Eduardo Sebastián Flores Linares, graduado del Programa del Diploma (PD), nos cuenta su trayectoria en la educación superior tras su etapa en el IB. Es la segunda vez que participa en nuestra serie de historias de graduados.
Elegir un camino a futuro nunca será fácil para los adolescentes que tienen muchas posibilidades en mente. En sí, es muy complicado que un chico de 16 años se decida por algo en específico, y mucho menos cuando se trata de su trayectoria en la vida. Así que la confusión en un primer momento será normal y la lucha interna será normal. Todo esto se debe a la clásica volubilidad de nuestra generación y al estar buscando lo mejor dentro de la gran gama de profesiones disponibles sin siquiera ver lo que de verdad nos gusta. La pregunta a la que me enfrenté apenas salí del colegio por última vez fue si lo que yo quería estudiar era lo que me iba a ayudar a vivir cómodamente en años más tardíos de mi vida. Existe la posibilidad de escoger algo que realmente no te gusta sólo por querer tener una mejor economía, y esta es casi siempre la opción que suele ser escogida. No obstante, para mí la respuesta nunca fue la más certera posible. Más que nada por la presión que a veces uno recibe por parte de amigos y familiares, o por lo que se puede leer en Internet luego de arduas horas de duda.
Pero realmente la respuesta está en lo que uno quiere y lo que uno debe hacer porque de verdad le gusta y le atrae la idea de desempeñarse en ese ámbito. El grado de error puede ser cualquiera, pero siempre estarán abiertas las oportunidades, la idea será desempeñarnos en lo que mejor hagamos y lo que de corazón queramos; es la única manera de llegar a una trascendencia a futuro a raíz de nuestros propios logros. Mi camino fue difícil, pero lo comparto para que conozcas a lo que te puedes enfrentar en años venideros. Esta es mi historia de todo mi paso desde el colegio hasta la universidad, no fue un camino fácil, pero, en definitiva, son el camino y las dudas a lo largo de ese corto trayecto lo cual lo hacen emocionante. Un trayecto en el cual uno debe tomar la más grande decisión de toda su vida: escoger una carrera universitaria y desempeñarse en ella.
La universidad soñada y la elección
“La universidad nunca será la que hace al alumno, es el alumno quien se hace a sí mismo”.
Usualmente, en un primer momento todos tenemos una idea de adónde queremos llegar y qué tan lejos lo lograremos. Son los primeros deseos luego de dejar arduos años de estudios escolares, y definitivamente salimos con ganas de “comernos el mundo”, lograr lo que nuestros padres han logrado en años pasados y desempeñarnos lo mejor que podamos. El medio siempre será el aprendizaje, esto es obvio, y de por medio estará la universidad que escojamos.
En mi caso, tenía la idea de ir a la universidad de mis sueños donde pueda estudiar lo que más me gusta y llegar a alcanzar mi sueño de ser un comunicador. Apenas iba terminando el último año del colegio, las universidades empezaban a visitarnos e incentivarnos a lograr alcanzar una vacante. Era por demás emocionante y, de verdad, siempre le puse énfasis a la universidad en la cual ya me había imaginado estar. También estaba encantado e ilusionado de que mis amistades pensaran también en la misma opción. Le di una vital importancia a las charlas que venían por parte de ese centro educativo y ya me sabía de memoria todo el proceso que debía seguir para entrar. No era fácil y, como dice el dicho, “quien quiere celeste que le cueste”. Definitivamente, en un primer momento me vi dentro de esa universidad y ya podía oler el éxito universitario que vendría por detrás de tan solo esa decisión.
La universidad en la que había pensado era la mejor del país y tenía una infraestructura de ensueño, los materiales adecuados, el ambiente preciso, la malla curricular que me ayudaría a alcanzar mis metas. En mi mente, sólo era cuestión de esforzarme y lograrlo. Lamentablemente, a veces esto puede ser un poco largo, y a veces puede llegar a ser imposible.
Rendirse nunca fue una opción, pero, a veces y sólo a veces, el tiempo pasa y puedes llegar a sentir la presión de tener que tomar una opción antes de verte perdido en postulaciones y demás. Siempre se tratará de esforzarse lo máximo que se pueda, lograr alcanzar el sueño de estar en el lugar donde uno verdaderamente quiere estar por mucho que cueste y por mucho que valga, al final, la decisión está en uno mismo y debe ser firme. Mi experiencia, ahora viéndola desde lejos, no fue así, pero la comparto para que tú, lector, puedas guiarte y seguir adelante a pesar de las desavenencias de la vida.
