¿Puede una frase despertar sus deseos de aprender? Ocie Grimsley, exalumna del Programa del Diploma (PD) del Clarke County High School nos cuenta las frases que le sirven de motivación e inspiración para no dejar de aprender.
Contribución de Ocie Grimsley
Recuerdo cuando me sentaba en el sofá de la sala, abrazada a mi perro, y hablaba con mi abuelo sobre todo tipo de temas tabú. Nuestras conversaciones eran caóticas, intensas y emotivas. Cuando debatíamos algo, solía sentirme expuesta a un constante desafío mental. Mi abuelo complicaba nuestras conversaciones deliberadamente para obligarme a pensar sobre mis argumentos. Pero de todas ellas, hubo una frase que se me quedó grabada y sigue siendo parte de mi vida: “El día que deje de aprender será el día que me muera”.
Mi madre siempre me enseñó a mantenerme fiel a mí misma; la mayor parte de mi etapa de desarrollo me la pasé sin saber quién era la verdadera Ocie ni qué representaba. Siempre me decía que cualquier obstáculo que me encontrara en mi camino sería una oportunidad para “demostrar lo que valgo”. A mi padre le encantaba divertirse y también me ayudó a madurar. Me enseñó que los juegos pueden ayudarnos a superar las dificultades. Pero la frase es de mi abuelo baby-boomer, quien siguió trabajando de mecánico incluso después de romperse las dos muñecas a la vez.
La frase de mi abuelo se convirtió en un gran incentivo durante mi etapa de desarrollo, especialmente en los momentos difíciles. Mis años en la escuela primaria estuvieron marcados por unas normas excesivas y ridículas y el acoso escolar, así que no fueron fáciles. Y aunque a menudo me sentía excluida y fuera de lugar, escucharlo pronunciar esa frase me ayudaba en cierto modo a mantener viva mi sed de conocimiento. La uso muy a menudo y me ha servido de inspiración para crear la mía propia: La única pregunta tonta es la que nunca se hace.
Probé a utilizar esta nueva frase durante el primer ciclo de secundaria, y noté que mi curiosidad respondía de una manera menos negativa que en mis años de primaria. En consecuencia, me animé a participar en clases de preparación para el PD y me dispuse a estudiar el programa.
Lo mejor de la vida es aprender algo nuevo.
Los cursos de preparación para el PD de mi colegio eran básicamente cursos avanzados estándar con un poco más de contenido. Los afronté aparentando tener autoestima hasta que comencé el Programa del Diploma real. Este acto de equilibrio mental fue lo que me condujo al PD. Ya he hablado en otras ocasiones sobre la confianza en uno mismo y gestión del tiempo, pero esto es algo diferente. Se trata de la perseverancia. Cuando tenía que afrontar un desafío en el PD, no solo aprendía sobre mí misma, sino que también redescubría el deseo de formular preguntas e investigar de cuando era niña.
No sé cómo habría sido mi vida si hubiera dejado que mis frases se desvanecieran en mi memoria. El futuro siempre es difícil de predecir. Sin embargo, puedo decir que me alegro de ser la rara que escribe ensayos simplemente porque puede y le divierte. Estoy orgullosa de ser un extraño ratoncito de biblioteca que termina yendo mucho más allá de la pregunta planteada. Al fin y al cabo, lo mejor de la vida es aprender algo nuevo.
Mi consejo para cualquier persona que se sienta como una oveja negra en este nuevo año es que persevere. Que haga preguntas “tontas”, porque ahí es donde empieza el compromiso con el aprendizaje durante toda la vida.