundo. Todo ello los ha puesto en la dirección adecuada para afrontar la vida con seguridad y entusiasmo.

Más de 1.400.000 alumnos de 151 países estudian los programas del IB. Actualmente, el currículo del IB se imparte en 4.495 colegios diferentes. El Dwight, un colegio internacional de Nueva York, se enorgullece de ser uno de ellos.


Dianne Drew es la directora del Dwight School. En 2015, Dianne fue elegida miembro del prestigioso Consejo de directores de colegio del IB, donde desempeña una función de liderazgo estratégica y asesora a la directora general del IB, Siva Kumari, sobre cuestiones importantes del IB que afectan actualmente a los alumnos. Además de ser una responsable de taller, una evaluadora de colegios y una asesora del IB consumada, Dianne forma parte del consejo regional de IB Américas.