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Consejos para el día de la graduación que quizás ningún alumno quiera

Contribución de Austin Lawrence Butler

La temporada de graduaciones ha llegado.

Con solo esa frase, la mitad de los alumnos habrá dejado de leer esta publicación debido a la enorme presión a la que parecen verse sometidos hoy en día. Mientras se preparan para graduarse y comenzar una nueva etapa en su vida, muchos se darán cuenta de que hay dos preguntas que se repiten hasta la saciedad:

1. ¿A qué universidad vas a ir?

2. ¿Qué vas a estudiar?

Estas preguntas pueden ser agobiantes aunque ya se haya tomado una decisión. Lo entiendo perfectamente. Cuando me gradué en secundaria en 2010, también tenía millones de cosas en la cabeza. La diferencia en mi caso es que tengo un gemelo idéntico. Y sí, es algo maravilloso. Ambos estudiamos juntos el Programa del Diploma, pero nuestras aspiraciones eran muy diferentes. Desde muy joven, mi hermano ya mostraba interés por el cine. Sin embargo, yo siempre he tenido un espíritu más emprendedor, al poner en marcha varios negocios en línea e indagar nuevas formas de ganar dinero.

¿Pero qué tiene que ver todo esto con esas dos preguntas que todo el mundo hace cuando estamos a punto de graduarnos? Responderé más adelante. Ahora, quiero que todos pensemos en un artista y un empresario que admiremos. ¿En qué se pueden parecer las visiones del mundo que tiene cada uno? Para que este ejemplo funcione, espero que la conclusión haya sido que, en general, no se parecen en nada.

Ahora, pensemos en nuestra situación actual, en la que todo el mundo nos avasalla con las mismas preguntas y nos vemos comparados con nuestros compañeros. En mi caso, no solo se me comparaba con mis compañeros, sino también con el artista de éxito con el que vivía. Mi hermano.

A medida que he ido madurando, he aprendido que siempre nos compararán con los demás, ya sean nuestros hermanos o nuestros compañeros. Es algo muy irritante y, con frecuencia, las métricas utilizadas no son objetivas. Pero siempre pasará. De hecho, cuando nos hacemos mayores, la primera pregunta es “¿en qué trabajas?”, en lugar de “¿a qué universidad vas?”. Y el ciclo se repite.

En general, a menos que se trate de alguien que conozco y en quien confío, no me agrada escuchar todos esos consejos que no he pedido. Dicho esto, espero que todo aquel que esté leyendo esta publicación esté preparado para un poco de hipocresía, pues voy a compartir algunos rituales cotidianos que me ayudan a soportar la ansiedad que conlleva ser joven y buscar mi camino. No importa cuál sea el plan, estos rituales son válidos tanto para quienes comienzan la universidad como para quienes se incorporan al mercado laboral.

Decir a todo que sí (o a casi todo*)

Debemos tomarnos nuestro tiempo para vivir nuevas experiencias. Si hay algo “absurdo” que queremos probar, como poner en marcha un negocio o practicar un nuevo deporte, debemos hacer el esfuerzo y no temer al fracaso. Sentirnos fuera de nuestra zona de confort es algo temporal, y en ese tiempo es cuando aprendemos más sobre nosotros mismos. Debemos buscar siempre esa sensación, pues se hace más difícil de encontrar a medida que crecemos.

Descubrir las cosas que nos interesan

A la hora de elegir especialidad en la universidad, nunca faltan consejos. Sí, el objetivo de la universidad es desarrollar habilidades y posibilidades en el mercado laboral. Debemos elegir algo que aporte valor a otras personas en un sector que podamos tolerar o tal vez incluso disfrutar. Una tarea ardua. Sin embargo, sigue habiendo bastante margen para explorar otros temas. Yo opté por diseñar mi propia especialidad empresarial con cursos de todo tipo, no solo de la facultad de Empresariales. Y aunque fue una buena elección, si pudiera volver atrás habría añadido más cursos con base tecnológica para ampliar mis habilidades. He descubierto que la mayoría de mis negocios requiere un componente tecnológico que aún estoy desarrollando. Como no puedo hacerlo yo solo, el proceso está siendo más largo y costoso. No es imposible volver a estudiar después de la graduación, pero es mucho más difícil hacerlo cuando estás trabajando e intentado llevar una vida “normal”. Por eso aconsejo investigar las principales tendencias profesionales en el mundo y, después de decidir el camino, tratar de buscar una forma de integrar los propios intereses de cada uno. La mejor manera de identificar esos intereses es prestar atención a lo que se lee con carácter extraescolar. Esos temas servirán de base para otras áreas en las que poder desarrollar una nueva habilidad o incluso tal vez poner en marcha un negocio.

Perderse

No debemos tener miedo a la sensación de haber perdido el rumbo o no saber lo que queremos. En varios momentos de nuestra vida, pensaremos que lo tenemos todo planeado y calculado, pero la verdad es que eso es imposible. La frase que dice: “La vida es lo que pasa mientras hacemos otros planes” no podría ser más cierta. Debemos relajarnos e intentar aceptar esa sensación viviendo el momento. Para ello, podemos practicar yoga, ejercicios de respiración consciente u otras técnicas. Cuando siento que he llegado a un punto muerto o he perdido el interés en algo, creo listas de agradecimientos para recordar todo lo que tengo. Este sencillo ritual nos ayuda a concentrarnos cada mañana y a encarar el estrés y la emoción con perspectiva. Lo más seguro es que seamos más felices y ese sentimiento nos servirá de motivación para construir nuestra vida a nuestra manera.

El último consejo para algo que aún me supone un problema a diario es que no hay una única forma de afrontar este mundo. Estoy seguro de que nadie la ha descubierto. Hay quien cree haberlo hecho y, en ocasiones, da consejos en un blog internacional (!). Pero lo cierto es que hay que salir ahí fuera y vivir para tener una perspectiva completa. El video incluido al principio de este artículo es un fantástico collage de personas dando consejos a su “yo” más joven. La persona que más me gusta de este video es el anciano que dice al final:

Querido yo de 91 años: no escuches los consejos de los demás. Qué sabrán ellos. Firmado: mi yo de 93 años. Cada uno debe dedicarse a lo suyo. Es mi opinión

.

Y lleva razón. ¡Mucha suerte a todos!

Austin Lawrence Butler obtuvo el diploma del IB en el Henrico High School (EE. UU.).