Postulé alrededor de dos veces a mi universidad soñada, en mi país el sistema educativo superior es muy complicado y no muchos obtienen lo mejor. La primera vez que fallé en la postulación me sentí a morir, sentía que la situación se iba complicando en un momento de mi vida donde la mayoría de mis compañeros salían con una vacante a la universidad soñada, pero yo sentía que aún no había demostrado mi máximo potencial y no pude alcanzar la vacante. Aún no era razón de desesperarse, bastaba con enfocarme bien y lograr alcanzar ese espacio soñado.
En las siguientes postulaciones tampoco alcancé ese espacio, quizá a esas alturas la desesperación y la impotencia de no poder lograr estar en la universidad soñada me afectaron gravemente. Pero te digo que siempre habrá oportunidad de seguirlo intentando, se tratará siempre de lograrlo con el mejor enfoque y concentración. Nunca hay que rendirse, si es la universidad en la cual quieres estar de verdad, enfócate en ella y lucha por estar ahí. Se trata de mucho esfuerzo y dedicación. Es más, muchos de mis compañeros tuvieron que estar postulando más de 10 veces, salirse de sus redes sociales, “quemarse las pestañas” y leer constantemente sus repasos para lograr entrar a la universidad soñada.
Siempre se tratará de dedicación y lograr ese espacio que tanto uno puede querer. No hay que desesperarse. Quizá me dejé llevar por los espaciados momentos de postulación que en mi país suelen dejarse, en donde para postular tienes que esperar varios meses y decidir entrar a otra universidad donde la calidad era igualmente buena pero no era la soñada. Sin embargo, la universidad nunca será la que hace al alumno, es el alumno quien se hace a sí mismo y el que se debe esforzar para lograr ser el mejor en lo que hace; ese a quien las empresas querrán y al que le lloverán propuestas laborales. Eso lo aprendí desde otra universidad, no la que soñé, pero dando todo de mí para luego alcanzar algo mucho mejor. Todo eso sale de uno mismo.
Crisis de por medio
“Estar en esos momentos de dudas y temor son experiencias increíbles”.
Ninguna carrera nos hará ricos de inmediato, siempre se tratará de seguir en el camino de la educación y de aprender a luchar por ser los mejores e irremplazables en nuestros trabajos futuros. Es parte de la vida. Yo estaba en una buena universidad, estudiando la profesión que había pensado era mi preferida. No obstante, empecé a leer las noticias de interés donde te suelen decir “las carreras mejores pagadas” y “las profesiones más necesitadas”, donde básicamente hacen una lista valorando o desvalorando profesiones en cuestiones puramente salariales. Me dejé llevar y empecé a pensar: “¿Por qué no podría estar en una de esas carreras?”. Dejé de lado lo que me gustaba para aventurarme en el camino de ser un profesional de otra carrera únicamente por el objetivo de tener más dinero en un futuro.
Algunos de mis amigos pasaron por este episodio mucho tiempo después, algunos pasaron por esto mucho tiempo antes. Es imposible saber cuándo pasará y si de verdad pasará. Algunos son constantes e invariables en sus decisiones y jamás pasarían por episodios así, algunos no tanto. La psicología suele ayudar en estos casos para enfocarnos a una carrera que es la que de corazón queremos por más dudas que existan de por medio. Pero, de por sí, estar en esos momentos de dudas y temor son experiencias increíbles, pero son parte del proceso, y a cualquier persona le puede suceder. Dudar de la profesión que escogiste suele ser lo más común y hay muchos factores que suelen mediar, uno de estos lo mencioné al comienzo: la estabilidad económica posterior a terminar la carrera.
Definitivamente, algo de mis propios sueños particulares influyó en la decisión, nunca fue algo fácil. Desde hacer cola para pedir mi cambio de carrera hasta convencer a mis padres que era la mejor opción para mí sin estar completamente seguro, y sin negar que algo de lo que estaba haciendo era íntegramente para “un mejor futuro”. Pero quizá estaba dejando de lado mis propios gustos, la profesión que de verdad me gustaba únicamente por otra que me iba a dejar mejor posicionado salarialmente.
Cuando empecé la nueva carrera, vi que no todo era divertido. Que no iba a disfrutar del proceso y que, en definitiva, no era una carrera hecha a mi medida. Empecé a fallar abruptamente y luego terminé en una especie de desazón donde no sabía a exactitud lo que iba a lograr al final. Fue difícil darme cuenta de esto en medio de tanto esfuerzo y de tanta duda, y, más aún, darme cuenta de que no era la carrera, sino que era yo mismo. A veces no nos damos cuenta de nuestras potencias, de lo que verdaderamente somos capaces de hacer con esmero, o de todo lo que en realidad nos gusta y lo ponemos en un segundo plano.
