Según un nuevo informe, entre los 8 y los 9 años declina el interés en la lectura por placer. La revista IB World ha investigado por qué y qué medidas están tomando los padres y docentes del IB para revertir esta tendencia.
La lectura por placer ayuda a mejorar la alfabetización, la confianza en uno mismo, el bienestar, el desarrollo, el desempeño educativo y las habilidades sociales. Adoptar este hábito a una edad temprana puede inspirar un amor duradero por la lectura, que ofrece una forma divertida de dejar volar la imaginación, y permite explorar diferentes lugares y experiencias vitales.
Sin embargo, el número de niños que se consideran “lectores frecuentes” disminuye entre los 8 y los 9 años, según apunta el Kids and Family Reading Report (en inglés) de 2018, elaborado por la editorial Scholastic.
La encuesta realizada a más de 1.000 niños de 6 a 17 años y sus padres reveló que el 57 % de los niños de 8 años afirman leer por placer entre cinco y siete días a la semana. Sin embargo, solo el 35 % de los niños de 9 años muestran unos hábitos de lectura similares. El número de niños que se declaran ávidos lectores cae del 40 % al 28 % entre los 8 y los 9 años. Scholastic ha denominado esta tendencia el “descenso de los 9”.
Este hallazgo es preocupante si tenemos en cuenta que las investigaciones llevadas a cabo anteriormente por la Annie E. Casey Foundation en EE. UU. revelaron que la competencia lectora en tercer curso (entre los 8 y los 9 años) es un indicador claro del futuro éxito académico.
Además, otros estudios han hallado que las niñas son más propensas que los niños a leer de manera frecuente en casi todos los países desarrollados, y a adoptar actitudes positivas hacia este hábito. Un estudio global de la OCDE (en inglés) de 2009 reveló que, en promedio, solo la mitad de los niños disfrutaban con la lectura, en comparación con las casi tres cuartas partes de las niñas. Según la OCDE, la lectura por placer es un hábito que puede ser fundamental para lograr un buen desempeño en clase.
Cómo evitar el “descenso de los 9”
Los motivos del descenso en los hábitos de lectura son muy diversos, y uno de ellos es que, a medida que los niños crecen, tienen que atender a diversas obligaciones que exigen tiempo, como pueden ser las actividades extracurriculares. En una de sus respuestas, un alumno de 16 años decía: “La verdad es que no tengo tiempo para leer los libros que quiero. Cuando era más pequeño todo era más fácil, y podía leer lo que quisiera”.
Existe la idea equivocada de que los niños solo deben leer libros adaptados a su nivel, pero eso no es así. “Lo que leen no es tan importante como el hecho de que lean”, declaró Mary Alice Garber, clienta del departamento de literatura infantil y juvenil de la tienda Politics and Prose (EE. UU.), a la revista The Atlantic. “Los padres deben fomentar la lectura libre y dejar que los niños elijan según sus intereses”.
Los cómics y las novelas gráficas son igual de válidos y complejos que cualquier otro formato de lectura. Los niños pueden obtener, como mínimo, los mismos beneficios que cuando leen otros tipos de libros, según explica Carol Tilley, miembro del departamento de biblioteconomía y ciencias de la información de la Universidad de Illinois. Existen pruebas de que los cómics enriquecen el vocabulario de los niños e infunden amor por la lectura.
Y añade: “Para que la lectura permita adquirir unos conocimientos o una comprensión significativos, los lectores deben abordar cualquier texto teniendo conocimiento de las convenciones sociales, lingüísticas y culturales pertinentes. Y si nos fijamos en cómo las imágenes y las palabras se complementan para contar una historia, nos daremos cuenta de que los cómics son igual de complejos que cualquier otro tipo de literatura”.
Una de las mejores maneras de promover la lectura es predicar con el ejemplo. Adina Lav, madre de varios alumnos del IB, explica: “Leo delante de mis hijos para que me vean y sigan mi ejemplo. También buscamos tiempo para hacer sesiones de lectura en familia, en las que cada uno leemos nuestros libros”.
Lav cree que, si bien los dispositivos que causan adicción pueden tener parte de la culpa de que los niños se distraigan demasiado y pierdan el interés por la lectura, tampoco hay necesidad de prohibir la tecnología. “Lo ideal es combinar la lectura y la tecnología”, afirma.
La labor de dar a conocer a los niños una amplia variedad de textos, medios y géneros incluye las historias en línea y los libros electrónicos. Estos formatos pueden conseguir que la lectura les resulte más atractiva. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, según varios estudios de menor envergadura, la lectura en papel es más beneficiosa para la memoria y la concentración que la lectura en pantallas electrónicas.
La lectura no debe verse como una tarea rutinaria, sino como una ruta alternativa para aprender más sobre el mundo que nos rodea, y también como una vía de escape.
Lav añade: “Debemos interesarnos en lo que leen nuestros hijos. Se debe leer con ellos, al mismo tiempo o los mismos libros. También hay que hablar sobre libros y visitar la biblioteca local como actividad familiar”.