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Bibliotecas en el siglo XXI: una batalla entre percepción y realidad

Contribución de Pilar Quezzaire

Vista panorámica de una biblioteca escolar de Ámsterdam. Fotografía cedida por Joe O’Brien, bibliotecario del Amsterdam International Community School (Países Bajos).

Cuando el hombre encargado de la cuarta biblioteca pública más grande del mundo insiste en que las tecnologías digitales representan más una oportunidad que una amenaza para las bibliotecas, por algo será. En una entrevista para Forbes Magazine, Anthony W. Marx, presidente de la Biblioteca Pública de Nueva York, rebatió los temores sobre la desaparición de las bibliotecas:

Hay quienes piensan que la era digital supone una amenaza de muerte para las bibliotecas. En mi opinión, representa la mayor oportunidad de su historia, lo que significa que esta institución de gran escala tan querida para millones de personas también se encuentra en un momento de renovación vital. En mi línea de trabajo, se trata de una combinación insuperable.

A decir verdad, las bibliotecas y los bibliotecarios han cambiado, pero no todo el mundo se ha dado cuenta. Quienes tienen el privilegio de poder acceder a Internet, pueden buscar todo tipo de información en la Web. Gran parte de la cultura global moderna está almacenada en bits y bytes de datos, y empaquetada para un consumo adaptado a todas las preferencias. En este sentido, Internet parece guardar muchas similitudes con una biblioteca —o, como mínimo, con un repositorio de información— distribuida a escala global pero a la que se accede de manera local. Sin embargo, la presencia de Internet ha invisibilizado en cierto modo las bibliotecas; de ahí que muchos no sean conscientes de cómo han evolucionado, qué las hace únicas y por qué es tan importante que coexistan con Internet.

Marx señala esta distinción:

Existe una concepción errónea de que una biblioteca es un repositorio de libros. Una biblioteca es un repositorio de información, donde además se comparte, se accede a esta y se orienta sobre su uso.

Para muchos bibliotecarios, la colaboración es el aspecto que más impacto tiene de su trabajo. Fotografía cedida por Stefanie Gaspari, directora de servicios bibliotecarios del Trinity Grammar School de Sídney (Australia).

No cabe duda de que Internet es un recurso inmenso, pero no orienta la creatividad y la comprensión, sino que está diseñado para reflejar preferencias, más que necesidades. Los algoritmos, los robots y los sistemas de seguimiento de las redes sociales filtran y empaquetan la información a partir de búsquedas, pero no destacan la información que nos ayuda a aprender y profundizar nuestra comprensión. Sigue siendo necesario que los seres humanos investiguen, analicen y, en última instancia, tomen decisiones sobre cuestiones difíciles y complejas. Las fuentes de Internet no suelen estar diseñadas para ayudar a realizar este tipo de tareas. De hecho, pueden tener un efecto negativo en nuestro criterio y limitar lo que hacemos en función de cómo esté empaquetada la información.

Una imagen anclada en el pasado

Muchos Colegios del Mundo del IB han modernizado sus bibliotecas con el objetivo concreto de rebatir determinadas percepciones sobre la función que cumplen en la comunidad. Pese a esto y a la evidente transformación que se ha dado en la mayoría de las bibliotecas y los bibliotecarios, todos ellos afrontan problemas relacionados con estas percepciones. La visión nostálgica de las bibliotecas puede influir en las decisiones en torno a la adquisición de recursos, de modo que los colegios, incluso con las mejores intenciones, pueden subestimar o malinterpretar la función que desempeñan las bibliotecas y los bibliotecarios. (Hochman, 2016)

Las bibliotecas encajan con elegancia en muchos espacios, como demuestra esta biblioteca de California. Fotografía cedida por Jolene Finn, de la época en que trabajaba en el Santa Margarita Catholic High School de California (EE. UU.).

La idea de que las bibliotecas son puertas físicas o conceptuales que se pueden abrir y cerrar es nostálgica y pertenece al pasado. Las bibliotecas se pueden utilizar como ayuda para comprender la información, pero ya no la contienen toda. No controlan o limitan lo que podemos aprender. Las bibliotecas son espacios agradables que nos invitan a acercarnos a la información y nos proporcionan servicios que nos ayudan a comprenderla. Ninguna biblioteca del siglo XXI tiene la función principal de controlar el acceso y no existe ninguna biblioteca como un único espacio físico.

El valor de las bibliotecas se puede argumentar de una forma más amplia si se hace alusión a los servicios que proporcionan a la comunidad y a las diferentes maneras en que se pueden conservar para promover la lectura, la alfabetización y la participación de la comunidad. Las bibliotecas no desaparecen cuando cierran sus puertas. Hay bibliotecas en el ciberespacio, en los centros comunitarios y en las aulas. Las hay en los consultorios médicos y en las librerías. Cualquier espacio o conjunto de recursos que esté diseñado para la lectura y el uso de la información es, en cierto modo, una biblioteca. Cualquier colección de información que esté catalogada o clasificada puede ser una biblioteca. Cuando una biblioteca física cierra, se pierde un lugar identificable del aprendizaje, lo cual resulta trágico y no debe suceder, sea cual sea su costo o el espacio que ocupa. El concepto de “biblioteca” puede existir y existe en cualquier parte, y debe prestar un apoyo activo a la comunidad con independencia de los espacios físicos existentes.

