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Aprender a predicar con el ejemplo, sin negatividad

La graduada del Programa del Diploma (PD) Regina Labardini nos habla sobre su pasión por aprender y transmitir esta pasión a otras personas en la universidad.


Contribución de Regina Labardini

Quizás no me diera cuenta entonces, pero ahora estoy segura de que consiguió que mis amigos y yo nos convirtiéramos en alumnos trabajadores y con iniciativa propia, cuya pasión e interés por el aprendizaje nacen de dentro.

Cuando comencé mi primer semestre en la universidad, fantaseaba con poder al fin rodearme de personas que tuvieran mis mismos intereses y motivaciones, y con las que hablar el mismo lenguaje académico sin que hubiera malentendidos. Tenía en la cabeza la maravillosa idea de que estaría siempre aprendiendo cosas nuevas de mis compañeros de clase. Pero, por desgracia, esa fantasía se quedó en lo que era: una fantasía. Justo cuando pensaba que no podía ser más feliz por haberme graduado por fin en secundaria y poder dejar atrás todo ese estrés, me doy cuenta de cuánto echo de menos ese lugar.

Todos hemos pasado por lo mismo en el PD: el estrés del cómputo de palabras de la Monografía, los interminables trabajos de evaluación interna y la necesidad de tener que recordar constantemente cuáles eran las diferencias entre las pruebas 1, 2 y 3 de cada asignatura. ¿Un número de convocatoria? ¿Qué es eso? En aquel entonces, empecé a preguntarme si todo el desgaste que sufrimos los alumnos del Programa del Diploma (PD) merecía la pena. Es posible que los alumnos actuales del PD todavía no lo sepan, pero cuando se gradúen y empiecen la universidad, descubrirán las maravillosas ventajas de ser graduado del PD.

Hacia el mes de octubre de mi primer año en la universidad, empezaron a asignarme muchos trabajos en equipo, lo cual no era nada nuevo para mí como exalumna del PD. Sin embargo, esta forma de trabajar sí que era toda una novedad para quienes no habían estudiado el PD. Pronto me encontré participando en trabajos en equipo que prácticamente se habían hecho de manera individual.

Decidí olvidarme de toda la negatividad y utilizar mis habilidades de liderazgo positivo.

La absoluta desilusión de mis descuidados compañeros de clase me llevó a pensar en la única explicación posible para aquella situación: la falta de interés. Era obvio que a algunos les importaba un bledo cualquier asignatura que estuvieran estudiando, si dicha asignatura era de su agrado o si los profesores transmitían entusiasmo en clase. Despreciaban cualquier cosa que les hubiera hecho sentir que encajaban en ese preciso momento y lugar. No buscaban nada que les permitiera disfrutar de sus nuevas experiencias de aprendizaje. Llegué hasta el punto de pensar de verdad que mi universidad admitía a personas que no tenían interés en estudiar o hacer algo productivo con su vida, y ese pensamiento me llenó de ira, por decirlo de algún modo.

Entonces empecé a hablar y compartir anécdotas con mis antiguos compañeros del PD, quienes habían comenzado sus estudios en otras universidades. ¿Cuál era el denominador común? Todos nos encontramos con personas sin interés en estudiar ni un conocimiento aparente del concepto de trabajo en equipo. Después de hacer varios trabajos y proyectos, y de sufrir el estrés que supone no poder confiar en la capacidad de trabajo de los demás, decidí olvidarme de toda la negatividad y utilizar mis habilidades de liderazgo positivo.

En lugar de gestionar y realizar el trabajo por mi cuenta, empecé a dirigir al equipo para que lo hiciéramos juntos. Al animarlos constantemente a mejorar su desempeño, decirles de buena manera lo que había que hacer y garantizar que hubiera una comunicación eficaz entre todos los miembros del equipo, conseguí unos excelentes resultados, además de tranquilidad. Por suerte, también conocí a otras personas, que ahora son amigos, con las mismas ganas que yo de enriquecer su aprendizaje y sus habilidades mientras estudian y exploran un campo de su interés.

Lo menos que puedo hacer con todas las habilidades que desarrollé durante el PD es compartir la pasión por el aprendizaje, la emoción de ser una persona curiosa e indagadora…

Después de esta dura prueba —la de organizar un equipo para lograr buenos resultados—, me siento inmensamente agradecida por haber sido alumna del Programa del Diploma del IB. Y es algo que también me ha hecho pensar. Quizás no todas las personas que conozca en la universidad (o en la vida) hayan tenido las mismas oportunidades que yo. Lo menos que puedo hacer con todas las habilidades que desarrollé durante el PD es compartirlas: compartir la pasión por el aprendizaje, la emoción de ser una persona curiosa e indagadora y, sobre todo, mantener una mentalidad abierta a la hora de abordar cualquier desafío. También he llegado a la conclusión de que echo de menos mi delirante y estresante etapa en el PD. Quizás no me diera cuenta entonces, pero ahora estoy segura de que hizo que mis amigos y yo nos convirtiéramos en alumnos trabajadores y con iniciativa propia, cuya pasión e interés por el aprendizaje nacen de dentro.


 

Regina Labardini estudió el Programa del Diploma en el Tecnológico de Monterrey, Campus Santa Fe, de Ciudad de México. Decidió continuar con sus estudios y actualmente está cursando una especialidad en Economía y una segunda especialidad en Finanzas. A Regina le encanta hablar en público, inspirar y ayudar a los demás, y le gustaría ser examinadora del IB en el futuro.