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Una alumna crea una organización benéfica dedicada a la costura para ayudar a cientos de mujeres refugiadas

Alya Al-Ammari

Contribución de Alya Al-Ammari, alumna del IB

Siempre había soñado con crear mi propia organización benéfica. Sin embargo, no tenía ni la motivación ni la capacidad de gestionar el tiempo necesarias para compaginar mis aspiraciones con el trabajo del colegio y mis actividades extracurriculares. Y aunque las tuviera, pensaba que sería imposible. Estaba condicionada por la idea de que la cultura árabe no era sinónimo de cultura juvenil, y de que no podía hacer nada diferente a lo que me ofrecían el colegio y las actividades locales.

Cuando mi hermana mayor comenzó a estudiar el Programa del Diploma (PD), también quiso crear una organización benéfica y, obviamente, yo estaba entusiasmada con la idea de participar. Juntas creamos Maharat, una organización benéfica destinada a la crisis de los refugiados, que era el mayor problema existente en mi región en aquel momento. El proyecto comenzó como un pequeño centro en Dhlayl (Jordania), en la frontera con Siria, donde enseñábamos a coser a refugiadas sirias y palestinas, y a mujeres jordanas de familias pobres. Estas mujeres se graduaron en nuestros cursos de costura con habilidades muy valiosas y la capacidad de obtener ingresos para sus familias.

La preparación y la implementación del proyecto nos llevaron dos años, al final de los cuales mi hermana se graduó en secundaria y estaba exhausta. Ese verano, me preocupaba la idea de no ser capaz de llevar el proyecto más allá de los cimientos construidos por mi hermana. Muchas mujeres ya habían terminado su capacitación y la organización benéfica estaba en vías de ser autosostenible.

Como cualquier joven que empieza su segundo ciclo de secundaria, en mi caso en el Ibn Khuldoon National School de Bahrein, me sumergí inmediatamente en mis estudios. La transición entre el décimo curso y el primer año del PD fue algo inédito y realmente emocionante para mí. Cuando nos presentaron las clases de Teoría del Conocimiento (TdC), me parecieron un estímulo nuevo y atractivo.

El PD no ofrecía el tipo de educación protectora a la que estaba acostumbrada. Estaba aprendiendo y viviendo en el contexto de una comunidad global.

Hablábamos sobre Israel y el Holocausto en las clases de Historia. Nuestras lecturas en clase de Inglés tocaban temas difíciles como el asesinato, la violación y la prostitución. De repente, los profesores nos empujaban de forma activa y directa a ser audaces, a aceptar desafíos complejos con la mente abierta, y a actuar en respuesta a situaciones de nuestro interés. Estos valores no solo se enseñaban y aprendían intuitivamente en clase; también eran necesarios para graduarse. Mi experiencia en el PD me sirvió para solucionar mis problemas con la organización y la gestión del tiempo. Durante los meses siguientes al comienzo del PD, puse en marcha dos nuevos proyectos de Maharat yo sola.

Recolecté y catalogué más de 300 vestidos para crear un servicio de alquiler de trajes de boda en cuatro de las áreas más desfavorecidas de Jordania, para mujeres que no podían permitirse participar en este acontecimiento tan importante de la cultura árabe. También organicé un torneo de fútbol en toda la isla para recaudar fondos que se destinarían a calentar los hogares de 40 familias durante el invierno. Iniciamos los planes para abrir un nuevo centro en el sur de Jordania y restaurar el edificio de Dhlayl. El número de mujeres participantes en el proyecto inicial se disparó durante mi primer año del PD. Más de 500 mujeres refugiadas se han graduado en nuestros cursos de costura.

El PD cuestionó mi idea de que los jóvenes son apáticos y pasivos por naturaleza. Pude desarrollar la mentalidad necesaria para hacer crecer mi organización benéfica hasta unos niveles que jamás habría creído posibles.


Alya Al-Ammari es alumna del Programa del Diploma del Ibn Khuldoon National School de Bahrein. ¿Tiene alguna historia que desee compartir? Escríbanos a communications@ibo.org.

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