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Conversación con el Dr. Dave Anderson del Child Mind Institute

Se habla con frecuencia de la gestión del estrés, pero a veces es más fácil hablar de esto que llevarlo a la práctica. En lo que respecta a la salud y el bienestar, ¿qué importancia tiene la gestión del estrés?

Dr Anderson: Gestión del estrés es tremendamente importante, sobre todo porque estamos en una situación que nadie había vivido antes —o que muy, muy pocas personas en el mundo habían vivido— con este tipo de distanciamiento social o las medidas en respuesta a la pandemia que estamos teniendo que adoptar en este momento.

De lo que mucha gente no se da cuenta —y creo que ha planteado dos puntos clave— es que conocer la teoría de cómo gestionar el estrés es muy diferente de hacerlo en la práctica. Algo que hemos hecho bien los profesionales de la salud mental, creo que en los últimos cinco años aproximadamente, es haber generado cierta discusión entre la población acerca de algunos conceptos generales relativos a la salud mental, y lo que se necesita para cuidarla y lograr cierto bienestar. Eso es muy positivo.

Sin embargo, también es cierto que los seres humanos somos predecibles, en el sentido de que, una vez que sabemos algo, pensamos que con solo saberlo ganamos la batalla, pero eso no es lo que pasa con la salud mental. La salud mental se parece más al ejercicio físico. Tenemos que ejercitar los músculos todos los días para asegurarnos de que, cuando realmente los necesitemos, vamos a ser capaces de gestionar un determinado estrés.

Por eso, creo que lo que enfatizamos en muchos de nuestros materiales son los pasos prácticos que la gente puede dar para desarrollar la gestión del estrés. No se trata solo de saber que quizá vayamos a estar más sensibles, sino de prestar atención a esas emociones e intentar descubrir en qué punto son más intensas y, luego, tratar de descifrar qué estrategias de afrontamiento conductuales específicas, qué estrategias de relajación o qué estrategias de conciencia plena podríamos aplicar, e intentar que las personas realmente las trabajen en la práctica. Finalmente, creo que el último aspecto relacionado con la gestión del estrés es que estamos esforzándonos por ayudar a la gente a darse cuenta de que el afrontamiento activo cumple una función, en el sentido de que tenemos una técnica que podemos usar para afrontar el estrés, pero que la estrategia principal durante la pandemia es la aceptación. Se trata de dejar de lado nuestro perfeccionismo y saber que habrá cierta incertidumbre que tendremos que tolerar, porque no sabemos con precisión cuándo cambiará la vida o cuándo volveremos a algo parecido a la normalidad.

Entonces, en cierto nivel, estamos tratando de ayudar a las personas para que apliquen los pasos para el bienestar durante varios días y piensen: “Bueno, voy a hacer esto los próximos días. Ese será mi plan”, y que después sigan avanzando desde ahí.

Escuchar la entrevista completa en el podcast de historias del IB

Entonces, según su analogía del ejercicio físico —que me encanta—, si estamos en un gimnasio, queda bastante claro lo que tenemos que hacer si hace un tiempo que vamos: las repeticiones, las máquinas … pero, ¿cómo sabemos cuántas repeticiones de ejercicios de afrontamiento tenemos que hacer?

Claro, entiendo. Comenzamos con muchos de los recursos en línea que estamos preparando en este momento, consejos diarios que publicamos en Child Mind y las transmisiones en Facebook Live que hacemos dos veces al día. Nos centramos en estrategias de bienestar básicas que todos conocemos, pero a las que quizá no se les ha prestado mucha atención en esta crisis en particular. Lo que queremos es que la gente empiece con lo básico: dormir, comer, hacer ejercicio, y cierto grado de contacto social. Si podemos tildar algunos de esas casillas, estamos bien encaminados para gestionar el estrés.

Entonces, le podemos decir a alguien que sabemos que la pandemia ha hecho que se mezclen todos los horarios y que, aun cuando trabajamos desde casa, no sabemos qué día de la semana es y no hay nada que nos ayude a marcar los tiempos…

Lo que tenemos que hacer es seguir una cierta estructura… ¡No vamos a mirar todos los capítulos de Rey Tigre el martes a la noche! Nos vamos a acostar a una hora razonable. Vamos a dormir ocho o nueve horas y a intentar empezar desde el principio.

