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Visión de futuro con el Programa de Orientación Profesional

Contribución de Chantell Wyten

El futuro ya está aquí, aunque mal distribuido – William Gibson, escritor estadounidense-canadiense

Female Teenage Student In Classroom With Digital Tablet

Como responsable pedagógica y curricular, lo que me atrajo del Programa de Orientación Profesional (POP) fue el marco flexible que propone. En este artículo, explico cómo la flexibilidad del POP puede traducirse en diseños de cursos rigurosos a la par que creativos. Estos diseños pueden adaptarse y, lo que es más importante, ser accesibles y fáciles de comprender para los alumnos. 

Todos los profesores tienen la sensación (con frecuencia, infundada) de estar anticuados o desfasados, e incluso de ser prescindibles en una época en la que un universo en expansión de organismos educativos parece haber asumido el control de las reformas. Los alumnos avanzan al mismo ritmo por sus imprevisibles caminos intentando cumplir o evitar de manera creativa las normas impuestas. Constantemente, los profesores y equipos directivos de los colegios soportan el peso de ser el “pegamento” y, en ocasiones, la brújula moral responsable de mantener el rumbo frente a los desafíos que plantean varias partes interesadas. El ritmo al que se han producido los cambios desde que inicié mi trayectoria como docente me ha hecho pensar que el diseño de un currículo adaptado puede ser algo imposible.

Sin embargo, siempre he mantenido el firme compromiso de promover y evaluar sistemáticamente las habilidades asociadas al aprendizaje durante toda la vida. Siempre he intentado cerrar la brecha entre las necesidades de los jóvenes y un sistema que no sabe cómo evaluar (o, en ocasiones, incluso valorar) la formación de ideas o el fracaso, y ofrecer cursos que permitan la adaptación y la cultura de independencia con la que tan cómodos se sienten los alumnos de hoy en día.

Una cuestión de equilibrio

Todos los componentes del POP reflejan esta idea al equilibrar los objetivos académicos y de formación profesional mediante la creación de un programa que se adapta a las necesidades de los alumnos sin interferir en la estructura, la distribución horaria o los presupuestos de los colegios. Nunca he sido amiga de los cambios drásticos, pero los últimos datos de la evaluación PISA (programa para la evaluación internacional de alumnos) afirmaron que el aumento de la autonomía de los colegios estaba directamente relacionada con la mejora del desempeño de los alumnos. Por lo tanto, disponemos de una prueba convincente para animar a los equipos de gobierno de los colegios a que nos permitan desarrollar nuestra propia oferta del POP.

El desarrollo del POP comenzó en 2010 con tres conceptos en mente: carácter transdisciplinario, coherencia, y realidades o posibilidades globales. Esperábamos poder combinar los componentes troncales del POP, los estudios de formación profesional y los cursos del Programa del Diploma (PD) de manera que los alumnos pudieran aprender a través de proyectos reales, así como aplicar y desarrollar sus habilidades reales para, en última instancia, lograr un modelo sustentable, colaborativo y personalizado. No tardamos en darnos cuenta de que la tecnología sería la mejor aliada de los alumnos y los profesores a la hora de abordar la complejidad de planear un currículo del POP deseable, y de todos nosotros a la hora de gestionar los cambios derivados de una pregunta recurrente: ¿cuál es el siguiente paso? 

El desafío

Resulta muy difícil aprovechar las habilidades con las que cuentan los jóvenes en la era digital cuando no todos los profesores de un colegio las dominan. Siempre recordaré la primera tentativa de discusión con todo el personal sobre el uso de los teléfonos móviles en el aula, que fue recibida con bastante escepticismo. Partió de los propios alumnos el deseo de utilizar varias tecnologías como herramientas de apoyo para el aprendizaje y de gestión de las cargas de trabajo. Esta iniciativa dio paso a una serie de conversaciones que sirvieron de base para nuestro curso de Habilidades Personales y Profesionales. Las ventajas del acceso a la tecnología se justifican fácilmente en el caso de los cursos del PD. Los profesores desean contar con apoyo y puntos de referencia rápidos cuando no tienen experiencia en el IB. Sin embargo, en el curso de Habilidades Personales y Profesionales, los alumnos innovaban diariamente y se mostraban tan proactivos en lo que respecta a la transferencia de habilidades a otros contextos y comunidades, que los profesores se veían obligados a seguir su ritmo. Por ejemplo, el tema de la protección infantil en línea lo investigaron e impartieron dos alumnos del 12.º año en el curso de Habilidades Personales y Profesionales. En él plantearon conceptos y dudas que el profesor de la clase desconocía. El profesor presentó la información a la dirección, que encargó a los alumnos responsables que impartieran una sesión informativa para todo el colegio. Fue una experiencia auténtica, decisiva e irrepetible para los dos alumnos.

El marco del POP me ayudó a aceptar que no podía prever el futuro del cambio educativo o las implicaciones laborales para los jóvenes de los que me siento responsable. Sin embargo, a fin de priorizar su bienestar, entendí que la mentalidad abierta (y no la previsión) era el atributo fundamental que debíamos desarrollar el personal del colegio y yo misma para inclinar la balanza de la enseñanza hacia el desarrollo del potencial individual.

Los principios y valores del IB siguen estando presentes en el POP y no cabe duda de que el producto final sigue siendo el deseo de desarrollar jóvenes adultos con una educación integral y una mentalidad internacional, preparados para influir positivamente en la sociedad. Según mi experiencia, los alumnos del POP cuentan con una ventaja añadida: están inmensamente orgullosos de sus habilidades sociales y además asumen la responsabilidad de las decisiones que toman en la vida, de modo que son capaces de aplicar lo que aprenden en clase a lo que buscan o esperan conseguir en el mundo. Sin duda, el POP ha ampliado mi definición de “propósito común” y ha reafirmado mi función como docente: estar abierta a nuevos conocimientos, ser un modelo de desarrollo personal continuo y mantenerme fiel a mi deseo de mejorar mi preparación para defender la voz y las perspectivas de mis alumnos a lo largo de su camino en el aprendizaje.


Chantell Wyten es la responsable curricular del Programa de Orientación Profesional y fue directora del segundo ciclo de secundaria en el King Ethelbert School de Kent (Reino Unido).