Las bibliotecas también son aulas y los bibliotecarios, docentes, tal y como se demuestra en una clase de gestión de la información en Estados Unidos. Fotografía cedida por Gina Finley, auxiliar técnica de biblioteca del Dublin Scioto High School de Ohio (EE. UU.).

La visión nostálgica de las bibliotecas también se aplica injustamente a los bibliotecarios

Los estereotipos en torno a las funciones de los bibliotecarios han dado lugar a recortes de personal y cambios que, a largo plazo, son perjudiciales para la enseñanza y el aprendizaje. La idea estereotipada de que los bibliotecarios “son sobreprotectores con los libros” y “siempre están mandando a la gente callar” (Jennings, 2016) está muy presente en los medios de comunicación, pese a que por todas partes podemos ver muestras de lo contrario. Algunos colegios siguen sin ser conscientes de la experiencia y los conocimientos que los bibliotecarios aportan a la enseñanza y el aprendizaje en la era de la información, y dan por sentado que las bibliotecas solo sirven de apoyo para los currículos escritos, y no para la indagación y el desarrollo personal de todos lo miembros de la comunidad.

Las bibliotecas también se ocupan de otros aspectos de la vida escolar que mejoran las experiencias de aprendizaje de todos. Son también espacios polivalentes que pueden ofrecer recursos de lectura para el desarrollo académico y el disfrute personal. También pueden ser espacios sociales, experimentales y seguros en muchos sentidos. Por tanto, un sistema de biblioteca funcional del siglo XXI dinamiza el currículo y el colegio en general y, en algunas áreas, anima la vida y la cultura escolar.

Fotografía cedida por Gina Finley, auxiliar técnica de biblioteca del Dublin Scioto High School de Ohio (EE. UU.).

Una biblioteca funcional proporciona información y posibles derroteros para la enseñanza y el aprendizaje. Además, si cuenta con los recursos adecuados, también puede servir de guía para el aprendizaje durante toda la vida. Enseñar un currículo sin una biblioteca funcional es como pilotar un avión sin un panel de instrumentos.

Todos los Colegios del Mundo del IB están obligados a proporcionar servicios de biblioteca. La función y el diseño de las bibliotecas mejoran considerablemente con la presencia de un bibliotecario con experiencia. Las bibliotecas deben reflejar lo que puede y debe ser un centro de información activo del siglo XXI, y en el caso de los Colegios del Mundo del IB, también deben dinamizar y apoyar plenamente la educación del IB.

La realidad de los bibliotecarios en los Colegios del Mundo del IB

El impacto y la influencia de los bibliotecarios con experiencia en la cultura escolar se evidencian de inmediato en las colecciones y los servicios que ofrecen. El lenguaje empleado por el colegio para describir las alfabetizaciones múltiples, la indagación y el desarrollo de la lengua a menudo indica si el bibliotecario cumple una función esencial en la vida y la cultura escolares. En los programas del IB de mayor calidad, los bibliotecarios son miembros activos de los equipos de liderazgo pedagógico de los colegios o distritos que deben dinamizar y apoyar.

Hay circunstancias externas, como las fluctuaciones presupuestarias, las nuevas construcciones escolares y la introducción de nuevas tecnologías, que pueden influir en lo que se espera de los bibliotecarios. Muchos afrontan su trabajo con incertidumbre cuando los colegios tienen problemas con los recursos, una situación que puede poner en riesgo la enseñanza y el aprendizaje. Este tipo de factores externos se pueden mitigar para promover lo que el bibliotecario es y puede llegar a ser, y no deben ensombrecer lo que un bibliotecario debe hacer para apoyar, ampliar y dinamizar la enseñanza y el aprendizaje en los programas del IB. Aunque los recursos sean limitados, los bibliotecarios pueden desarrollar enfoques excepcionales para dinamizar los programas del IB con el apoyo adecuado y el liderazgo del colegio.

Los bibliotecarios hacen que adoremos las bibliotecas. Fotografía cedida por Carole Mondin, de la época en que trabajaba en el American International School of Lagos (Nigeria).

Un diálogo abierto sobre las bibliotecas

Las comunidades tienen necesidades e ideas muy diferentes en torno a la naturaleza y la función de sus bibliotecas. Por tanto, es sumamente importante mantener un diálogo abierto sobre ellas. Este tipo de diálogo abierto y continuo está pensado para plantear ideas, planes, cuestiones y acciones que transformen la comunidad escolar. Se caracteriza por la mentalidad abierta de los participantes a la hora de abordar los diferentes temas y preguntas. El diálogo abierto es uno de los métodos más eficaces para explorar cómo las bibliotecas y los bibliotecarios pueden dar respuesta a las necesidades y los objetivos de la comunidad.

Al entablar este tipo de diálogo, los resultados y las acciones que se derivan de él adquieren significado para toda la comunidad escolar.


Pilar Quezzaire es la responsable curricular del desarrollo de todos los programas del IB en La Haya (Países Bajos).

References

WOLFE, J. “The 21st Century Library: A Conversation with NYPL’s Anthony Marx”. En Forbes Magazine. 2015. forbes.com.

GAIMAN, N. 2013. «Neil Gaiman: Why Our Future Depends on Libraries, Reading and Daydreaming.» En The Guardian. Guardian News and Media.

HOCHMAN, J. 2016. School library nostalgias. En Curriculum Inquiry. 46:2, 132-147.

 

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