También está el hecho de que hay muchas familias que, durante esta pandemia, están teniendo problemas para cubrir sus necesidades básicas por distintas razones, o casos en los que la inestabilidad laboral o financiera trae la preocupación de si habrá dinero suficiente para comprar alimentos o productos básicos.

Pero bueno, si suponemos una situación de base en la que una familia tiene los medios para alimentarse, intentamos ayudarlos a pensar en que, dentro de las prácticas básicas de bienestar, está el comer de manera regular en horarios que tengan cierta estructura. Por ejemplo, si vamos a trabajar, antes probablemente desayunamos, luego almorzamos cerca del mediodía y cenamos más tarde a la noche, con suerte con la familia.

Lo que estamos viendo es que, cuando las personas pierden esa estructura, quedan a la deriva muchos hábitos de bienestar. Están comiendo a cualquier hora, tienen más hambre y se irritan más de lo necesario, no duermen en ciclos que beneficien el ritmo circadiano y, por último, en cuanto al ejercicio físico, para muchos las actividades que podemos hacer son limitadas. Yo prefiero los deportes en equipo, pero no se pueden hacer ahora, así que he tenido que pensar en que, si bien no me gusta tanto correr, quizá sea lo mejor que puedo hacer en esta situación.

Tratamos de asegurarnos de que las personas empiecen por estas tres cosas, y luego intentamos pensar en las relaciones sociales. Hacemos inventarios con la gente. Les decimos: “Si pensamos en las personas con las que estás pasando el confinamiento, ¿hay algo de esas relaciones que le pueda alegrar? Pueden ser actividades que disfrutes o conversaciones productivas”. Si no hay nada —porque sabemos que hay mucha gente en confinamiento con familiares y que no están contentos con la situación, por más que amen a su familia—, entonces intentamos pensar en cómo pueden mantener un contacto social fuera del hogar a través de medios digitales.

Si podemos implementar esas prácticas básicas de bienestar, podemos empezar a ser más precisos. Podemos preguntar: “¿Cuáles son los peores momentos?”. Ya sabemos que están estructurando su día, así que podemos aplicar estrategias de afrontamiento adicionales.

Los padres, en especial en la comunidad del IB, están haciendo mucho ejercicio físico, en el sentido de que están yendo y viniendo por la casa, asegurándose de que sus hijos hagan las tareas, los trabajos de clase y quizá ellos también tienen trabajo, además de las cosas que suelen suceder en una casa. ¿Tiene algún consejo específico para los padres que están más ocupados que de costumbre?

«La salud mental se parece más al ejercicio físico. Tenemos que ejercitar los músculos todos los días para asegurarnos de que, cuando realmente los necesitemos, vamos a ser capaces de gestionar un determinado estrés.»

Por supuesto. Creo que lo primero… es curioso, porque cualquier padre diría que lo que ha descrito de estar yendo y viniendo entre las clases en línea, su propio trabajo y las responsabilidades de la casa es como haber estado todo el mes pasado viviendo en otro país. Se trata de cansancio mental y no de ejercicio físico propiamente dicho.

Estamos escuchando muchas historias de cansancio físico y mental debido a ese ciclo, y tenemos que poder planificarlo con tiempo para no terminar agotados. Por eso, algunas de las cosas que les estamos diciendo a los padres en este momento son… Primero, queremos que los que están lidiando con todas esas cosas se den cuenta de que, hoy en día, el mundo es más compasivo de lo que creen. Muchos padres nos están contando que sus empleadores, de cierta forma, están intentando adaptarse a esto y, juntos, están tratando de ver qué es razonable y cómo pueden seguir produciendo trabajo de calidad mientras manejan lo que está pasando. Entonces, por un lado tenemos eso, y también el hecho de que esto es nuevo para los docentes y educadores. En ese sentido, escuchamos que los padres a veces dicen: “¡No puedo creer que el colegio mande esto! ¡No puedo creer que pongan estos requisitos!”. Y nosotros les decimos que se pongan en contacto con el colegio, porque para ellos todo esto es nuevo también. Hay muchos hábitos que no están definidos en este momento, por lo que no van a ser tan rígidos o inflexibles. Tienen que ver qué pueden acordar con ellos para facilitar un poco las cosas.

Una vez que nos hayamos puesto en contacto con todos, tenemos que volver a lograr que las personas reduzcan esas expectativas tan altas que tienen para ellos mismos, o su sentido del perfeccionismo. Les decimos a los padres que, si al final del día han tenido un par de arrebatos y se califican a sí mismos con un 7 u 8 sobre 10, entonces han tenido un buen día de pandemia.

