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Mi superpoder del PD: el auténtico valor

Thea Kurniawan se incorpora este año a nuestro equipo de exalumnos colaboradores de 2018 para compartir su experiencia como graduada del Programe del Diploma (PD). En su primer artículo, cuenta cómo su etapa en el PD le permitió encontrar la perseverancia y el valor que necesitaba para desarrollar su confianza en sí misma durante su experiencia en el IB y su vida posterior.


Contribución de Thea Kurniawan

Describir el Programa del Diploma (PD) como un simple currículo educativo sería quedarse muy corto.

Aunque en su momento se tratara de una experiencia muy exigente, fueron los trabajos de evaluación interna, las horas de Creatividad, Actividad y Servicio (CAS) y todo lo demás los que me convirtieron en la persona que soy en la actualidad. Entre los numerosos valores y virtudes que el programa ayuda a desarrollar en los alumnos, hubo uno que destacó especialmente para mí: el valor. Lo que antes consideraba un atributo poco deseable y relacionado con la terquedad y el orgullo, ahora es una señal de honor que demuestra coraje, tenacidad y una perseverancia apasionada.

Thea Kurniawan completó el PD en el Binus International School Simprug de Yakarta.
Al comprender e interiorizar el valor durante mi etapa en secundaria, cambió mi forma de percibir el mundo y desarrollé ciertos talentos positivos. Era un ratón de biblioteca y muy tímida, así que este atributo fue para mí como una cómoda crisálida de la que emergió una mariposa de ojos brillantes dispuesta a aceptar lo que el futuro le deparara. El auténtico valor se convirtió en mi superpoder.

No pasa nada si nos equivocamos y tropezamos en la vida, siempre y cuando nos sacudamos el polvo, volvamos a ponernos en pie y sigamos adelante.

Llegué relativamente tarde a la comunidad del IB. Tras cursar un solo año del Programa de los Años Intermedios (PAI), me zambullí hasta las profundidades ondulantes del PD. “El temido PD”, oí murmurar a un compañero de clase cuando entraba a la sesión de presentación del primer día. “Olvídate de tu vida durante dos años”, dijo otro. Una mezcla de emociones se agitaba en mi interior. La mayoría de nosotros nos sentíamos como en el primer tramo de subida de una montaña rusa: emocionados, asustados, nerviosos y curiosos. No sabíamos lo que nos esperaba al otro lado. ¿Una caída o un ascenso?

Mi experiencia en el PD no fue en absoluto un camino de rosas. Hubo muchos obstáculos, errores, sacrificios e incluso lágrimas. Hubo momentos en los que me sentí muy sola y perdida, en los que no sabía cual sería mi siguiente punto de apoyo en este escarpado ascenso a la cima del éxito educativo. Todos los trabajos, pruebas, presentaciones y ensayos superaban con creces la carga de trabajo que yo podía gestionar. Estuve a punto de tirar la toalla… A punto, porque fue en el peor momento cuando aprendí el verdadero significado del perfil de la comunidad de aprendizaje: cómo reflexionar sobre mis retrocesos y convertirlos en trampolines, formular preguntas en cualquier momento, apreciar la importancia de un estilo de vida equilibrado, comunicarme con mis familiares y amigos, y mucho más. Estos atributos se fusionaron y me abrieron los ojos para que confiara en mí misma y persiguiera mis sueños. No pasa nada si nos equivocamos y tropezamos en la vida, siempre y cuando nos sacudamos el polvo, volvamos a ponernos en pie y sigamos adelante. El PD me ayudó a desarrollar mi valor.

Mi aventura en el IB fue, sin lugar a dudas, el capítulo de mi vida en el que más aprendí y crecí. El capítulo en el que descubrí mi superpoder.

Este valor me acompañó durante el resto de mis días en el PD. Tenía más fe en mi selección de asignaturas, mi decisión de ejercer una profesión que rompe no solo con los estereotipos relativos al género, sino también con los de índole social e incluso familiar, y mi elección de dedicar tiempo a hacer cosas que me gustan. De repente, todo estaba en su sitio, la niebla se disipó y dejó ver una versión de mí rejuvenecida, en parte resiliente y en parte despreocupada. Y así seguí, incluso en el momento de saltar del trampolín de la secundaria para zambullirme en la universidad. Ahora que tengo mi primer trabajo a tiempo completo, el valor forma parte de mis decisiones del día a día. Quiero derribar barreras, asumir riesgos e inspirar a chicas jóvenes para que hagan lo mismo.

Recibí del IB mucho más de lo que esperaba. Descubrí el valor de las relaciones positivas, la importancia del esfuerzo previo al éxito y que el viaje es más importante que el destino. Nunca olvidaré la revelación que significó descubrir el auténtico valor en el colegio y espero que otros alumnos también puedan encontrar el suyo. Mi aventura en el IB es un recuerdo agridulce. Fue, sin lugar a dudas, el capítulo de mi vida en el que más aprendí y crecí. El capítulo en el que descubrí mi superpoder.


Thea Kurniawan obtuvo el diploma del IB en el Binus International School Simprug de Yakarta en 2013. Se graduó en ingeniería en la Universidad de Australia Occidental en 2017 y actualmente trabaja en la división de gestión de proyectos de Ernst & Young. En su tiempo libre, le gusta colaborar como voluntaria con organizaciones juveniles y defender el lugar de las niñas en el campo de las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas.