El conflicto entre Rusia y Ucrania ha tenido un considerable impacto en Ucrania, y el British International School, Ukraine no ha sido una excepción. El colegio ha permanecido abierto durante estos tiempos inciertos y ha servido como lugar de refugio e incluso de normalidad para el alumnado, tanto en la modalidad virtual como presencial.
Hablamos con el director del colegio, David Cole, sobre cómo el centro se ha adaptado desde la invasión para garantizar la continuidad de la enseñanza de forma segura. Cole reflexionó también sobre la resiliencia del alumnado y del personal en estos tiempos de crisis.
¿Podría hablarnos de cómo el British International School, Ukraine se ha visto afectado por la invasión de Ucrania y cómo se ha adaptado a la situación?
Nuestro compromiso ha sido siempre permanecer en Ucrania porque es lo que nuestra comunidad necesita. Muchas personas no pueden irse, dado que tienen la familia y el trabajo aquí. Tuvimos que seguir los consejos del Gobierno, pero nuestra intención fue siempre la de abrir el colegio cuando fuera seguro hacerlo. El Gobierno ucraniano nos informó de que podíamos abrir, pero una de las condiciones era disponer de un refugio contra ataques aéreos.
Antes de la invasión teníamos unos 700 alumnos y alumnas matriculados. El alumnado residía tanto en Ucrania como en el extranjero, y el de Kiev era, en su mayoría, ucraniano. Tras la invasión, parte del personal y del alumnado se trasladó al extranjero por recomendación de las distintas embajadas, lo que hizo que tuviéramos a docentes y estudiantes repartidos por todos los continentes, excepto la Antártida. No obstante, la mayoría de los niños y niñas y un número considerable del personal internacional han permanecido aquí, junto a casi todo el personal local. Preparamos planes de evacuación en caso de emergencia, y nuestra máxima prioridad fue siempre la seguridad de las personas.
Cuando se produjo la invasión, las cosas se precipitaron y tuvimos que evacuar al personal y a sus familias. En los dos días laborables siguientes, pusimos en funcionamiento un colegio virtual por razones de seguridad, gracias a que el profesorado a nivel nacional empezó a impartir sus clases en línea. La experiencia vivida con la COVID-19 también nos ha preparado bastante bien ante la invasión, pues nos ha ayudado a manejar los problemas de salud mental y a gestionar la transición hacia el aprendizaje en línea, al que, por entonces, los niños ya estaban acostumbrados.
¿Qué impacto ha tenido la guerra en el alumnado y en la comunidad escolar en general?
Nuestros alumnos y alumnas son increíblemente resilientes. Muchos han decidido que no dejarán que la guerra determine sus vidas. Aunque son muy conscientes de las circunstancias, rara vez hablan de ello, ya que solo quieren seguir adelante con sus vidas y ser niños. Esto me parece alentador e incluso aleccionador. Ahora bien, el impacto a largo plazo que tendrá esta guerra aún no está claro. Por ello, tenemos que asegurarnos de que existen redes de seguridad para nuestros alumnos.
Hay mucha valentía y compromiso entre el alumnado que se ha quedado en Ucrania. Como colegio que somos, creo verdaderamente que la educación es parte de la resistencia. La reapertura del colegio y el fomento del internacionalismo y el multiculturalismo son símbolos de resistencia que aportan continuidad y normalidad, que es justamente lo que necesita nuestra comunidad de estudiantes, padres, madres y miembros del personal. Ahora podemos volver a la llamada “nueva normalidad” que, dada la situación, es todo lo normal que puede ser en estas circunstancias.
¿Cómo ha logrado el equipo directivo que se mantenga la continuidad del aprendizaje y la enseñanza?
Tenemos acuerdos de asociación con organizaciones como Oxford Education Online, Pamoja o Kings InterHigh. Al principio fue bastante difícil debido a la forma de trabajar de cada una, pero se han portado fenomenal, ayudándonos y adaptándose a nuestras necesidades.
A través de nuestras asociaciones, nos hemos dado cuenta de que la tendencia internacional es contratar a personal local y darle más responsabilidades, en vez de recurrir únicamente a personal de fuera, como yo. Ofrecemos formación interna al personal local, el cual trabaja en estrecha colaboración con un docente mentor internacional. Posteriormente, pueden obtener su certificado de posgrado en Educación, lo que supone una inversión de futuro no solo para la persona y para nuestro colegio, sino también para Ucrania.
¿Cómo ha apoyado el Bachillerato Internacional (IB) a su colegio durante la invasión?
El IB ha estado fantástico. La invasión se produjo en febrero, justo cuando nuestro alumnado del IB estaba asentándose y empezando a preparar sus exámenes finales. Fue un gran motivo de preocupación para nosotros, pero el IB consideró prioritario ayudarnos. Nos pusimos en contacto con la organización casi de inmediato para hablar de cómo procurar que nuestro alumnado no se viera perjudicado por la situación y de cómo adaptarnos a las distintas necesidades.
Hemos tenido que hacer frente a situaciones a las que nunca antes nos habíamos enfrentado, pero el IB ha estado ahí para ayudarnos a buscar soluciones. Nos tranquiliza saber que contamos con apoyo externo. También es importante saber que no nos han olvidado. Siempre estoy enviando mensajes de apoyo a nuestro personal, porque una de las mayores preocupaciones es que esto se convierta en una guerra olvidada. Por eso, todo apoyo es tremendamente importante para ellos y ellas.
David Cole es director de colegios, formado en el Reino Unido, y tiene 30 años de experiencia en el campo de la educación, 25 de ellos en cargos directivos. Tras trabajar en centros educativos del noroeste de Inglaterra, se decantó por la educación internacional y desde entonces ha trabajado en colegios de África, Europa, Oriente Medio y el Sudeste Asiático. Actualmente es director del British International School, Ukraine, conformado por tres colegios ubicados en dos ciudades. Es un profesional comprometido y motivado, con experiencia para propiciar cambios, y visión para liderar y servir de inspiración. Está totalmente convencido de que los niños y las niñas deben seguir siendo el centro de todo lo que hace el IB, y tiene el objetivo personal de inspirar la excelencia en otras personas para que puedan lograr el éxito, y ser felices, tolerantes y comprensivas a lo largo de toda su vida. David ha dirigido y participado en diversas inspecciones escolares y delegaciones visitantes, en particular de la Ofsted, el CIS, el COBIS y los BSO.