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La historia de un colegio de alto rendimiento

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Desde que asumió el cargo de directora del Glenunga International High School (Australia Meridional), Wendy Johnson ha trabajado con el equipo directivo para convertirlo en uno de los mejores colegios del país. Ha querido compartir su inspiradora historia con la revista IB World.

A principios de la década de los 90, el predecesor de Wendy Johnson tenía un plan admirable para el Glenunga International High School, un colegio de educación secundaria de Australia Meridional. Quería convertirlo en un colegio de alto rendimiento que contara con el reconocimiento de universidades de todo el mundo y, como punto de partida, introdujo el Programa del Diploma (PD) del IB. Sin embargo, la materialización de ese plan requería una nueva perspectiva.

Cuando Johnson llegó al colegio, allá por 2008, el panorama no era muy prometedor. Aunque los alumnos del PD obtenían, por lo general, excelentes resultados, el desempeño del colegio era deficiente y demostraba pocos indicios de mejora. “Teníamos un grupo de alumnos muy numeroso (particularmente formado por chicos de habla no inglesa) que no obtenía buenos resultados”, afirma Johnson.

Los profesores se implicaban mucho en su trabajo, pero prestaban demasiada atención a la enseñanza, en lugar de volcarse en el aprendizaje. “No tenían en cuenta nada parecido a los enfoques de la enseñanza y el aprendizaje ni comprendían la naturaleza del aprendizaje transdisciplinario. No importa lo bien que un docente enseñe. Si los alumnos no aprenden, no estará cumpliendo su cometido”.

Los alumnos también podían decidir si hacían o no sus deberes. “Para muchos chicos, lo más fácil era no hacerlos”, añade Johnson. “La combinación de todos esos factores contribuyó a que este elevado número de alumnos obtuviera malos resultados”.

El punto de inflexión

Con la ayuda del personal, los alumnos y los padres, Johnson se enfrentó al desafío. Según señala, hubo dos aspectos que desencadenaron la transformación del colegio: la reflexión de los docentes sobre sus prácticas y la participación de los alumnos en su propio aprendizaje.

Johnson y el subdirector del colegio trabajaron con los docentes y el equipo directivo en el desarrollo de lo que consideraban características distintivas de un excelente profesional. Se apoyaron en las investigaciones de John Hattie, que exploran la diferencia entre un docente con experiencia y un docente excepcional. “Preguntamos a los miembros del personal si se consideraban docentes con experiencia o excepcionales, y las diferencias que veían entre ambas categorías. Fue una conversación muy interesante”, afirma Johnson. También discutieron la investigación de Hattie sobre los comentarios de los docentes como herramienta para motivar a los alumnos.

En la segunda fase, se pidió a los alumnos que identificaran las características de una clase excelente, capaz de mantener su atención e interés. Los alumnos examinaron sus respuestas y hablaron de la frecuencia con la que observan esas características en sus asignaturas favoritas. Estas conversaciones se tradujeron en una encuesta, que elaboramos con la ayuda de dos universidades locales.

Los 1.200 alumnos participaron en la encuesta y presentaron sus resultados al personal. “Uno de los principales hallazgos fue que, según los alumnos, cuando no comprendían algo y pedían que se explicara de nuevo, la explicación era la misma. Esta respuesta fue toda una revelación para el personal y los alumnos se sintieron escuchados”, afirma Johnson.

Asimismo, los alumnos mencionaron la importancia de que sus docentes se mostraran cercanos.

Desde entonces, el Glenunga ha realizado esta encuesta con diferentes grupos cada año y ha observado un notable cambio en la práctica docente como resultado:

Los docentes han aprendido a trabajar con los alumnos y a diferenciar la enseñanza para que todos lo entiendan todo a la primera.

Ahora el colegio dedica una gran cantidad de tiempo a analizar los datos de los alumnos y a llevar un seguimiento de cuáles progresan, cuáles necesitan estímulo y cuáles pueden requerir intervención. “Ayudamos a los alumnos a definir y alcanzar sus propias metas, analizar sus calificaciones y discutir su potencial a partir de los datos. Les hablamos sobre la mentalidad de crecimiento, la confianza en sí mismos y la capacidad de alcanzar sus metas, y luego los ayudamos a planificar cómo van a hacerlo”, afirma Johnson.

