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Hay más de una manera de implementar el PAI

El International School of The Hague está probando una iniciativa de aprendizaje autónomo que permite a los alumnos realizar proyectos basados en la curiosidad

Imagine poder permitir a sus alumnos del Programa de los Años Intermedios (PAI) crear sus propios currículos personalizados para todo el año, y decidir qué, cómo, cuándo y por qué aprenden.

Eso es precisamente lo que el International School of The Hague (ISH), en los Países Bajos, está haciendo con su programa Pathfinder. En lugar de asistir a clases de asignaturas específicas en un horario programado, los alumnos trabajan con guías de aprendizaje (docentes especialistas) de cada área disciplinaria para desarrollar y poner en marcha sus propios proyectos.

“El programa Pathfinder surgió de manera natural de las conversaciones continuas que tenían lugar en el colegio sobre la mejor manera de preparar a los alumnos para el futuro”, explica el coordinador del programa Pathfinder, Olivier Quinton, que añade que tanto él como sus compañeros han “aprendido mucho de otros Colegios del Mundo del IB como la Western Academy of Beijing y el BEPS International School, que están rediseñando su forma de implementar los programas del IB”.

La primera promoción del programa Pathfinder del ISH, compuesta por 17 alumnos de entre 12 y 15 años, está trabajando actualmente en proyectos basados en la curiosidad, que incluyen, por ejemplo, la búsqueda de maneras de mejorar la seguridad vial en los alrededores del colegio, la fundación de una empresa para recaudar fondos con fines benéficos, la creación y representación de un espectáculo de estilo Broadway y la planificación de un evento para cambiar la percepción del arte del grafiti. “Al analizar detenidamente los trabajos, observamos que los alumnos habían aprendido muchísimos conocimientos y habilidades asociados a las actividades”, señala Quinton.

¿Pero cómo se compagina el programa Pathfinder con el PAI? Según Quinton, “no es que el programa se compagine con el PAI, sino que representa los principios del PAI. Para nosotros, el PAI es un marco que ayuda a estructurar e interpretar el aprendizaje a través de la indagación, lo cual lo convierte en una parte fundamental del enfoque del programa Pathfinder”.

“Los alumnos del programa Pathfinder comienzan cada proyecto con una propuesta, para lo cual utilizan estímulos básicos relacionados con los elementos principales de un plan de unidad del PAI. Les pedimos que expliquen cómo su proyecto va a ejercer un impacto positivo, y así integran los elementos de servicio y acción en prácticamente todo lo que hacen. Después, los guías de aprendizaje evalúan la propuesta y deciden cuál es la persona más adecuada para orientar a los alumnos. Los guías de aprendizaje se reúnen con los alumnos para convertir estas ideas en planes de unidad, y proporcionarles recursos y apoyo continuo”, relata Quinton. “Los alumnos también se ayudan mutuamente con ideas, y promocionan sus propuestas de proyectos entre ellos”.

A la hora de planificar sus proyectos, los alumnos establecen conexiones con los conceptos clave y los contextos globales, e identifican los enfoques del aprendizaje fundamentales que tendrán que desarrollar a lo largo del proceso. Asimismo, discuten cómo se evaluará su trabajo.

Animamos a los alumnos a desarrollar “momentos de curiosidad aleatorios”, es decir, preguntas y pensamientos que se les puedan ocurrir a lo largo del día. Quinton cuenta un ejemplo: “Mientras limpiaban un armario, unos alumnos encontraron una colección de piedras incompleta y un fotomontaje de una excursión de Geografía de 1999. Entonces, uno de los alumnos se propuso reponer las piedras que faltaban y otros decidieron localizar a las personas de las fotos y realizar un proyecto de Historia”.

El programa Pathfinder se basa en tres pilares: motivación y conocimientos personalizados, habilidades y contribución al mundo. “Al tener la libertad de elegir lo que van a aprender y cómo lo van a aplicar, hay más probabilidades de que el conocimiento que adquieren los alumnos se conecte íntegramente con su mundo y, por tanto, sea más eficaz y duradero. También será más trascendental, pues la motivación para aprender nace de sus propios intereses”, señala Quinton.

“Aprovechar esta motivación intrínseca es, sin lugar a dudas, el santo grial de la enseñanza. En lugar de pasarnos horas planificando un currículo con la esperanza de que interese a todos nuestros alumnos, o de intentar embaucarlos con actividades de ‘entretenimiento educativo’, ¿por qué no utilizar el horario escolar para ayudarlos a explorar y cultivar sus intereses?”.

Quinton añade: “Si optamos por esta vía, no solo promoveremos un aprendizaje eficaz; también aumentarán las probabilidades de que les inculquemos una pasión por aprender que les dure toda la vida y les proporcionaremos un espacio para explorar quiénes son y qué contribución única pueden hacer al mundo”.


Este artículo forma parte de una serie de historias concebida para dar a conocer las extraordinarias iniciativas que están llevando a cabo alumnos y educadores del IB de todo el mundo. Siga estas historias en Twitter: @IBorganization, #IBcommunitystories. Si desea compartir experiencias e historias extraordinarias, escriba a editor@ibo.org.