El 85 % de los alumnos del Robinson Secondary School cursan al menos una asignatura del Programa del Diploma, pero no siempre ha sido así. Los coordinadores y los profesores que lo hacen posible creen en sus alumnos y en la filosofía del IB, y se esfuerzan para respaldar ambos aspectos. El Robinson Secondary School se encuentra en Fairfax, Virginia (Estados Unidos), y el espíritu internacional se refleja de dos maneras en este colegio de educación secundaria. Por un lado, los padres pueden leer la información sobre el sistema escolar en siete lenguas además del inglés. Estas lenguas van desde el español al vietnamita, chino, coreano, farsi, árabe y urdu. Por el otro lado, en el colegio se imparte con mucho éxito el Programa del Diploma (PD) del Bachillerato Internacional. Basta con ver las impresionantes cifras del programa: el grupo de último año (13.º) cuenta con 160 alumnos, y en el 12.º año hay 182 alumnos. En los últimos exámenes del PD se matricularon 800 alumnos aproximadamente. “El 85 % del alumnado cursa por lo menos una asignatura del programa del IB”, explica Holly Cho, una de las dos coordinadoras del PD del colegio. Las cosas no siempre han sido así. Wendy Vu, la otra coordinadora del programa, empezó a trabajar en el Robinson Secondary School en 1998, el año en el que empezó a impartirse el programa. Por aquel entonces, el primer grupo tenía 28 alumnos Pasar de un par de docenas a cientos de alumnos en el PD no es casualidad: “Creemos que las cifras de nuestro colegio han aumentado porque los alumnos ven a sus hermanos mayores avanzar hacia la universidad mucho mejor preparados que otros alumnos, pero también porque perciben los cursos como retos asequibles”, cuenta Vu. “El reto de la educación del IB conlleva una cultura de accesibilidad y éxito”. Uno de los motivos de la cultura de la accesibilidad es la política de matriculación abierta en el IB del distrito escolar, que significa que las clases incluyen a alumnos con distintos niveles de preparación académica. Los profesores que imparten asignaturas del PD en el Robinson trabajan con la mentalidad de que van a dar una clase del IB y que algunos alumnos están preparados para un trabajo exigente, pero otros aún no, añade Cho, quien también cuenta que “el éxito no necesariamente representa un 7, o un 6 o un 5 para todos los alumnos. Aquellos alumnos que estén nerviosos por la clase no se sentirán fuera de lugar, sino que sentirán que pueden lograrlo”. Un grupo de 40 profesores actúan como mentores de los alumnos del PD, para ayudarles a sentir que pueden superar el programa con éxito. “Se ha desarrollado una especie de grupo de investigación”, cuenta Vu. En este grupo, el profesor actúa como mentor de varios alumnos que comparten sus investigaciones y discuten sus ideas. Según la coordinadora, los alumnos no redactan los mismos trabajos porque todos tienen su propia visión del tema. El colegio paga a los profesores por ejercer de mentores. “No es suficiente, pero es un gesto bonito que reconoce que son profesionales”, cuenta Cho. Además, los profesores ofrecen un apoyo menos formal a los alumnos del PD. Vu explica que “varios profesores se fijan el objetivo de que todos los alumnos superen el programa. Trabajan individualmente con los alumnos para ayudarles a mejorar sus trabajos. Así, los alumnos ven que sus profesores valoran lo que hacen”.
Tenemos una actitud de logro que se contagia.— Holly Cho, coordinadora del Programa del Diploma, Robinson Secondary School
Estas evaluaciones que ofrecen a los alumnos una segunda oportunidad forman parte de la política escolar en el colegio Robinson; los profesores ofrecen comentarios y los alumnos modifican la redacción de sus trabajos: “El objetivo final es que los alumnos aprendan que no se les castiga por lo que no entienden. Recompensamos el proceso intelectual. De esa manera podemos alentar a los chicos y chicas que quizás no estén en su máximo nivel al principio del año”, explica Vu. Los profesores también pueden ayudar a sus alumnos del PD y aumentar su participación en el PD de otro modo: convirtiéndose en examinadores del IB. Cho destaca que la cifra de profesores del colegio que se han convertido en examinadores del IB ha aumentado, y eso ha provocado que su manera de enseñar refleje cada vez mejor las prácticas docentes y las expectativas del IB. Ambas coordinadoras coinciden en que a los profesores también se les deben ofrecer información y estímulos. Cho continúa: “Además de coordinadoras, somos profesoras [Wendy Vu enseña Inglés y Holly Cho, Ciencias]. Podemos entender sus frustraciones. Tenemos una actitud de logro que se contagia”. Las coordinadoras también ayudan a los profesores a familiarizarse con la filosofía de enseñanza y aprendizaje del IB. Vu recuerda que en la ceremonia de entrega de diplomas del PD más reciente, el pasado diciembre, algunos de los exalumnos del PD de la promoción anterior hablaron sobre cuál fue su reacción cuando en su primer año de universidad tuvieron que redactar un trabajo de 4.000 palabras. Los exalumnos contaron que se sintieron seguros al afrontar el trabajo, pero notaron que a muchos otros alumnos en el aula obviamente les intimidaba. Según Vu, “el IB es una versión de práctica de la universidad. Cuando llegan allí, no hay sorpresas. Saben cómo hacerlo”.
El IB es una versión de práctica de la universidad.—Wendy Vu, coordinadora del Programa del Diploma, Robinson Secondary School