En nuestra clase de primer año valoramos mucho la importancia de dedicar tiempo al juego, ya que nos ofrece la oportunidad de ver al alumnado tomar la iniciativa en su propio aprendizaje a través de la indagación. Una mañana, ocurrió algo mágico cuando un grupo de alumnos y alumnas encontraron una cáscara de coco fuera del aula. Esto hizo despertar su imaginación, así que decidieron reutilizar la cáscara y convertirla en un barco velero utilizando materiales reciclados de nuestro centro de manualidades. No nos podíamos imaginar que esta creación espontánea serviría de inspiración para una unidad completa centrada en la imaginación y la resolución de problemas.
Un cambio de planes
En un principio, había planeado comenzar una nueva unidad el día siguiente. Sin embargo, cautivada por el proyecto del barco velero de mi alumnado, tomé la decisión de cancelar esos planes y, en su lugar, usar su creación como el estímulo para nuestra unidad. Era la oportunidad perfecta para analizar en profundidad su proceso de pensamiento, sus pasos para el diseño y sus estrategias de resolución de problemas.
Exploración de la imaginación y la creatividad
Nuestra clase reflexionó sobre cómo se les ocurrió la idea del velero y los pasos que siguieron para diseñarlo. Cuando examinábamos el barco, nos dimos cuenta de que el mástil se inclinaba hacia un lado. Este desafío se convirtió en un interesante problema por resolver. Mediante la colaboración y el pensamiento crítico, los alumnos/as hicieron una lluvia de ideas y encontraron soluciones para enderezar el mástil.
Ampliación del aprendizaje en varias asignaturas
La emoción se extendió hasta nuestra clase de alfabetización, en la que el alumnado creó historias imaginativas sobre el velero. Se centraron en el uso del lenguaje descriptivo para dar vida a su escritura. Los resultados fueron excelentes, produjeron algunas de las mejores redacciones de todo el semestre. Dado su entusiasmo, decidimos probar el barco en la piscina del colegio. Este experimento del mundo real permitió al alumnado ver de primera mano cómo las decisiones que tomaron al diseñar el velero afectaban a su funcionalidad. Relacionaron, de forma extraordinaria, esta experiencia con un desafío de codificación de un videojuego que vimos en nuestra clase de Matemáticas y reconocieron las habilidades de resolución de problemas que utilizaron en ambos contextos.
Al incorporar la indagación iniciada por el alumnado durante el tiempo de juego, proporcionamos contextos para la exploración auténticos y significativos. El proyecto del barco velero se convirtió en un catalizador para una unidad completa centrada en la imaginación, la resolución de problemas y la creatividad. Demostró la importancia del juego para fomentar la participación, la colaboración y el aprendizaje profundo en distintas asignaturas. Como profesionales de la educación, debemos aprovechar cualquier oportunidad para descubrir el inmenso potencial que esconde la imaginación de nuestro alumnado y animarle a explorar, indagar y relacionar sus experiencias con el mundo a su alrededor.
Bianca Wagner nació en las Bahamas. Cuenta con un máster en Enseñanza de la Universidad Charles Sturt (Australia) y un título de grado en Artes y Ciencias de la Universidad Quest (Canadá). Su capacitación del Bachillerato Internacional (IB) se centra en la puesta en práctica de la agencia en el Programa de la Escuela Primaria (PEP). Actualmente, es maestra de primer año en el Lyford Cay International School en su ciudad natal y también ha vivido y trabajado en Estados Unidos, Canadá y España.
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