La revista IB World investiga qué medidas se toman para garantizar que todos los alumnos tengan igualdad de acceso a la universidad
Cuando el escándalo de los sobornos en los procesos de admisión apareció en la prensa estadunidense este año, la imparcialidad de todo el sistema quedó en entredicho. Se acusó a varias personas de pagar para influir en las decisiones de los responsables de admisión universitaria.
El alumnado de algunas de las universidades e instituciones de educación superior más selectivas de EE. UU. sigue sin reflejar la diversidad social. En 38 universidades estadounidenses, cinco de ellas pertenecientes a la Ivy League, hay más alumnos procedentes del 1 % de las familias con más ingresos que del 60 % de las familias con menos ingresos. Estos datos se han extraído de un estudio realizado por el proyecto de igualdad de oportunidades de la Universidad de Harvard.
Los alumnos de familias privilegiadas tienen ventaja a la hora de solicitar acceso a las universidades más selectivas. Pueden permitirse tutores privados y orientadores a fin de prepararse para las entrevistas. Además, existe la admisión por herencia, una ventaja con la que cuentan los alumnos cuyos padres también han estudiado en la universidad en cuestión. Las universidades estadounidenses han reconocido la necesidad de implementar medidas para fomentar una representación social más diversa en el alumnado.
En 2015 se creó la Coalition for College con el objetivo de mejorar el proceso de solicitud de admisión universitaria, en particular para los alumnos procedentes de los grupos tradicionalmente menos representados. Esta organización proporciona a los alumnos recursos y herramientas de planificación universitaria en línea gratuitos, y desde su creación se han adherido a ella más de 140 instituciones.
“Creemos que todos los alumnos deben tener las mismas oportunidades de acceder a información sobre el proceso de solicitud de admisión universitaria”, señala Annie Reznik, directora ejecutiva de la Coalition for College. “Las universidades están trabajando para eliminar las barreras administrativas y facilitar el proceso de solicitud para todos los alumnos, incluidos los procedentes de familias con bajos ingresos y cuyos padres no fueron a la universidad”.
La Universidad Rutgers–New Brunswick de Nueva Jersey (EE. UU.) es miembro de la Coalition for College y una de las instituciones estadounidenses más diversas: casi una tercera parte de cada promoción está compuesta por alumnos que conforman la primera generación de universitarios de su familia y una tercera parte cumple los requisitos para obtener una beca Pell (un programa federal que ofrece una fuente de financiación a los alumnos).
“Nuestra labor de ampliación de la diversidad y el acceso abarca desde la planificación de programas de incorporación para alumnos de bajos ingresos con opción a recibir financiación del fondo de oportunidades educativas específico de Nueva Jersey, hasta la organización de decenas de visitas al campus para alumnos de secundaria con pocos recursos cada año”, explica Courtney McAnuff, vicerrector de administración de matrículas de la Universidad Rutgers–New Brunswick.
La universidad también cuenta con el programa Rutgers Future Scholars, que ayuda a los alumnos de primer ciclo de secundaria (séptimo curso) durante toda su trayectoria educativa y, sin son admitidos en Rutgers, los exime del pago de las matrículas. McAnuff afirma que esta iniciativa ha tenido resultados notables y que la universidad ha cumplido su objetivo de contar con graduados procedentes de contextos socioeconómicos muy diversos.
“Esta es la prueba de que la puntuación en un examen no representa la historia completa de lo que un alumno es capaz de hacer”. McAnuff cree que, en muchos casos, el contexto en el que viven los alumnos sirve para conocer lo que ya se han esforzado y han logrado.
La perspectiva de un graduado
Markus Reneau, graduado de Yale y exalumno del Programa del Diploma (PD) del International High School of New Orleans, Luisiana (EE. UU.), cree que las universidades deben ampliar su red a la hora de buscar solicitantes. “Hay alumnos brillantes de todos los contextos socioeconómicos, y en los colegios de los que nunca han salido futuros universitarios se pueden encontrar talentos ocultos”, afirma.
A su juicio, la educación del IB lo ayudó a acceder a Yale y obtener buenos resultados. “Me reconfortó saber que el PD actuó como un verdadero nivelador y me brindó la agilidad y la resistencia mental necesarias para adaptarme a los desafíos académicos que afronté en Yale”.
Markus fue el primer alumno de su colegio autónomo con financiación pública [charter], que solo llevaba tres años abierto, en solicitar su admisión en Yale. Y lo hizo, pese a que Yale no invitó a su colegio a la visita regional de admisiones de Nueva Orleans. De hecho, se enteró de la visita porque uno de los miembros de la junta directiva de su colegio también era asesor escolar en un colegio privado local que organizaba la visita.
