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El periplo hacia la igualdad en el deporte en Arabia Saudita

De pequeña, la exalumna del IB Saja Kamal tuvo dificultades para jugar al fútbol en Arabia Saudita. En la actualidad, trabaja con miras a empoderar a otras mujeres y niñas de todo el mundo para que participen en actividades deportivas, y planta cara a las costumbres que apartan a la mujer del deporte.

Saja Kamal, senior government consultant and member of the Equal Playing Field (EPF).

Saja Kamal, asesora gubernamental sénior y miembro de la ONG Equal Playing Field (EPF).

El fútbol femenino era una realidad prácticamente inexistente hace 50 años, dado que las mujeres tenían dificultades para encontrar una cancha en la que pudieran jugar. Entre 1921 y 1971, la Football Association (FA), el organismo que regula el deporte en Inglaterra, tenía prohibido a las mujeres usar los terrenos de juego de los hombres. Alegaba que el deporte era “una práctica inadecuada para las mujeres y no debía promoverse”. Por desgracia, este punto de vista traspasó fronteras.

Hoy en día, el fútbol femenino es una práctica habitual en muchos lugares del mundo, pero en otros países todavía queda trabajo por hacer, como bien sabe la exalumna del IB Saja Kamal. Creció en Arabia Saudita entre finales de la década de los 80 y principios de los 90, y era una de las pocas niñas que participaban en prácticas deportivas.

Pasión por el fútbol

Saja Kamal, que ahora es empresaria y asesora gubernamental sénior en Riad (Arabia Saudita), es una apasionada del fútbol desde los cuatro años. Sus padres siempre la apoyaron y la animaron a jugar. “Mi padre era académico, y mi hermana y yo crecimos con las mismas oportunidades que nuestros hermanos varones. En nuestra cultura, las mujeres no practicaban deporte, pero si a mí me gustaba y quería probar, él no iba a impedírmelo”, explica Saja.

Sin embargo, solo podía jugar al fútbol en su complejo residencial (en privado) y era la única niña de su localidad a la que se lo permitían. “Las mujeres que no vivían en el complejo no podían participar de ninguna manera en actividades deportivas”, señala Saja. “Era imposible. Era un lugar muy difícil en el que crecer”.

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Saja Kamal jugando al fútbol en su jardín.

Su padre la inscribió en un complejo estadounidense en Arabia Saudita, donde se organizaban clubes extraescolares, como el de fútbol, para niños y residentes de otros países. Saja era una de las pocas niñas saudíes que participaban en ellos. Sus habilidades mejoraron rápidamente y la seleccionaron para representar a su país en torneos juveniles internacionales, como la Schwan’s USA Cup de Minnesota. Sin embargo, pese a haber jugado en más de seis países durante más de doce años, nunca recibieron el reconocimiento oficial de equipo nacional.

“Seguí jugando al fútbol; no me importaba cuánta gente me dijera que no debía o no podía hacerlo”, afirma Saja.

A los 12 años, el padre de Saja la vistió de chico para que pudiera ver un partido de su ídolo en su ciudad natal.

Saja añade: “No entendía por qué no me permitían jugar al fútbol en el colegio o la universidad, ni acceder a los estados o ir al gimnasio. Me costaba aceptar esas restricciones tan ilógicas, así que decidí desafiarlas siempre y cuando con ello no hiciera nada incorrecto ni perjudicara a nadie. Cuestionar determinadas barreras culturales o ideologías machistas forma parte de mi deseo de ser yo misma. Y yo quería jugar al fútbol”.

Mi experiencia en el IB

El padre de Saja quería que ella y su hermana estudiaran el Programa del Diploma (PD). Sin embargo, en aquel momento los colegios de Arabia Saudita no lo ofrecían a chicas. El Ministerio de Educación establecía que las chicas de Arabia Saudita solo podían estudiar en colegios para chicas, así que se matricularon en el Naseem International School (NIS), un Colegio del Mundo del IB de Bahréin (a dos horas de su casa). El cambio cultural fue enorme.

One of the Equal Playing Field (EPF) teams in Saudi Arabia.

Saja Kamal con sus compañeras de equipo.

Pasó de hablar solo árabe a hablar inglés, de un sistema educativo segregado en el que solo tenía compañeras y profesoras mujeres a un entorno mixto y de los libros de texto prescritos por el Ministerio de Educación a libros de tapa dura importados de otros países.

Al reflexionar sobre su experiencia en el IB, Saja asegura: “Me encantaba Teoría del Conocimiento (TdC). Los profesores eran muy diferentes de los que había conocido hasta el momento e hicieron que mi experiencia fuera inolvidable. Estudié Historia Islámica en inglés por primera vez y vi mi religión desde una perspectiva nueva y extraordinaria. También estudié árabe, inglés, matemáticas y biología”.

