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Un centro de aprendizaje para alumnos hospitalizados

La inspiradora historia de la profesora del IB jubilada que creó un centro de aprendizaje para niños con cáncer en Zambia

“Mi pasión por la filosofía del IB me impulsó a defender el derecho a la educación en África. Muchos compartimos esta pasión, pero pocos asumimos el riesgo de cambiar las cosas”.

Antes de jubilarse, Andrea Mwalula fue profesora del IB y miembro de la Red de educadores del IB (IBEN). El año pasado, creó un centro de aprendizaje en Lusaka, capital de Zambia, llamado Twende Education for All (TEFA). El centro está alojado en el Hospital Universitario, que es el hospital público más grande de Zambia, y acoge a niños con cáncer de larga duración para que puedan continuar con su educación mientras reciben tratamiento médico.

“El principal objetivo de TEFA es empoderar a los niños y las mujeres de Zambia”, explica Mwalula. “Trabajamos con colectivos vulnerables para garantizar que reciben una educación de calidad y desarrollan las habilidades y la mentalidad necesarias para mejorar su vida y la de sus comunidades”.

Mwalula tiene experiencia demostrada para sacar adelante un proyecto tan ambicioso. Ha trabajado en el ámbito de la educación internacional durante más de 20 años, en Colegios del Mundo del IB de Zambia, Kenia, Tanzania y Camboya. Hace poco regresó a Zambia, su antiguo hogar, con la esperanza de poder aprovechar su experiencia para “modernizar el sector educativo” en el país.

Mwalula habla con devoción sobre sus motivaciones iniciales para crear el centro de aprendizaje. “Para mí, fueron las terribles visitas a colegios públicos y locales donde los niños tenían que sentarse en el suelo y los docentes intentaban hacerlo lo mejor que podían sin tan siquiera contar con oportunidades de desarrollo profesional, y el hecho de que los niños siguieran recibiendo una educación más propia del siglo XVIII, en la que se aprendía de memoria, no existía la diferenciación y no se mostraba apreciación ni apoyo en lo que respecta a las necesidades y los intereses de los niños”.

En enero de 2016, TEFA abrió por fin sus puertas. Al principio, era una “sala minúscula” en la que solo estaban Mwalula y dos voluntarios durante ocho horas a la semana.

Como este espacio original no tardó en quedarse pequeño, el centro ahora cuenta con instalaciones nuevas, dos docentes a tiempo completo y 65 alumnos. Mwalula incluso ha propuesto abrir un segundo centro de aprendizaje en otra parte del hospital.

Cuenta que su experiencia como educadora del IB y miembro de IBEN le ha sido de gran ayuda. “Los diez atributos del perfil de la comunidad de aprendizaje del IB son algo que integramos constantemente en todo lo que hacemos. Para mí, es importante conseguir que nuestros pequeños participen activamente en su propio aprendizaje, y asuman la responsabilidad de sus acciones, comportamientos y actitudes. Así que ahora vemos que los niños limpian lo que ensucian, se ayudan mutuamente y están más dispuestos a colaborar y asumir riesgos. Probablemente, la frase que más utilizo sea: Sigue tus sueños, márcate un objetivo y recuerda que cometer errores forma parte del proceso de aprendizaje”.

En TEFA, Mwalula presta especial atención a la importancia de las artes. “Hemos puesto mucho interés en integrar la música, el teatro, la danza, y las artes visuales y creativas en nuestro aprendizaje”, explica. “Es un área que siempre ha estado marginada en el currículo nacional de Zambia. Ofrecemos a los niños una plataforma para que se expresen por medio de diferentes formatos, y eso les encanta. Tenemos bailarines, cantantes, modelos, diseñadores y artistas con mucho talento. Nos emociona ver cómo exploran y presentan su trabajo”.

A Mwalula también le conmueve la forma en que sus alumnos colaboran. “Cuando veo a los niños trabajar en pequeños grupos o presentar lo que han aprendido a sus compañeros más pequeños, no puedo reprimir las lágrimas”, cuenta. “Están muy acostumbrados a ser meros oyentes, copiar cosas de la pizarra y no expresar sus ideas. Ahora cuestionan y explican lo que hacen con orgullo y confianza en sí mismos. Poco a poco, estamos superando la mentalidad del siglo XVIII de las clases dirigidas por el profesor”.

Durante todo este tiempo, Mwalula ha luchado para garantizar la financiación de su centro de aprendizaje. El apoyo económico de sus familiares y amigos ha servido para comprar mobiliario y material para el aula, e incluso para cubrir parte del salario de los docentes.

A medida que el centro crece, también lo hacen inevitablemente los costos relacionados con la dotación de personal docente. Mwalula es consciente de que tendrá que esforzarse mucho para recaudar fondos en el futuro. “Cuando abra el segundo centro de aprendizaje, TEFA contará con unos 100 alumnos. Necesitaremos cuatro docentes más, lo que supone un aumento de los costos mensuales en salarios”.

Pero todo eso forma parte del desafío. Admite que hasta el momento, el camino no ha sido fácil. Sin embargo, como educadora, la recompensa no tiene precio.

“En los momentos más difíciles, solo tengo que mirar a los niños. Pueden ir con sondas en brazos o pies, pero sus ojos están llenos de amor, esperanza, alegría y risas, pese a todo lo que están pasando”.

La financiación de su centro siempre ha sido una tarea ardua y, con frecuencia, se ha sentido frustrada por culpa de la burocracia. Pero ha seguido adelante. “Veo el entusiasmo de los niños y su amor por el aprendizaje, sus logros y talentos”, señala. “Ellos me dan la fuerza y la motivación para seguir”.


Esta historia forma parte de las celebraciones de nuestro 50.o aniversario en 2018. Permanezca atento a la etiqueta #weareIB, una campaña con la que pretendemos dar las gracias y rendir homenaje a los excelentes educadores del IB que contribuyen a crear un mundo mejor a través de sus prácticas educativas innovadoras. Para participar en la campaña, publique mensajes con la etiqueta #weareIB o póngase en contacto con nosotros por correo electrónico para hablarnos de alguien que pueda contarnos una buena historia.

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