Fue un choque tremendo tener que volver a hacer la cola, volver a hablar con mis padres, reflexionar sobre lo sucedido y tener que hacer todo de vuelta para darme cuenta de que realmente vale lo que verdaderamente me gustaba hacer y no cualquier otro camino donde no iba a estar contento conmigo mismo. Afortunadamente tuve el apoyo de todas las personas a mi alrededor que me hicieron ver las cosas como en realidad eran y no como una noticia o una lista “me lo podían pintar”.
La perseverancia es la clave
«Empiecen a pensar de forma optimista, recuerden que la perseverancia los llevará a donde realmente quieran ir».
Es complicado pensar en mi vida académica. He tenido momentos buenos y malos, y experiencias difíciles y desagradables. Sin embargo, siento que siempre he buscado lo mejor para mí y lo que ha estado a mi alcance gracias a las oportunidades que me han dado mis padres. Muchos podrían decir que soy una persona muy inconstante por haber cambiado de carrera y de universidad como uno cambia de calcetines, pero considero que experimentar y comprender el alcance de cada profesión es necesario para elegir la opción en la que uno se sienta absolutamente cómodo, de la misma manera en que es necesario buscar la mejor universidad y no rendirse hasta el final.
Las experiencias internacionales que mencioné en un artículo anterior se presentaron ante mí de forma sorprendente mientras hacía algo diferente que me satisfacía. Seguí el proceso para entrar en una universidad europea y lo logré. Tuve la oportunidad de disfrutar una nueva cultura, una sociedad distinta, una mejor calidad de vida y unas libertades que nunca había tenido anteriormente. Sin embargo, poco después, empecé a sentir que esa no era la profesión que deseaba, ni la universidad donde quería estudiar en un principio.
Es normal sentirse fuera de lugar cuando no se está cómodo con lo que se hace. Lo importante es tomarse el tiempo de buscar los cambios adecuados que puedan llevarnos a vivir la vida que deseamos en realidad, y a forjar el futuro que siempre hemos querido y que verdaderamente nos conviene.
Después de hacer un análisis personal, que me tomó bastante tiempo, comprendí que estaba estudiando para una profesión que no cumplía con mis expectativas. Indagué mucho para conocer distintas opciones de carrera y comprender mis habilidades. Fue así como descubrí que mi trayectoria ideal apuntaba a un área completamente distinta. No obstante, si bien ya tenía una ruta, me hacía falta una manera de seguirla.
La universidad de mis sueños tenía un nuevo proceso de admisión y decidí presentar mi solicitud por tercera vez, después de abandonar la universidad europea donde estaba estudiando. Dice el dicho que “la tercera es la vencida” y, en este caso, fue verdad. Actualmente estoy matriculado en la universidad en la que siempre quise estudiar, y disfruto cada segundo de formar parte de una institución que se preocupa por sus alumnos y la política nacional, además de ser una de las mejores de América Latina y la mejor de mi país. Nunca pensé que iba a lograrlo, pero si tuviera que darles un consejo, les diría que nunca pierdan la esperanza de conseguir lo que desean, porque en verdad pueden hacerlo. Quizá la posibilidad de estudiar en una universidad excelente parezca lejana e imposible, pero no deben permitir que el saboteador que todos llevamos dentro les gane la partida. Empiecen a pensar de forma optimista, recuerden que la perseverancia los llevará a donde realmente quieran ir.
Eduardo Flores Linares se graduó del IB en el Colegio San Agustín de Lima (Perú) y actualmente realiza sus estudios de grado en Administración de Empresas en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Se considera alguien que busca lograr cambios positivos para beneficio de la sociedad, una persona confiable y con una actitud de aprendizaje durante toda la vida. Cuando no está debatiendo sobre cómo mejorar la calidad de vida en todo el mundo, le gusta pasar tiempo divirtiéndose con sus amigos. Si desea más información sobre él, puede consultar su perfil en LinkedIn.
Para conocer mejor a los graduados del Programa del Diploma (PD), eche un vistazo a estas historias de los programas del IB. Si quiere compartir su historia como graduado del IB, escríbanos a [email protected]. Agradecemos su contribución a las historias del IB y le invitamos a conectarse con nosotros a través de LinkedIn, Twitter y ahora también Instagram.
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