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El verdadero rostro de Ruanda

El estudio The Study Rwanda Project de Neysa Sanghavi tiene por objeto desvirtuar las concepciones erróneas relacionadas con el país y sacar a los refugiados de la pobreza

Cuando la alumna del Programa del Diploma (PD) Neysa Sanghavi escuchó hablar por primera vez de Ruanda en sus clases de Historia y Literatura en el Singapore International School de Bombay (India), pensó que se trataba de un país muy tradicional y subdesarrollado.

Pero cuando viajó a Ruanda el pasado mes de septiembre con su madre, Sejal Sanghavi, sus percepciones cambiaron rápidamente. Pudo ver por sí misma que la realidad era totalmente opuesta. Por eso decidió realizar el estudio The Study Rwanda Project, que explora los diferentes aspectos de Ruanda que suelen ser objeto de malentendidos generalizados.

“El genocidio de Ruanda ensombrece todo lo que el país puede ofrecer al mundo. Para muchas personas, el genocidio es el principio y el final de lo que conocen de Ruanda”, señala Neysa.

“Mis concepciones erróneas me llevaron a plantearme cómo íbamos a poder superar los grandes desafíos de nuestro planeta y de nuestra especie si tratamos a una parte tan grande de la población mundial como ciudadanos de segunda”.

Mi estudio Study Rwanda Project tiene por objeto comprender la situación local, identificar oportunidades para mejorar los ámbitos empresarial y sanitario, e impulsar un crecimiento eficaz.

“Cuando llegué a Ruanda por primera vez, tenía la intención de ayudar a sus habitantes a olvidar el pasado”, recuerda Neysa. “Para mi sorpresa, me encontré con una actitud heroica: el pasado los había fortalecido, había hecho que valoraran la vida más profundamente y les había dado a cada uno de ellos una motivación para disfrutar, desarrollar y compartir las ganas de vivir. El pasado ha robustecido a los ruandeses, los motiva para luchar por el cambio y, sobre todo, los ha convertido en una fuente de inspiración para mí”.

“Al final de mi primera visita, sabía que inevitablemente volvería a ese maravilloso país”.

Desde aquel primer viaje, Neysa volvió para celebrar el Día Mundial del Refugiado en el campo de refugiados de Kiziba en junio de 2017, donde habló ante un público de 17.500 refugiados y varios dignatarios. También visitó el campo de refugiados de Mahama y empezó a investigar la malaria, una enfermedad mortal que suele transmitirse a través de los mosquitos. Normalmente, alrededor de un 50 % de los refugiados del campo son diagnosticados de malaria.

“La mejor manera de combatir la enfermedad es crear conciencia sobre su prevención. El poder de la educación es nuestra herramienta más eficaz para reducir los casos de mortalidad y morbilidad ocasionados por la malaria a largo plazo”, señala Neysa.

Ayudar a los refugiados a salir de la pobreza

Neysa y Sejal Sanghavi realizaron una investigación de las posibles ideas de negocio (basadas en los recursos naturales del país) que podrían ayudar a sacar a los refugiados de la pobreza y darles independencia económica.

“Mi madre y yo decidimos hacer algo con la tierra roja de Ruanda, que es rica en óxido de hierro, silicato de magnesio, calcio, sodio y otros minerales”, señala Neysa. “También es rica en caolinita, una sustancia empleada por compañías cosméticas de todo el mundo, lo que significa que tiene un mercado internacional”.

Desde entonces, Neysa se ha reunido con Seraphine Mukantabana, ministra de Gestión de Desastres y Atención al Refugiado, con Saber Azam, representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y con una serie de funcionarios del Gobierno de EE. UU. para discutir la inclusión económica en Ruanda.

Con el objeto de mejorar la calidad de vida local y explorar oportunidades para crear nuevos sectores de exportación, Neysa propuso desarrollar las industrias de la cosmética, los abonos orgánicos, la perfumería y la alfarería, así como dar un nuevo impulso al turismo a fin de ayudar a crear puestos de trabajo para los refugiados.

“La presentación tuvo muy buena acogida entre los asistentes. Después, dedicamos un tiempo considerable a discutir detalles más prácticos sobre la mejor manera de ejecutar estas ideas en el mundo real”, explica.

Neysa también ha hecho grandes progresos en cuanto al cambio de perspectiva sobre Ruanda entre sus compañeros de clase, a los que ha animado a visitar el país. Gracias a ello, Neysa y 25 compañeros viajarán a Ruanda para iniciar los proyectos que ella misma propuso con la ayuda de ACNUR y el Ministerio de Gestión de Desastres y Atención al Refugiado.


Este artículo forma parte de una serie de historias de la revista IB World, concebida para dar a conocer las extraordinarias iniciativas que están llevando a cabo alumnos y educadores del IB de todo el mundo. Siga estas historias en Twitter: @IBorganization, #IBcommunitystories. Si desea compartir experiencias e historias extraordinarias, escriba a editor@ibo.org.

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