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Arroz para salvar el cielo: el proceso de investigación de un alumno

Tanat (Johnny) Tungsubutra, un estudiante del Bachillerato Internacional (IB) que está cursando el Programa del Diploma (PD) en el Bangkok Patana School, nos contó esta historia inspiradora. El recorrido de Johnny comenzó con la investigación específica que llevó a cabo sobre el impacto del cambio climático en las comunidades rurales de Tailandia. Como parte de su experiencia de Creatividad, Actividad y Servicio (CAS), tuvo la oportunidad de visitar la Fundación para la Protección del Medio Ambiente de los Habitantes de Suphan Buri, una organización conocida por su labor de promoción de causas ambientales. Esta vivencia le permitió ahondar más en su investigación.

En este artículo, Johnny explica en detalle las interesantes posibilidades que ofrecen los campos de arroz, y cómo el uso de técnicas especiales en su cultivo puede aportar beneficios para el medio ambiente. Desde preparar plántulas en bandejas especiales hasta incorporar técnicas de lanzamiento para la etapa de plantación, la experiencia de inmersión que Johnny vivió en la fundación le permitió observar el potencial de los campos de arroz y la creatividad en la agricultura y la preservación ambiental.

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Mi historia empezó el verano pasado, cuando comencé a investigar el efecto de los cambios ambientales en las comunidades rurales de Tailandia. Tras ponerme en contacto con la Fundación para la Protección del Medio Ambiente de los Habitantes de Suphan Buri, la Sra. Peerada Patitus (Khun Add) —fundadora de la organización y firme defensora de las causas ambientales— tuvo la amabilidad de invitarme a conocer su trabajo de primera mano.

Salimos de Bangkok una mañana fresca de domingo y llegamos a Suphan Buri en menos de dos horas. Khun Add nos mostró con entusiasmo la fundación, y nos explicó su misión y los distintos proyectos en los que colaboran. Las instalaciones incluían un espacio para convertir el plástico en gasolina mediante un proceso innovador denominado pirólisis que regula las emisiones de monóxido de carbono minimizando la cantidad de oxígeno empleada. Me llamaron especialmente la atención los enormes tanques de fermentación en los que se cultivan microorganismos para el tratamiento biológico de aguas residuales. Khun Add también produce biofertilizantes comerciales utilizando residuos orgánicos recogidos en mercados de productos frescos de todo el distrito.

Suena como una tonelada de residuos malolientes, ¿verdad? Sin embargo, las instalaciones estaban impecables y el aire era absolutamente fresco, lo cual hacía difícil imaginar el cielo lleno de la característica niebla tóxica de Bangkok alzándose sobre el horizonte.

Durante la reunión, Khun Add habló de un proyecto agrícola que se encuentra en curso y me cautivó inmediatamente. En las regiones agrícolas de Tailandia, el cultivo de arroz es el que más tierra ocupa de todos los cultivos. Después de la cosecha, los agricultores suelen quemar la paja de arroz para limpiar el terreno, una práctica que aumenta considerablemente los niveles de partículas finas (PM 2,5), que son cada vez mayores y ya se sitúan entre los más elevados del mundo. A lo largo de varias generaciones, mis ancestros se dedicaron al cultivo de arroz, y por fin tuve la oportunidad de volver a conectarme —literalmente— con mis raíces.

A fin de presentar una alternativa sostenible a la quema de cultivos, y con la orientación y el apoyo de Khun Add, durante el año pasado nos dedicamos a desarrollar un proyecto piloto de cultivo de arroz en Suphan Buri. La iniciativa está orientada a promover la agricultura sostenible y generar oportunidades económicas para los agricultores locales reemplazando la quema de cultivos por microorganismos que descompongan la paja de arroz para convertirla en fertilizantes orgánicos. Nos interesaba proponer una transición sostenible, sin fertilizantes químicos, que no solo son costosos, sino que, además, degradan la calidad del suelo y de los cultivos.

Con la ayuda de Khun Add, encontramos una parcela adecuada para el proyecto piloto, con una superficie de aproximadamente cuatro rais (6.400 m2). A finales de 2022, las inundaciones no estacionales plantearon una serie de dificultades que nos obligaron a modificar diametralmente nuestro enfoque. Nuestra estrategia original se basaba en utilizar un microorganismo llamado rhodosac para la descomposición de la paja de arroz. No obstante, tras varias semanas bajo el agua de los campos inundados, la paja ya se había descompuesto por el proceso natural.

