Jamie Chiu, una de las oradoras destacadas de la Conferencia global del IB en Hong Kong, habla de cómo los colegios pueden promover la salud mental de sus alumnos
Jamie Chiu es psicóloga clínica y fundadora de The Brightly Project. Cuando era adolescente, Chiu sufrió depresión y ansiedad, pero no recibió ayuda porque no mostraba signos visibles.
Ahora, a través de The Brightly Project, Chui ayuda a colegios y profesores a sentirse más competentes, capaces e informados a la hora de apoyar de manera proactiva a los alumnos en riesgo de cometer suicidio.
En la charla que dará en la Conferencia global del IB en Hong Kong (del 24 al 26 de marzo de 2019), Chiu hablará de la salud mental y el bienestar de los alumnos de colegios de alto rendimiento, y de los patrones que se han observado a partir del análisis de los datos de salud mental de varios miles de alumnos de secundaria.
Basándose en sus investigaciones y su trabajo con los colegios, ¿diría que existe una conexión directa entre el estrés académico y la ansiedad o la depresión?
El estrés académico y su posible relación con el aumento de los casos de ansiedad y depresión es un tema de actualidad.
Cuando empecé a analizar y diagnosticar la salud mental en los colegios en 2011, los datos indicaban que los alumnos que sufrían ansiedad y depresión mencionaban los problemas con amigos o familiares como los más importantes. Sin embargo, últimamente, y sobre todo en los colegios de alto rendimiento con los que trabajo, los alumnos señalan el estrés académico como el principal factor desencadenante.
Lo que yo veo es una generación de alumnos cuyo desarrollo está marcado por una evaluación constante, pruebas importantes y la comparación con sus compañeros. De hecho, en octubre de 2018 la American Psychological Association publicó un estudio que concluyó que los alumnos sufren más estrés que los adultos.
Pero por mucho que queramos dar una explicación simple de las razones por las que tantos jóvenes padecen ansiedad y depresión, no disponemos de pruebas suficientes para señalar como causa al estrés académico. Está la cuestión de por qué unos adolescentes que sufren estrés desarrollan depresión y otros no.
Si analizamos más a fondo los datos, observamos diferencias entre los adolescentes que sufren estrés y depresión, y los que sufren estrés pero no depresión. Tal vez no sea de extrañar que en esta ecuación haya que tener en cuenta si el alumno se siente preparado para sobreponerse al estrés y cuál es su nivel de confianza con respecto a su situación.
¿Qué protege a los alumnos de los efectos negativos del estrés?
Existen muchos elementos que ayudan a proteger a los alumnos de los efectos negativos del estrés y una salud mental frágil. El factor de protección más importante es que el alumno cuente con al menos un adulto con el que se sienta apoyado, valorado y atendido. Hay muchas investigaciones que lo avalan: en 2015, un estudio de Harvard concluyó que todos los niños que obtienen buenos resultados han tenido a su lado a un adulto comprometido que los ha apoyado de manera constante.
La razón por la que es tan importante que los colegios estén alerta es que en el caso de los alumnos que no tienen una vida familiar estable, un profesor con el que se sientan atendidos pueda ofrecerles ese respaldo protector.
¿Qué factores exponen a los alumnos a un mayor riesgo de sufrir problemas de salud mental?
Existen muchos factores, pero uno cuyos efectos son siempre negativos es el acoso escolar, ya sea en persona o a través de las redes informáticas.
A nivel individual, sufrir acoso escolar es una experiencia traumática que puede conducir a los jóvenes a mostrarse hipervigilantes, a analizar constantemente el entorno para ver si están en peligro y a estar siempre preparados para pelear, huir o simplemente quedarse quietos. Desenvolverse en ese “modo de supervivencia” requiere mucha capacidad mental y, por consiguiente, entorpece la habilidad cognitiva del alumno para tomar decisiones, recordar cosas, concentrarse en las tareas y cumplir objetivos a largo plazo.
Por eso, un alumno víctima de acoso escolar también es más propenso a tener problemas para aprender y responder por su carga de trabajo, lo que a su vez puede dañar aún más su autoestima y exponerlo a un mayor riesgo de sufrir problemas de salud mental.
Además, cuando una persona joven sufre acoso escolar, esa experiencia dificulta su desarrollo socioemocional y su capacidad para empatizar con otras personas y confiar en ellas. También se observa en estas personas una mayor propensión a desarrollar patrones de pensamiento negativos, tales como la tendencia a culparse por situaciones ajenas a su control, obviar el lado positivo de las cosas y exagerar el negativo, y reaccionar de manera desproporcionada ante supuestas amenazas.
Un niño víctima de acoso escolar puede desarrollar el discurso de “todo lo que pasa es culpa mía, no puedo confiar en nadie, lo mejor es que me rinda”, el cual es muy dañino y perjudica a largo plazo la capacidad para establecer relaciones de confianza significativas.
Creo que los colegios pueden ejercer un influjo muy positivo al eliminar el factor de riesgo que supone el acoso escolar.
¿Cómo podemos enseñar a los alumnos que su valía personal no está ligada a su éxito académico?
Los adolescentes que reciben a menudo calificaciones que están por debajo de lo que creen que se espera de ellos me han dicho que se sienten unos “fracasados” y que son “tontos”. Muchos alumnos brillantes con los que he trabajado también caen en la trampa de basar toda su identidad en ser buenos alumnos y pueden verse incapaces de superar los fracasos o reveses académicos. Y ese discurso personal de “si no soy bueno en el colegio, significa que no valgo lo suficiente” tiene efectos negativos duraderos en todas las áreas del desarrollo de una persona joven.
Hay muchas maneras de enseñar a los alumnos que su valía personal va mucho más allá de las calificaciones. Una de ellas es crear más oportunidades para que los alumnos desarrollen sus puntos fuertes y hagan aportes significativos.
Sirva de ejemplo el caso de un colegio que puso en marcha un programa de robótica a la hora del almuerzo, en el que se capacitaba a los alumnos menos brillantes para enseñar a compañeros de cursos inferiores a usar los equipos y ayudarlos como mentores en sus proyectos. Me parece una idea fantástica porque sirvió para que los alumnos que siempre habían rendido peor en el ámbito académico tuvieran un sentido de la responsabilidad y el reconocimiento, y se sintieran una parte importante del colegio.
¿Cómo pueden los colegios apoyar de manera eficaz a los alumnos que sufren estrés, ansiedad y depresión?
Un alumno puede ir a ver al asesor escolar y sentirse apoyado y animado en su despacho, para luego regresar a las clases (y a los problemas). La cuestión es que el colegio está lleno de profesores que quieren ayudar a sus alumnos, pero se sienten intimidados e inseguros a la hora de abordar la situación. Según mis observaciones, lo que ejerce un increíble impacto es que los colegios se aseguren de que todo el mundo se sienta más competente a la hora de ayudar a los alumnos con problemas de salud mental, y que no solo sean los asesores escolares los que ayuden a estos niños.
En un colegio con el que trabajé, el cual capacitó a los tutores de los cursos para mantener conversaciones individuales con los alumnos sobre su salud mental, vimos que todos los alumnos (no solo los que tenían problemas) se sentían mejor atendidos y más apoyados, y tenían la tranquilidad de saber que sus profesores estaban ahí para hablar si lo necesitaban.
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