Según Markus, al sistema de admisiones le falta transparencia. “En las conversaciones entre los asesores de admisiones, los asesores universitarios de los colegios, los alumnos y los padres se utiliza a menudo una jerga confusa y hay ambigüedad”. Y si los padres no han ido a la universidad, el proceso es más complejo todavía.
“Las universidades podrían crear guías traducidas, videos de ayuda o incluso páginas web de preguntas y respuestas para las personas que están interesadas en la institución, pero andan perdidas”, sugiere.
Markus se ha propuesto ayudar a otros alumnos a tener las mismas oportunidades que él tuvo. Ha trabajado como docente investigador en Breakthrough New Orleans, un programa que anima a los alumnos a solicitar su admisión en las universidades e instituciones más selectivas, y les enseña el proceso que deben seguir. Él mismo participó en ese programa: “En Breakthrough me vi por primera vez en la universidad, ya que tuve la oportunidad de pasar tiempo y entablar una relación con un alumno universitario que se parecía mucho a mí y procedía del mismo lugar”.
Ayuda financiera
Es fundamental llegar a alumnos de contextos socioeconómicos diversos. Muchos alumnos brillantes procedentes de familias con bajos ingresos no se consideran capaces de llegar a algunas de las universidades o instituciones más selectivas, ni de pagar los gastos que ello supone.
Un estudio realizado recientemente por Susan Dynarski, profesora de políticas públicas, educación y economía de la Universidad de Michigan, reveló que los alumnos brillantes de familias con bajos ingresos que recibían una oferta personalizada para estudiar de forma gratuita tenían más del doble de posibilidades de solicitar su ingreso, ser admitidos y matricularse en la universidad.
Markus cree que las universidades deben tomar la iniciativa con paquetes de ayuda financiera para promover la diversidad en su alumnado. “Lo primero que piensan siempre los alumnos procedentes de familias con pocos recursos es en la financiación de su educación”, señala.
“Yo siempre tuve la impresión de que estudiar en una universidad de la Ivy League estaba fuera de mi alcance. Sin embargo, gracias a las generosas ayudas que recibí, pude graduarme sin deudas”.
Intervención temprana
Las mejores universidades del Reino Unido, como Oxford y Cambridge, también han recibido críticas por la falta de diversidad de su alumnado. Como respuesta, la Universidad de Oxford ha anunciado recientemente su programa Foundation, diseñado para incrementar la proporción de alumnos aceptados procedentes de contextos desfavorecidos y poco representados.
El programa ofrecerá a este tipo de alumnos con gran potencial académico un curso preuniversitario gratuito de un año con requisitos de acceso posteriores dependientes del contexto.
Harry Hortyn, fundador de la organización benéfica Universify, señala: “Parece bastante obvio que un alumno que estudie en un colegio con excelentes profesores y clases más reducidas tenga ciertas ventajas a la hora de obtener mejores calificaciones. Tenemos que ir más allá de estas ventajas si queremos descubrir el verdadero potencial académico de un alumno”. Universify, que colabora con la Universidad de Oxford, se dedica a ampliar el acceso a las universidades más selectivas.
“El reciente anuncio del objetivo de Oxford de lograr que el 25 por ciento de su alumnado proceda de las áreas más desfavorecidas demuestra un verdadero compromiso con un sistema de admisión más justo. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer, pues para lograr que la sociedad esté verdaderamente representada, debemos apuntar a un 40 por ciento”, concluye.
Hortyn cree que la intervención temprana es fundamental. “Las universidades necesitan apoyo específico para ayudar a los alumnos más desfavorecidos a superar tres barreras clave: la realización, la aspiración y la integración en el contexto universitario. Con demasiada frecuencia, las intervenciones comienzan en los últimos años de secundaria (entre los 16 y los 17 años), cuando ya es demasiado tarde para modificar significativamente la trayectoria educativa de los jóvenes”.
Las universidades más selectivas de todo el mundo están bajo la presión de abordar la desigualdad social en la educación superior. Sin embargo, ¿se producirá un cambio positivo? Es posible, pero es imprescindible que colegios y universidades trabajen conjuntamente para garantizar que todos los alumnos, con independencia de su contexto socioeconómico, sientan que pueden aspirar a ocupar un lugar en una de las mejores universidades, y conseguirlo.