Nuestro sistema agrícola sin sustancias químicas ni pesticidas enfrentó otro reto: los cultivos se vieron amenazados por un hongo denominado mildiú velloso, malezas, caracoles manzana y chicharras verdes. Sin embargo, quizás por una combinación de buena suerte y la ausencia de pesticidas químicos que alteraran el equilibrio ecológico, el ecosistema se equilibró milagrosamente a medida que otros predadores naturales erradicaban las plagas.

Preparamos las plántulas de arroz utilizando bandejas plásticas con cientos de orificios de 2,5 cm que se habían rellenado con tierra especial sin sustancias químicas, mezclada con carbón vegetal, a la cual se le había agregado manualmente arroz sin moler. Las bandejas con las plántulas se colocaron en lugares donde recibían luz solar, se regaron regularmente y al cabo de 2 semanas teníamos un lote de plántulas de 10 cm de altura listas para el trasplante. Los sistemas radiculares de las plántulas se habían entrelazado en los orificios, de manera que pudimos acelerar el proceso retirando grupos de entre seis y ocho plántulas por vez sin alterar las raíces ni el suelo. En el mejor supuesto, esta técnica permitiría producir plántulas fuertes y reduciría la necesidad de utilizar pesticidas químicos durante la temporada de plantación.

Finalmente, llegó el día señalado para la plantación. Invitamos a colaborar a estudiantes de primaria, docentes y a la comunidad local que desarrollaba actividades agrícolas. Para la plantación, empleamos la “técnica de lanzamiento” y distribuimos las plántulas como pequeñas canicas por todo el campo.

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Transcurridos tres meses, los cultivos habían alcanzado un metro de altura, tenían granos dorados y se encontraban maduros para la cosecha. La cosecha del arroz se mide tradicionalmente en “cubos” por rai: un cubo de arroz equivale a aproximadamente 20 litros de granos sin moler. Aunque habíamos proyectado una cosecha de entre 35 y 40 cubos por rai, superamos las expectativas y obtuvimos aproximadamente 50 cubos por rai. Este alentador inicio nos llenó de optimismo; actualmente, estamos mejorando nuestras técnicas y, en este momento, se encuentra en curso un segundo cultivo. También estamos desarrollando un programa de divulgación para fomentar la participación de los productores de arroz rurales y persuadirlos acerca de los beneficios de adoptar la agricultura sostenible.

Pese al rápido proceso de modernización e industrialización que está atravesando Tailandia, en muchos sentidos, la agricultura sigue siendo la columna vertebral del país. Salvo que se tomen medidas, el cambio climático acelerado que se manifiesta con olas de calor sofocantes, grandes sequías y contaminación atmosférica seguirá agravándose en los próximos años. Así como la agricultura requiere ecosistemas equilibrados para una cosecha saludable, nuestra sociedad necesita un “ecosistema de aprendizaje” para promover prácticas sostenibles. Ante los graves desafíos ambientales a los que nos enfrentamos, debemos recordar el antiguo proverbio chino: “El mejor momento para plantar un árbol fue hace 20 años. El segundo mejor momento es ahora”.

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Tanat (Johnny) Tungsubutra es estudiante del 12.º año en el Bangkok Patana School. Como secretario del Comité Ambiental de Estudiantes, Johnny ha puesto en marcha iniciativas ambientales en todo el colegio; por ejemplo, el Compromiso de Reciclaje de Patana y una política que prohíbe dejar el motor encendido cuando los vehículos están detenidos en las áreas de estacionamiento, a fin de reducir la contaminación atmosférica en el colegio. Fuera del colegio, Johnny trabaja con la Fundación para la Protección del Medio Ambiente de los Habitantes de Suphan Buri, brindando apoyo a un proyecto de producción de arroz que busca desarrollar alternativas sostenibles a la quema de cultivos en las comunidades rurales y agrícolas de Tailandia.

Como reconocimiento por sus esfuerzos, Johnny fue distinguido con el premio Héroe Global del Reciclaje de la Fundación Global para el Reciclaje en 2023. Cuando se gradúe en el Bangkok Patana School en 2024, Johnny tiene planificado aplicar los conocimientos y la experiencia que ha adquirido al promover la sostenibilidad en Tailandia participando en investigaciones universitarias para hallar soluciones innovadoras a retos ambientales globales.