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Mi entrada al Festival de Cannes

Halley Rose Meslin, graduada del Fishers High School (EE. UU.), nos habla sobre la experiencia única que vivió mientras estudiaba en Cannes (Francia). Este año se incorpora a nuestro equipo de exalumnos colaboradores de 2018 para compartir su experiencia como recién graduada del Programa del Diploma (PD).


Contribución de Halley Rose Meslin

Al pisar la alfombra roja, me giré para obtener una panorámica del exquisito alboroto que se había formado alrededor. Un montón de fotógrafos disparaban sus flashes hacia la procesión que discurría por la alfombra. La gente se empujaba contra la vallas ante la inminente llegada de los actores de la película. Sujetando con las manos la suntuosa tela rosa de mi vestido, subí los escalones y sonreí ante un mar de extraños. Las luces escénicas caían sobre la rutilante avenida de cinéfilos mientras nos escoltaban hacia el interior del palacio. Después del último ascenso por unas escaleras blancas en espiral, tomé asiento en mi butaca de terciopelo rojo del mítico Grand Théâtre Lumière para ver el estreno de The Square en la 70.a edición del Festival de Cannes.

El sofisticado caos [del festival de cine] puso a prueba mi confianza en mí misma y mis habilidades culturales.

Halley Rose Meslin en la alfombra roja del Festival de Cannes (Francia).

 

No puedo decir que decidiera estudiar francés para poder pisar la alfombra roja en el estreno de una película, pero supongo que c’est la vie. Estudié francés como asignatura de Nivel Superior (NS) en el Programa del Diploma (PD) y luego me especialicé en esa lengua en la universidad. Culminé mis estudios con un semestre en Cannes (Francia). Durante la mayor parte del año, es una ciudad costera muy tranquila. Sin embargo, cada mes de mayo, se transforma en la capital del cine durante el Festival de Cannes. Estrellas de cine, periodistas, productores y celebridades de todo el mundo acuden a la Costa Azul para ver y ser vistos. La población se triplica, el puerto se llena de yates y el cine internacional es el tema de conversación preferido en las calles.

Para una persona normal no es nada fácil ver una película en Cannes. Las acreditaciones y las invitaciones rigen cualquier aspecto del festival. Por ejemplo, la entrada al impecable Palais des Festivals está restringida a los profesionales de la industria cinematográfica y de los medios de comunicación. Como residente en Cannes, recibí la acreditación de nivel más bajo, la cual me daba acceso a determinadas proyecciones; por lo demás, quedaba relegada al último lugar. Cada mañana, me dirigía a una pequeña carpa blanca frente al ayuntamiento donde se distribuían invitaciones y preguntaba: “Avez-vous des invitations aujourd’hui?” (¿Tienen invitaciones hoy?). Mi ritual matutino dio sus frutos y pude ver varias películas. Y aunque valió la pena, esas películas no se consideraban importantes, pues no eran candidatas a los premios del festival.

Para asistir a un estreno y recorrer la alfombra roja hay que tener suerte. O también puedes vestirte para aparentar, tener una invitación azul falsa y contar con la acreditación adecuada. Tenía un vestido y conseguí una invitación a través de un amigo que estaba de prácticas en el Palais. Pero sin una acreditación de la industria, recorrer la alfombra roja seguía siendo un imposible, teniendo en cuenta que los guardias de seguridad eran famosos por prohibir la entrada a los intrusos.

La noche se desarrolló como un cuento de hadas moderno. Me puse mi vestido y caminé sola por los bulevares flanqueados por palmeras hasta el Palais. En cualquier otro contexto me habrían mirado raro, desfilando por una calle concurrida con un vestido de tul rosa y unos zapatos de tacón con lentejuelas. Pero estaba en Cannes. Pasé por bares llenos de clientes vestidos de esmoquin y diseños de alta costura. Me sacudí los granos de arena de los pliegues de mi vestido y ocupé mi lugar en la fila de la entrada a la alfombra roja. Mi formación en ballet me vino muy bien cuando di tres pasos largos hacia el guardia de seguridad, con la cabeza alta, la espalda recta y los hombros bajos. (La siguiente conversación es una traducción del francés).

—YO: “Buenas noches”, susurré amablemente al guardia mientras le mostraba mi invitación, tratando de disimular los nervios.

—GUARDIA: “Buenas noches. ¿Puedo ver su acreditación?”.

Había llegado la hora de la verdad.

—YO: “Sí, aquí la tiene”, respondí.

Relajé la presión con la que sujetaba mi bolso bordado y mostré mi (insignificante) acreditación de residente con aire despreocupado. Una vista rápida por encima y recibí el ansiado gesto de aprobación. Con la estrategia clásica de “guardar las apariencias”, me dejaron entrar.

Me abrí camino en la vorágine del Festival de Cannes gracias a mi dominio del francés y la cultura. El sofisticado caos puso a prueba mi confianza en mí misma y mis habilidades culturales. Participé activamente en una comunidad internacional viendo películas extranjeras, asistiendo a veladas y comunicándome con personas de todo el mundo. Mi preparación académica me llevó a Cannes, pero fue mi mentalidad abierta la que me convenció de que debía aprovechar las oportunidades y sumergirme en esta experiencia única en la vida.


Halley Rose Meslin obtuvo el diploma del IB en el Fishers High School (EE. UU.) en 2014, después de completar el primer año del PD en el International School of Toulouse (Francia). En 2018 se graduará en francés y ciencias ambientales en la Universidad de Indiana.