Cuando vemos las listas de tareas de los padres y nos dicen: “Hoy quiero hacer estas 6 cosas para mis hijos, estas otras 6 cosas para el trabajo y estas otras 6 cosas en la casa”, nuestra respuesta es: “Perfecto. Elija una cosa de cada lista. Haga 3 y tenga 2 extra, pero no 18”.

Durante esta pandemia, tenemos que perdonarnos por no ser tan productivos o eficientes. Todo lleva más tiempo. Hay más cosas que requieren nuestra atención y nuestro tiempo.

En muchos aspectos, estamos intentando que los padres logren tolerar la incertidumbre, sean amables con ellos mismos y compasivos en los momentos en que sienten que han fracasado, porque no tienen todas las herramientas a su disposición, y que se pregunten cada día: “¿Cuál es mi prioridad?”. Si tenemos un día realmente difícil en el trabajo, porque se cumple algún plazo de entrega o algo similar, quizá los niños no vayan a tener el día más productivo de clases en línea, porque no somos docentes, o viceversa. Del mismo modo, si estamos ocupándonos de estas dos cosas en este momento y no llegamos a lavar los platos hasta la mañana siguiente, o tenemos que gritarle a nuestro hijo adolescente para que los lave, es así, y podría ser peor.

Estamos tratando de que la gente se perdone lo más posible a medida que se adaptan a esta crisis.

Entonces, para aquellos padres que sí se encuentran en el rol de educadores, ¿tiene algún consejo sobre cómo hacer un seguimiento específico del aprendizaje en casa, especialmente si es su primera vez?

«Estamos intentando que los padres logren tolerar la incertidumbre, sean amables con ellos mismos y compasivos en los momentos en que sienten que han fracasado, porque no tienen todas las herramientas a su disposición»

Algunas de las cosas de las que hablamos mucho con los padres en nuestras sesiones clínicas en estos momentos son los andamiajes según el nivel de desarrollo de sus hijos.

Si tenemos un niño en los primeros años de la escuela primaria, es muy probable que nos tengamos que sentar a su lado casi todo el día para que se concentre. Se puede encontrar un ritmo, en el sentido de que quizá podamos trabajar desde casa mientras el niño participa de una clase a través de Zoom o realiza alguna tarea, pero para eso es necesario cierto andamiaje y eso es algo que tenemos que tomar con calma.

Para los niños que estén en los años intermedios, depende. Estamos viendo muchos más padres de niños con dificultades de aprendizaje o trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), que quieren saber qué grado de apoyo pueden brindarles en estos momentos en que los niños no disponen de los servicios de apoyo del colegio que normalmente tienen.

Por último, en el caso de muchos alumnos de secundaria, tenemos padres que nos preguntan: “¿Cómo puedo supervisar la cantidad de trabajo que hace si me echa y quiere trabajar solo en un lugar aislado?”.

Otra de las cosas que estamos abordando con los padres en relación con el trabajo escolar es la idea de que los colegios no tienen la intención de poner en riesgo las calificaciones de los alumnos que hubieran aprobado el curso si no se hubiera dado la pandemia, porque todos estamos tratando de adaptarnos a un mundo nuevo de educación en línea.

Por lo tanto, en cierto grado, estamos intentando que los alumnos se comprometan de algún modo con su trabajo y que se esfuercen durante las horas del día que reservemos para la educación en casa. No se trata de pensar en si están haciendo el mejor trabajo que habrían hecho antes de la pandemia, sino de si lo están haciendo sin pelear demasiado con los padres, si son capaces de alcanzar un nivel similar al que espera el docente y si pueden después dedicar parte del día a cosas que no sean del colegio. Es decir, aun cuando no haya sido un día productivo de aprendizaje a distancia, antes del coronavirus los niños llegaban a casa después del colegio y podían tener un momento para ellos, sin que el profesor estuviera repasando lo que pasó durante la jornada escolar o mencionando qué errores cometieron, y es muy importante poder repartir el tiempo de esa forma. Así, cuando llega la tarde, podemos pasar tiempo juntos y dejar las tareas para el día siguiente, dejar de lado el colegio y centrarnos en las relaciones familiares y en hacer algo divertido, para que nuestro hijo no nos vea solo como el “súper profesor”, sino como el padre o la madre que le brinda apoyo.

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