Hace unas semanas, el mundo se reunió para celebrar el mundial de fútbol femenino, lo que demuestra la fuerza de unión del deporte. Al unirnos para apoyar a nuestros países, sumergirnos en las historias de las jugadoras y conectarnos más allá de las fronteras, surgió una oportunidad única para fomentar, defender y promover programas de fútbol para niñas. Estos programas tenían potencial para convertirse en modelos de transformación y visibilizar la urgente necesidad de niñas, personas no binarias y quienes se identifican como niñas de recibir oportunidades justas e igualitarias, tanto dentro como fuera del campo.
Según las estadísticas de la FIFA, pese a que un 72 % de las niñas juegan al fútbol durante la escuela primaria, esta cifra se reduce a un 44 % en la secundaria. Además, las niñas solo tienen el mismo acceso que los niños en clubes de fútbol extraescolares en un 40 % de los colegios de educación secundaria (FIFA, 2020). Obstáculos como una percepción negativa por parte de sus compañeros/as, la escasez de instalaciones y pocas perspectivas de desarrollar sus habilidades son algunos de los aspectos que desalientan a las niñas de participar en actividades deportivas.
Participe en el programa de fútbol para niñas, un proyecto que trasciende barreras geográficas y sienta las bases para un futuro más inclusivo. Al ofrecer a las niñas un entorno seguro y que les brinda apoyo para jugar al fútbol, este programa promueve no solo el bienestar físico, sino también la creación de vínculos sociales, la autoestima, la aptitud para el liderazgo y un profundo sentido de empoderamiento.
Transformar la visión en acción
El éxito del programa de fútbol para niñas no se basa únicamente en sus aspiraciones, sino también en su ejecución pragmática. Un programa así podría tener su origen en una clase de primer año, un grupo de fútbol creado por las familias que juegue los viernes, actividades extraescolares o un equipo escolar. Para garantizar su eficacia, entran en juego diversas estrategias fundamentales:
Entornos inclusivos
El programa ofrece espacios seguros e inclusivos donde las niñas se sienten aceptadas y valoradas. Generar un entorno en el que no se juzgue a nadie anima a las niñas a aceptar el deporte, desarrollar seguridad y establecer vínculos sociales.
Desarrollo de habilidades
Se ofrecen sesiones de entrenamiento y oportunidades para practicar con regularidad, a fin de ayudar a las niñas a perfeccionar sus habilidades futbolísticas. El entrenamiento y la orientación por parte de personas expertas aumenta considerablemente su destreza técnica y su comprensión táctica.
Modelos de conducta y liderazgo
Las líderes estudiantiles y sus entrenadoras sirven de modelos de conducta y actúan como mentoras, puesto que ofrecen ejemplos continuamente del potencial que las niñas tienen por delante. Como señala Ekholm et al. (2019), las entrenadoras pueden llevar a las niñas de la exclusión y la opresión al empoderamiento y la inclusión. Las mujeres líderes promueven la camaradería, rompen las barreras y cuestionan los estereotipos.
Conciencia y educación
El programa se basa en conversaciones interesantes y actividades comunitarias sobre la igualdad de género y el empoderamiento. Al desarrollar la comprensión de estos conceptos fundamentales, las personas de la comunidad se convierten en defensoras del cambio y el acceso igualitario. Iniciativas como empezar los entrenamientos con afirmaciones positivas, compartir los valores del programa, responder las preguntas de la comunidad durante asambleas o eventos escolares, organizar partidos de celebración con discursos de apertura y compartir publicaciones informativas en redes sociales contribuyen a crear conciencia y educar a la comunidad.
Participación de la comunidad escolar
La colaboración entre docentes, entrenadoras, estudiantes y la comunidad en general es indispensable para el éxito del programa. Esta colaboración podría implicar la obtención de datos mediante encuestas, discusiones individuales o el uso de redes sociales. Incorporar diversos recursos y perspectivas a través de la participación de las partes interesadas ayudará a lograr los objetivos del programa.
Que el mundial de fútbol femenino, un evento que fascina a todo el planeta, sirva de recordatorio de que este escenario mundial supone una oportunidad excelente para promover los programas de fútbol para niñas. La pasión con la que se vive el torneo puede ser un motor de cambio y motivar a colegios de todo el mundo a adoptar iniciativas similares y brindar a las niñas la plataforma que se merecen. Es una ocasión para amplificar nuestra voz colectiva y defender la igualdad de oportunidades en el deporte y más allá.
En esencia, el programa de fútbol para niñas refleja el objetivo de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas número 5: Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas. En un mundo donde la representación de la mujer en puestos de liderazgo sigue estancada, esta iniciativa es una llamada a la acción. Al invertir en las niñas, sentamos las bases para un mundo en el que las jóvenes se convertirán en líderes seguras de sí mismas, capaces de cuestionar estereotipos y generar cambios positivos, tanto dentro como fuera del campo.
Nota de la autora: A lo largo de este artículo, el término “niñas” abarca a todas las personas que se identifican como niñas y como no binarias. Este programa ofrece oportunidades a cualquier persona que desee brindar su apoyo, independientemente de su género. El uso de “niñas” pretende ser inclusivo, reconocer las diversas identidades y fomentar un entorno propicio y unido.
Sydney Kirk, docente de Educación Física y Biología en el UNIS Hanói (Vietnam) es una ferviente defensora de la igualdad de género y el empoderamiento a través del deporte. Cree firmemente que, mediante la unidad, podemos crear un mundo mejor.