En este artículo de blog, Earlene Cruz, graduada del Programa del Diploma (PD), nos guía a través de un recorrido culinario en el que nos muestra de qué modo la comida puede ser una poderosa herramienta lingüística para promover el entendimiento internacional y la mentalidad abierta.
Earlene creció en la cocina del restaurante de su familia, donde comenzó su pasión por la comida y, a partir de sus viajes, empezó a interesarse mucho en el intercambio cultural. Estas pasiones han alimentado sus ambiciones y representan el motor de su trayectoria profesional. Earlene fundó Kitchen Connection, una organización que fomenta el entendimiento cultural a través de experiencias culinarias, como clases de cocina, y la educación sobre la salud planetaria.
Desde su Monografía sobre los alimentos para la longevidad en Okinawa (Japón) hasta la organización que administra, Earlene nos cuenta su inspiradora historia y cómo la educación del Bachillerato Internacional (IB) ha dejado una huella permanente en su vida.
¿De qué modo la educación del IB tuvo un impacto duradero en su vida?
« Durante la educación secundaria, tuve la oportunidad de explorar muchos de mis intereses. Tuve la experiencia maravillosa de cursar Francés del IB con la profesora Scholz, quien organizó programas de intercambio en los que participé con otros compañeros. Estos intercambios despertaron mi gran interés por los viajes. Desde entonces, he viajado a más de 90 países y hablo casi 6 idiomas. Mi profesor de Matemáticas del IB también organizó viajes a Europa, que alimentaron aún más mi interés por el internacionalismo y por ayudar al mundo.
Una de mis pasiones es la comida, que exploré en mi Monografía sobre Okinawa (Japón). He estado en Japón y me fascina su cultura, aunque nunca he estado en Okinawa. Había oído que la población japonesa de Okinawa es la más longeva y tenía curiosidad por saber la razón. Gracias a mi Monografía, descubrí que los motivos eran el estilo de vida y las elecciones alimentarias. Este tema ha orientado mi vida académica desde la secundaria y aún me influye, a pesar de los años transcurridos. Intento incorporar a mi vida algunas de estas técnicas de longevidad, como caminar siempre que pueda y seguir una dieta rica en verduras.
Además de Francés, en el PD también cursé Historia Mundial, que ha sido un buen complemento para mi trabajo con las Naciones Unidas. Aprendí sobre el efecto devastador que, a la larga, tienen las guerras mundiales sobre las sociedades, lo que me ha ayudado a entender la importancia de la resolución de conflictos y de unir a los pueblos. Actualmente, como profesora adjunta de la Universidad de Nueva York, llevo a mis estudiantes a las Naciones Unidas, donde personas expertas en alimentación les hablan sobre varios temas, desde los conflictos, el cambio climático y la economía, hasta como estos asuntos contribuyen a una creciente inseguridad alimentaria. Haber cursado Historia Mundial me ha ayudado a comprender que los conflictos no solo destruyen sociedades, sino también son el origen de la creación de la ONU. A una edad muy temprana, me inculcaron esta noción. »
¿Puede hablarnos de su trayectoria profesional?
« Estudié Comercio Internacional y Francés en la universidad. Como me encanta el francés y la cultura francófona, hice prácticas profesionales en el consulado de Francia en Nueva York. En un principio, había pensado estudiar una licenciatura en Derecho Internacional de los Derechos Humanos, pero todo cambió cuando me inscribí en un programa de alojamiento con una familia en Ghana. La experiencia fue transformadora, y empecé a pensar en cómo podía mantener el contacto con las personas que conocí allí, pues temía que nunca más volvería a ir a esa parte del mundo. Entonces se me ocurrió la idea de Kitchen Connection, una plataforma que pone en contacto a personas a través de clases virtuales de cocina. El propósito es derribar las nociones erróneas que pueda tener la gente sobre otras personas, que podrían contrarrestarse con la comida.
Kitchen Connection empezó siendo mi tesis de máster en la Universidad de Nueva York, donde estudié Ciencias de la Alimentación y Emprendimiento Social. En esa misma época, me nombraron miembro del comité directivo de representantes juveniles del Departamento de Comunicación Global de las Naciones Unidas, donde promovemos iniciativas que ayudan a la juventud a implicarse en los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Como parte del trabajo, hace poco publicamos un libro de cocina titulado The Cookbook in Support of the United Nations: For People and Planet y, más recientemente, un libro infantil complementario titulado How Does our Food Grow?, que recibió buenas críticas en The New York Times. En la actualidad, nos centramos en la educación en línea y presencial para promover la salud humana y del planeta. »
¿Qué posibilidades ofrece la comida como herramienta lingüística para el entendimiento internacional?
« Considero que la educación a través de las lenguas es una forma de promover la diplomacia, sobre todo a edades tempranas. Cuando nos entendemos mutuamente porque nos podemos comunicar en la misma lengua, somos capaces de comprender mejor, apreciar y respetar nuestras diferencias. Me esfuerzo por facilitar esta educación y diálogo a través del lenguaje de la comida, porque la comida tiene el poder real de eliminar barreras y cultivar la paz. »
Earlene Cruz es graduada del PD y su pasión por la comida y los viajes surgió durante su infancia y su adolescencia. Le apasionan los idiomas, habla más de cinco, y pone todo su empeño en utilizar la comida como una herramienta adicional de comunicación para eliminar barreras entre comunidades diversas. Fundó la organización Kitchen Connection, que ofrece experiencias culinarias y educación para facilitar conexiones más profundas entre culturas y una mayor conciencia sobre salud ambiental.