El huracán Irma destruyó todo lo que encontró a su paso por las Islas Vírgenes Británicas. Un Colegio del Mundo del IB local puso en marcha un programa de difusión comunitaria para ayudar a los más afectados.
“La sensación de distorsión y desorientación hizo que todo pareciera un sueño el 6 de septiembre de 2017, cuando el huracán Irma pasó sobre nosotros”, relata Anna Kinkead, maestra del Programa de la Escuela Primaria (PEP) del Cedar International School (Islas Vírgenes Británicas).
“La situación era de incertidumbre para muchas personas, porque no sabíamos si íbamos a poder satisfacer nuestras necesidades básicas, como la comida, el agua y la seguridad. Algunos negocios quedaron irreparables y la información nos llegaba a cuentagotas. Sin embargo, lo más duro fue ver el estado de devastación en el que quedaron el 90 % de las casas y miles de vehículos y barcos. La ayuda del ejército llegó poco después, así que daba la sensación de estar en medio de una guerra”.
El huracán Irma destrozó las casas del personal y los alumnos. “Algunos alumnos incluso tuvieron que refugiarse en los baños durante la tormenta porque temían por sus vidas”, recuerda Kinkead.
Con un suministro eléctrico limitado y sin agua corriente, el colegio volvió a abrir 27 días más tarde con diferentes programas de difusión comunitaria para ayudar a restablecer la normalidad y ayudar a la población local.
El grupo de difusión hospitalaria investigó dietas saludables para los pacientes con diálisis y repartió paquetes de alimentos y artículos de higiene entre los pacientes. Por su parte, el grupo de refugiados e internos preparó y distribuyó alimentos entre los residentes.
“Los alumnos demostraron curiosidad sobre la forma de ayudar a la isla a recuperarse y propusieron sus propias ideas para crear los diferentes grupos de servicio”, señala Kinkead.
El refugio de animales abandonados quedó destruido, lo cual también ocasionó problemas. Un grupo de alumnos trabajó con PAW, una organización local, para bañar a los animales y prepararlos para su evacuación fuera de la isla. Para ayudar a cubrir los gastos ocasionados, los alumnos recaudaron fondos.
También había tareas urgentes que realizar en el colegio para ponerlo en marcha, así que otros grupos se encargaron de retirar los escombros, arreglar el jardín y despejar las playas locales. Muchos de los proyectos continuarán como parte de Creatividad, Actividad y Servicio (CAS) y se utilizarán en la exposición del PEP.
Pese a la situación tan traumática que sufrieron los alumnos durante la tormenta, las secuelas que dejó les ofrecieron una gran oportunidad para aprender. Uno de ellos comentó: “Hemos aplicado todo lo aprendido hasta el momento en el colegio para poner en práctica nuestras habilidades durante el huracán Irma. No fue nada fácil pasar por todo eso, pero hemos progresado y seguimos trabajando para recuperar la esencia de nuestra isla”.
Kinkead añade: “Poco más de cinco meses después, hay quien sigue sin suministro eléctrico, pero el nivel de apoyo y conexión humana ha sido abrumador”.
Este artículo forma parte de una serie de historias de la revista IB World, concebida para dar a conocer las extraordinarias iniciativas que están llevando a cabo alumnos y educadores del IB de todo el mundo. Siga estas historias en Twitter: @IBorganization, #IBcommunitystories. Si desea compartir experiencias e historias extraordinarias, escriba a [email protected].