La tecnología también ha contribuido a mejorar los resultados del aprendizaje. Todos los docentes participaron en una serie de cursos especializados, adaptados a su nivel de desarrollo, a fin de aprender a utilizar la tecnología para apoyar el aprendizaje en colaboración y personalizado.

“También convencimos a los 130 miembros de nuestro personal para que realizaran un curso sobre el funcionamiento del lenguaje, para ayudarlos a comprender cómo pueden integrar hábilmente la alfabetización en sus asignaturas”, añade Johnson.

Hemos ayudado a los docentes a entender y cambiar sus prácticas, que ahora están integradas en un marco pedagógico situado en el contexto de los enfoques del aprendizaje.

Cambio de la cultura

Para cambiar la idea de que los deberes son opcionales, Johnson desarrolló marcadores de progreso que ayudaran a los alumnos a entregar puntualmente sus tareas. Los profesores comprueban las tareas con los alumnos en distintas fases antes de la fecha de entrega para asegurarse de que han empezado y, más adelante, para ver si van a entregar a tiempo. “Esta práctica ha supuesto un cambio radical en la conducta de los alumnos. Comprendieron que no realizar sus tareas era inaceptable y podíamos intervenir desde el principio si no se comprendía la tarea, por ejemplo”.

La clara orientación hacia el aprendizaje y el énfasis en la colaboración entre docentes y alumnos ha cambiado la cultura del colegio: “Los alumnos empezaron a comprender que el colegio es un lugar al que uno viene a trabajar y a esforzarse por descubrir lo que es capaz de hacer”.

También se desarrolló una serie de valores, en cuyo proceso participaron tanto los alumnos como sus familias. Estos valores, que han sustituido a las normas del colegio, son: excelencia (demostrar lo mejor de uno mismo), oportunidad (descubrir quiénes somos y qué queremos ser), mentalidad internacional y armonía. “Todo se analiza desde la perspectiva de estos valores, lo cual encaja bastante bien con el perfil de la comunidad de aprendizaje del IB”, explica Johnson.

learner-profile-sticker-spanishAunque el Glenunga solo ofrece el PD, los docentes integran los valores del perfil de la comunidad de aprendizaje del IB en su enseñanza desde el primer ciclo de secundaria. “La educación del IB está ahora presente en toda la trayectoria de los alumnos de nuestro colegio. En el último año del primer ciclo de secundaria, todos los alumnos realizan un proyecto personal”, señala Johnson.

Mejoras drásticas

El trabajo de Johnson ha tenido su recompensa. El número de alumnos que cursan el PD se ha duplicado y el Glenunga cuenta ahora con uno de los PD más numerosos de Australia. También se ha triplicado el número de equipos deportivos, reuniones de alumnos a la hora del almuerzo y otras actividades extracurriculares.

Pero no solo los docentes han recorrido el camino del desarrollo personal; también lo ha hecho Johnson: “He aprendido muchísimo sobre cómo transformar la cultura de un colegio de educación secundaria público mixto de grandes dimensiones. Es difícil implementar satisfactoriamente un cambio cultural. Se necesita constancia”.

Resulta inspirador ver de lo que son capaces los alumnos si les damos la oportunidad de demostrar lo que de verdad pueden hacer.

Aunque el cambio ha sido asombroso, todavía queda trabajo por hacer. “No dejo de recordarle a todo el mundo la razón de todo esto”, afirma Johnson. “El mundo está cambiando. No podemos seguir formando de la misma manera que se formó mi generación, a través de un modelo mecánico, cargado de contenidos que debíamos repetir como loros en los exámenes”.

Preparamos a los alumnos con habilidades transdisciplinarias que los ayudarán a descubrir sus verdaderas posibilidades, y nuestra misión es garantizar que la estructura, la cultura y los procesos de nuestro colegio van a permitir hacerlo posible en todo momento.