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La historia del cartón de leche

Los amigos y la familia desempeñan un papel importante en la vida de un alumno. Hemos pedido a varios graduados del Programa del Diploma que reflexionen sobre un momento en el que alguien que conocieran influyera positivamente en su educación. Obtenga más información sobre la red de exalumnos del IB en  ibo.org/es/es-usted-graduado-del-ib.


Contribución de Lachezar Arabadzhiev

En mi publicación anterior, hablé de la importancia del aprendizaje exploratorio y su influencia en las decisiones que tomamos en nuestra vida personal y profesional. Sin embargo, me centré en una etapa en la que todos somos muy sensibles al aprendizaje. En la etapa secundaria y universitaria, la cantidad de recursos y personas que intentan sin descanso ayudarnos a aprender es extraordinaria. Además, en ese momento ya tenemos un buen conocimiento del mundo.

Pero ¿y si volviéramos atrás? ¿Y si pudiéramos emprender un viaje imaginario en el tiempo hasta ese momento en el que nuestra única fuente de información eran nuestros queridos padres? Desde muy pequeños, sus historias han moldeado nuestra infancia y nos han dado la oportunidad de convertirnos en personas increíbles, así que, sin más preámbulos, este es mi homenaje a los padres.

Lachezar en su octavo cumpleaños. Sus padres, presentes en la imagen, lo animaron a pensar de forma crítica y a plantear preguntas. Fotografía cortesía de Lachezar Arabadzhiev.

De pequeño, mis padres siempre me animaron a explorar el mundo y plantear muchas preguntas, y lo hicieron de una forma tan divertida que algunas historias siguen en mi cabeza hoy, porque me fascinaban. Recuerdo que, una vez, mi padre acababa de llegar de la tienda con una bolsa de comestibles. Iba a preparar el desayuno para toda la familia.

Uno de los productos de la bolsa era un cartón de leche un poco raro; no era el que solíamos comprar. El “nuevo” cartón era resistente y brillante, como si el material fuera de mayor calidad. Lo mencioné al instante:

“Papá, si dejas caer este cartón al suelo, seguro que explota”.

“Qué va. El cartón es lo suficientemente fuerte como para resistir el impacto. No es el típico material fino, mira…”, dijo mi padre señalando los bordes.

“Aun así. Sea cual sea el material, sigue siendo cartón, así que seguro que la leche termina desparramada por el suelo”, insistí yo.

Se sucedieron entre cinco y diez minutos de lo que podría llamarse un “debate ligero”, en el que ninguno de los participantes sabía si sus argumentos eran correctos, ni les importaba demasiado. De repente, mi padre me miró con cara de curiosidad y una gran sonrisa mientras sujetaba el cartón en la mano derecha. Un momento después, el cartón de leche estaba suspendido en el aire y en cuanto impactó en el suelo, la leche se desparramó por la cocina.

Me quedé perplejo, y no precisamente por la leche derramada. Nunca creí que mi padre fuera a hacer eso. Es decir: ¿quién hace algo así? ¿Quién deja caer un cartón lleno de leche con tanta facilidad para darle la razón a un niño? Mi padre podría haber hecho caso omiso de mí y seguir con el desayuno, pero prefirió participar en ese debate absurdo porque sabía que mi curiosidad y entusiasmo estaban en juego.

Dejar caer la leche fue como decir: “Mira, duda resuelta. Así de fácil… y no te preocupes; solo es un cartón de leche”. Nuestros padres tal vez sean los profesores más pacientes y compasivos que tendremos en nuestra vida, y es importante que comprendamos lo importante que es el papel que desempeñan en nuestro aprendizaje.

Obviamente, en esta historia mi padre quería apoyarme y tal vez hacerme reír, pero gracias a su gesto, al cabo de los años me di cuenta de que tenemos que rodearnos de personas dispuestas a dejar caer un cartón de leche por nosotros sin vacilar. Tenemos que afrontar muchos obstáculos a lo largo de nuestra vida y rara vez lo hacemos solos. A menudo, nuestra familia, nuestros amigos y nuestros mentores crean un entorno cómodo y estimulante para desarrollar la curiosidad, donde podemos crecer y ser creativos. Nunca nos dan las respuestas “correctas” desde el primer momento, sino que crean las condiciones que nos permiten encontrarlas. A veces lo más importante es que nos motiven y nos sintamos entusiasmados con nuestras ideas. Con ese punto de partida, todo es posible.

Un comentario agradable o una simple observación positiva pueden ser un gran empujón para lograr nuestros objetivos. Perdimos un cartón de leche ese día, pero también desarrollé una visión del mundo completamente nueva. Para mí fue una auténtica ganga.

Si ha leído hasta aquí, seguramente esté pensando cuál es su historia favorita de la infancia. ¡No dude en compartirla!

Lachezar Arabadzhiev

Lachezar ha trabajado con el gigante tecnológico Microsoft en Estados Unidos y Canadá, y es cofundador de dos empresas de nueva creación de su propiedad: Kaign, una aplicación de gestión de música, y Volykos, un proveedor de soluciones de carga inalámbrica.

Lachezar ha trabajado con el gigante tecnológico Microsoft en Estados Unidos y Canadá, y es cofundador de dos empresas de nueva creación de su propiedad: Kaign, una aplicación de gestión de música, y Volykos, Volykos, un proveedor de soluciones de carga inalámbrica.

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