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Por qué es necesario transformar la evaluación de los docentes

“Instaurar una cultura de colaboración entre educadores resulta fundamental en los colegios”, señala Stefani Hite, una diseñadora de aprendizaje profesional con vasta experiencia, quien presentará la ponencia “Transformar la evaluación de los docentes en un proceso de aprendizaje profesional significativo” en la Conferencia global del IB en Viena en octubre.  

A continuación expone sus ideas sobre la evaluación de los docentes y cómo influyen en los logros de los alumnos.

 

Háblenos acerca de la charla que dará en la conferencia.

Por primera vez en la educación, tenemos más conciencia que nunca de qué aspectos pueden influir de manera positiva en los logros de los alumnos. Cuando presente mi ponencia en la Conferencia global del IB, analizaré mis hipótesis acerca de lo que resulta provechoso para los alumnos, a fin de que podamos dirigir nuestra atención de forma mucho más deliberada hacia los entornos de aprendizaje y las experiencias que diseñamos. Sabemos que fomentar la eficacia colectiva en los colegios es la vía para ejercer el mayor impacto positivo en los alumnos, con la posibilidad de aumentar sus logros mucho más allá de la medida habitual de “un año de colegio, un año de crecimiento”.

Los participantes de la conferencia podrán conocer más de la historia de un colegio que decidió examinar su enfoque tradicional para evaluar a los docentes —en el que primaba la supervisión— con el fin de crear un nuevo sistema de evaluación. Partiendo del principio de la eficacia colectiva, trabajé con ellos para iniciar un recorrido de creación conjunta orientado a desarrollar un sistema que tuviera como eje la colaboración.

Se trata de un Colegio del Mundo del IB que está ubicado en Suiza y cubre todo el ciclo educativo. Es un colegio internacional con aproximadamente 1.400 alumnos y 200 docentes. Tiene tres sedes excepcionales, cada una con su propio equipo de liderazgo. Lo que diferencia a este colegio de otros es su deseo de pensar de manera diferente acerca de la evaluación y de utilizar ese enfoque para fomentar la eficacia colectiva. Es una historia formidable de la cual otros colegios pueden aprender y beneficiarse. Esperamos publicar un informe sobre esta iniciativa y el impacto que ejerce sobre el aprendizaje.

¿Cómo funciona la “cultura de colaboración” en un colegio?

En 2009, la Gates Foundation diseñó y proporcionó los fondos para “The Intensive Partnerships for Effective Teaching Initiative”. Fue un esfuerzo que se extendió a lo largo de varios años para mejorar notablemente los resultados que obtenían los alumnos al ampliar su acceso a una enseñanza eficaz. El enfoque siguió un modelo tradicional de evaluación de los docentes en el cual primaba la supervisión, con la idea de que se necesitaba una calibración significativa de los observadores junto con protocolos de puntuación cuantitativos para perfeccionar el proceso y así aumentar la eficacia de los educadores.

Casi una década más tarde, el programa se ha evaluado exhaustivamente y las conclusiones son claras: el enfoque tradicional para evaluar la práctica y el desempeño de los docentes tuvo una escasa incidencia —o ninguna en absoluto— en los logros de los alumnos (en inglés). Es importante señalar que sabemos que los sistemas tradicionales de evaluación no suelen promover la eficacia colectiva de los docentes. De hecho, existen investigaciones que sugieren que la mayoría de los docentes carecen de oportunidades de colaboración cuando se trata de la evaluación (en inglés).

¿Por qué los formas tradicionales de evaluar a los docentes no ayudan a los alumnos a obtener resultados satisfactorios?

Muchas personas piensan erróneamente que colaboración es un sinónimo de cooperación. No obstante, existe una diferencia clara. En una empresa de cooperación, trabajamos con eficiencia y no obstaculizamos el camino de los demás. Pero en un esfuerzo de colaboración, respetamos el pensamiento diverso del grupo y reconocemos que la contribución de cada miembro mejora nuestro resultado final de un modo que no sería posible si nos hubiéramos limitado a cooperar para “que el trabajo se haga”. En muchos colegios, las culturas son de naturaleza cooperativa y pueden confundirse fácilmente con la colaboración. Pero salvo que el trabajo conjunto desarrolle lo que se podría haber logrado trabajando individualmente, no se estará produciendo la colaboración.

En una empresa de cooperación, trabajamos con eficiencia y no obstaculizamos el camino de los demás. Pero en un esfuerzo de colaboración, respetamos el pensamiento diverso del grupo y reconocemos que la contribución de cada miembro mejora nuestro resultado final de un modo que no sería posible si nos hubiéramos limitado a cooperar para “que el trabajo se haga”.

Hay varias condiciones que nos aportan pruebas de colaboración real. Por ejemplo, ¿todos los docentes y el personal contribuyen a la toma de decisiones? Cuando el personal tiene la posibilidad de participar, pero no tiene autoridad para decidir, se limita el nivel de colaboración real. Otro ejemplo sería la cohesión. ¿Los miembros del personal debaten y discuten, pero luego alcanzan acuerdos amigables? ¿O existe un sistema de valores y creencias fracturado dentro del grupo? Cuando indagamos en las condiciones que promueven la colaboración, podemos encontrar pruebas (o la falta de ellas) para determinar si en un colegio existe una verdadera colaboración o no.

¿Por qué la filosofía de “abrir las puertas del aula” para permitir que los docentes observen cómo trabajan sus colegas se torna tan eficaz?

Otro factor que conduce a una cultura de colaboración son los indicios de que los docentes conocen bien el trabajo de sus colegas. Para que los valores, las metas y las prácticas sean congruentes, los docentes deben tener el tiempo y el espacio para aprender juntos acerca de las cuestiones complejas que afrontan los educadores. Anteriormente, se intentaba lograr este objetivo a través de reuniones y sesiones de “puesta en común” en talleres tradicionales. No obstante, esos enfoques se ven limitados por el hecho de que a menudo carecen, en esencia, de una instrucción real con alumnos reales.

Con una filosofía de “aula de puertas abiertas”, los docentes tienen distintas oportunidades para ver cómo enseñan sus colegas. Si bien comparten los éxitos y las dificultades de sus colegas, los educadores ya no enfrentan la compleja tarea de enseñar solos. Cuando los docentes tienen el privilegio de observar a los alumnos sin el peso que supone la responsabilidad de enseñar, se tornan sumamente reflexivos acerca de sus prácticas. Cuando a los educadores se les brinda la oportunidad de visitar periódicamente las aulas de sus colegas, aprenden juntos y desarrollan juntos sus conocimientos y enfoques. Esto les permite mejorar su trabajo individual.


Stefani Hite se graduó en la American School in London, en la Universidad de Tufts y en la Universidad de Pensilvania. Tiene una trayectoria de varias décadas en el área de la educación, como docente, miembro del personal de dirección y miembro del equipo directivo de un colegio internacional. En la actualidad, se especializa en brindar apoyo a organizaciones sobre iniciativas de cambio sistémico centradas en generar eficacia colectiva, pensamiento de diseño y liderazgo participativo. Es coautora de la obra Intentional and Targeted Teaching: A Framework for Teacher Leadership and Growth, con Doug Fisher y Nancy Frey.