Estudiar en Bahréin ofreció a Saja oportunidades muy valiosas relacionadas con el fútbol. Pudo participar en torneos y formar parte de equipos, como el de la academia de fútbol del Arsenal (que más tarde pasó a llamarse Juventus Club), donde jugaba como delantera derecha.

«Viajé a Londres para jugar al fútbol con el Arsenal. Fue una experiencia muy reveladora que me dio fuerza a pesar de las adversidades.»

Después del colegio, Saja estudió Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la Universidad Northeastern de Boston (EE. UU.). “La educación del IB me brindó una base sólida sobre la que apoyarme y seguir creciendo. Me ayudó a terminar mis estudios en menos tiempo: en cinco años, me gradué con una doble especialidad, una doble especialidad secundaria, un máster y una especialización. Sin la influencia del IB, no hubiera podido conseguirlo.

Durante su etapa en la Universidad Northeastern, Saja decidió que quería dedicarse por completo al fútbol, pero se desanimó por la ausencia de oportunidades profesionales. “Perdí la esperanza de dedicarme al deporte. Llevaba dos décadas luchando contra viento y marea y estaba agotada”.

Saja Kamal and other Equal Playing Field (EPF) players competing in a match on Mount Kilimajaro.

Saja Kamal y otras jugadoras de Equal Playing Field (EPF) durante un partido en el monte Kilimanjaro (imagen cedida por Arab News).

Una influencia positiva

Saja trabaja actualmente para eliminar barreras y ayudar a las futuras generaciones. Creó su propio equipo de fútbol de 30 jugadoras de Arabia Saudita y forma parte de una ONG llamada Equal Playing Field (EPF), que se dedica a empoderar a mujeres y niñas para que participen en actividades deportivas. EPF ha batido tres récords mundiales:

Récord Guinness por jugar el partido de fútbol a mayor altitud en el monte Kilimanjaro

Récord Guinness por jugar el partido de fútbol a menor altitud en el mar Muerto

Récord Guinness por jugar el partido de fútbol con más jugadoras

“Trabajamos sobre el terreno con jóvenes futbolistas de Tanzania, Jordania y Francia durante cada uno de los récords. Como exparticipante y miembro de EPF, he forjado muchas relaciones auténticas y valiosas con mujeres de todo el mundo vinculadas al deporte. Es una ONG extraordinaria cuyo trabajo está íntegramente orientado al empoderamiento de la mujer y su desarrollo en el ámbito del fútbol y el deporte”.

Vientos de cambio

Cada vez hay más mujeres en Arabia Saudita que participan en actividades deportivas gracias a las reformas introducidas por el plan Saudi Vision 2030, que promueve diferentes alternativas profesionales entre la población femenina.

Ahora las mujeres pueden acceder a los estadios de fútbol y otros eventos deportivos. El año pasado, seis chicas de Arabia Saudita escoltaron al equipo de fútbol nacional en su entrada a la cancha en el partido inaugural de la Copa Mundial de la FIFA. Sin embargo, todavía no hay un equipo de fútbol nacional femenino.

“No cabe duda de que ha habido mejoras en Arabia Saudita, pero tenemos que seguir trabajando para alcanzar la verdadera igualdad mediática y salarial. Se trata de un periplo constante y continuo con la FIFA que debemos completar si queremos cumplir los objetivos del plan Vision 2030”, explica Saja.

«Nuestras categorías deportivas siempre aparecen entre paréntesis. Queremos igualdad en el terreno de juego, pero necesitaremos más apoyo para que las masas se movilicen, y mucho más esfuerzo.»

Saja agrega: “Se está hablando del primer equipo nacional femenino de la historia de Arabia Saudita. Quiero participar en cualquier esfuerzo que se pueda hacer para que eso sea una realidad. Juegue o no en el equipo, quiero ver a unas mujeres mucho más activas. Necesitamos seguir progresando como país, y espero que algún día seamos libres para participar en actividades deportivas donde queramos y cuando queramos”.

Saja está orgullosa de lo mucho que ha avanzado Arabia Saudita desde que ella jugaba al fútbol en secreto. “Si no fuera por las mujeres que, como yo, han roto techos de cristal, han abierto nuevos caminos y han sido obstinadas, rebeldes y, en ocasiones, molestas, creo que no habríamos llegado tan lejos”, afirma.

Saja Kamal together with her teamates.

Saja Kamal con sus compañeras de equipo.

¿Qué opina del trabajo de Saja para alcanzar la igualdad en el deporte en Arabia Saudita? Cuéntenoslo en los comentarios👇🏼