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El poder de la poesía

La inspiradora historia de una joven inmigrante y alumna del IB que utilizó la poesía y los problemas de la mujer para integrarse en una nueva sociedad.

Que el cielo sea tu cuerpo
Cómo sangras de color celeste
Cómo el Sol se pone donde tus ojos se cierran
Cómo,
Cuando te levantas,
Las flores
Y las nubes cálidas y lácteas se inclinan hacia ti
Eres como un evangelio
Cada palabra ha quedado grabada en mis pulmones

Este es un fragmento traducido de un poema de Marylise Habiyambere, una alumna del IB que se trasladó con su familia de Ruanda a Canadá en 2007. En la actualidad tiene 18 años y está cursando el Programa del Diploma (PD) en el Saint John High School, de Saint John, Nuevo Brunswick. Marylise empezó a utilizar la poesía como una vía de escape para el estrés que le producía su condición de inmigrante en un país y un colegio nuevos.

Como feminista declarada, ha creado un club en su colegio para dar visibilidad a los problemas de la mujer. En este artículo nos cuenta su fascinante historia.

El traslado de Ruanda a Canadá

Nací en Ruanda, pero no tengo recuerdos del tiempo que estuve allí. Era todavía muy pequeña cuando mi familia y yo nos fuimos.

Llegué a Canadá a los siete años. Durante un tiempo vivimos en Fredericton, Nuevo Brunswick, y luego nos trasladamos a Saint John, donde resido actualmente.

Hasta ese momento, había dado casi todas mis clases en el colegio en francés, pues es mi primera lengua. Pero luego decidí que quería cursar el segundo ciclo de secundaria en un colegio de habla inglesa. Elegí el Saint John High School porque ofrecía el PD. Quería que mi etapa en el segundo ciclo de secundaria fuera muy valiosa y especial, así que matricularme en el PD parecía la mejor opción.

La publicación de mis poemas

Mi transición a Canadá fue de todo menos fácil, pero la poesía me ayudó a superar ese período tan difícil de mi vida.

Cuando empecé a escribir, para mí no era poesía. Era una forma de liberarme de un cúmulo de emociones que me ahogaban.

En ese momento, no necesitaba compartir mis poemas. Eran una terapia más que otra cosa. Pero un día, cuando estaba en séptimo año, entregué uno de mis poemas a mi profesor de Francés y este me dijo que tenía talento para la poesía y que debía seguir escribiendo. Y así lo hice.

Desde entonces no he dejado de escribir y ahora me siento más cómoda compartiendo mis poemas con otras personas, incluso cuando no me parecen del todo buenos.

Hace un año empecé a enviar mis poemas a revistas y a participar en concursos de poesía, y creé una cuenta de Instagram para mis trabajos (@paperglue_). La poesía se ha convertido en parte de mi identidad. Ha sido una especie de vía de escape para mí, y aunque soy muy exigente con mi trabajo, no he dejado que eso me impida seguir escribiendo.

Mis momentos de mayor orgullo fueron cuando publicaron mi poesía en la antología de jóvenes escritores canadienses del Poetry Institute of Canada, The Heart of Solstice, y cuando mi poema Passages of the Heart quedó en segundo lugar en el concurso de poesía nacional del Poetry Institute of Canada de 2016.

Los problemas de la mujer y la creación de un club feminista en el colegio

Mi interés en los problemas de la mujer y la igualdad de género despertó cuando empecé el segundo ciclo de secundaria. No puedo decir exactamente cuál fue el catalizador que me hizo sentirme responsable de defender los derechos de las mujeres. En parte pudo ser la gran cantidad de artículos que leí sobre los problemas que afrontaban mujeres y niñas de todo el mundo, como la mutilación genital y el matrimonio infantil. Sentí la necesidad de poner mi granito de arena para poner fin a la desigualdad de género.

En décimo año, puse en marcha un club feminista en mi colegio con la intención de crear un espacio de empoderamiento para las niñas e iniciar un debate en torno a los problemas de género en el colegio y la comunidad.

El primer proyecto del club fue una campaña de donación de productos de higiene femenina. Me di cuenta de que las mujeres con necesidades de mi ciudad no recibían donaciones de productos de higiene femenina, pues es algo que la mayoría de organizaciones benéficas suelen pasar por alto. Durante un mes, las alumnas y las profesoras donaron productos como compresas y tampones, que luego se entregaron a un centro local de atención a la mujer.

El proyecto inició un debate acerca del período, un tema que suele estar estigmatizado, y proporcionó productos de higiene a las mujeres del centro.

Continué con el proyecto en undécimo año y también lo haré durante mi último año académico.

Creo que el IB me ha ayudado a convertirme en una alumna con una mentalidad más global. Me ha ayudado a comprender la necesidad de que los jóvenes piensen de forma critica y reflexionen sobre los problemas que se afrontan en todo el mundo, y cómo podemos abordarlos en nuestras propias vidas.

El IB también me ha ayudado a desarrollar una actitud más audaz, lo cual me ha permitido emprender proyectos sin pensarlo demasiado.

Planes para el futuro

En otoño empezaré a estudiar en la Universidad de la Columbia Británica. Quiero estudiar psicología y filosofía, con la intención de continuar con medicina o derecho.

Tengo la idea de regresar a Ruanda y ayudar allí en todo lo que pueda.


Lea más poemas de la comunidad del IB (en inglés).