Amy Fraser, docente en formación del certificado del IB de la Universidad de Dundee, realizó sus prácticas virtuales en el International School of Como. En esta entrevista reflexiona sobre cómo la enseñanza virtual le permitió mejorar sus habilidades comunicativas y de resolución de problemas.
Nos hemos comunicado con educadores, docentes en formación y colegios para conocer mejor las repercusiones que la pandemia de la COVID-19 (coronavirus) está teniendo en la educación. Encontrará otras perspectivas de esta serie aquí.
¿Cuáles fueron los desafíos del aprendizaje a distancia y de la realización de prácticas en línea?
Amy Fraser: El aprendizaje a distancia ha presentado desafíos que han sido muy útiles para mejorar mi práctica docente. Supone nuevos factores que deben considerarse, como la conexión a Internet, audio y video, ya que es necesario que las tres funcionen adecuadamente para que las llamadas sean realmente productivas. Hemos tenido algunos casos de mala conexión a Internet, lo que se ha traducido en una menor calidad de imagen y sonido o que la llamada se desconecte por completo. Esto puede afectar negativamente la calidad y el ritmo de la clase.
Tuve la oportunidad de dirigir una lección en línea para una clase. Esta fue una experiencia novedosa e interesante, ya que nunca había antes impartido una lección a través de Zoom. Esto me permitió salir de mi zona de confort, porque experimenté de primera mano los diferentes tipos de obstáculos técnicos y pedagógicos que pueden presentarse en un entorno de aprendizaje en línea. Me obligó a pensar rápidamente en la forma de solucionarlos, y ello me ha ayudado a desarrollar mis habilidades de resolución de problemas.
Si los alumnos no tienen el acceso a los recursos en su hogar, pueden presentarse obstáculos. Por ejemplo, si no tienen acceso a una impresora no podrán completar las tareas que requieren material impreso. Esto fue fácil de resolver gracias a las aplicaciones de videoconferencia como Zoom, que permiten compartir la pantalla con todos los participantes; como resultado, los profesores pueden mostrar los recursos en la pantalla para que todos los alumnos accedan a ellos.
“Preparar y organizar los recursos es importante en cualquier aula, y tal vez lo sea aún más en un aula virtual”.
Cuando impartí mis primeras lecciones, al principio a los niños les costaba entenderme cuando les explicaba una tarea. Al reflexionar al respecto, me di cuenta de que esto se debía en parte a que trabajar con una clase multilingüe era una experiencia nueva para mí y que estaba hablando demasiado rápido, lo que me obligaba a repetir las cosas a menudo. Logré superar esta dificultad hablando más despacio y con mayor claridad. Observé los gestos con las manos que hacía el profesor y su uso de símbolos, y utilicé estos mismos recursos en mi propia práctica docente para comunicarme de forma más holística y, en última instancia, más eficaz.
Preparar y organizar los recursos es importante en cualquier aula, y tal vez lo sea aún más en un aula virtual. Para garantizar que todos los alumnos tuvieran acceso a su aprendizaje, los recursos relacionados se compartían en línea como parte del horario de clases semanal (o se enviaban en forma de copia impresa a los alumnos que estaban estudiando a distancia, pero no en línea). Como ocurre en cualquier aula, a veces los alumnos necesitan apoyo adicional o, en ocasiones, terminan el trabajo antes que sus compañeros. Las plataformas en línea que permiten compartir la pantalla permiten que los profesores respondan en tiempo real a las necesidades de los alumnos que requieren apoyo adicional o recursos que los estimulen.
¿Qué diferencias espera encontrar entre la enseñanza en el aula durante sus prácticas del IB el próximo año y el sistema de educación virtual que acaba de observar?
Creo que la enseñanza en el aula presencial durante mis prácticas del IB el próximo año será muy diferente a la educación virtual que he observado y en la que he participado. Explicar los resultados clave del aprendizaje a los niños será mucho más fácil en las clases presenciales que en las sesiones virtuales, porque todos estarán en la misma aula. Las dificultades que he enfrentado, como los problemas de calidad de la conexión y del audio, no se repetirán en el aula, ya que los alumnos podrán escuchar las instrucciones del profesor. También será mucho más sencillo realizar las evaluaciones formativas durante las clases, pues todos los alumnos estarán en el aula. En el aprendizaje a distancia, algunos alumnos no siempre están presentes y tal vez completan los trabajos por sí solos, mientras que otros posiblemente reciben ayuda de sus padres. Por lo tanto, a veces el profesor tiene que trabajar más para hacerse una idea precisa del progreso de los alumnos. El hecho de que el profesor esté en persona en el colegio significa que siempre estará disponible para ayudar, apoyar y estimular a los alumnos. A esto se suma que todos los alumnos contarán con los recursos apropiados.
“Recomiendo a los profesores que practiquen el uso de la tecnología todo lo que puedan antes de enseñar, para que estén familiarizados con ella”.
Será interesante ver la exposición del Programa de la Escuela Primaria (PEP) en persona. Durante mi práctica virtual, los alumnos de sexto año hicieron sus exposiciones de forma virtual y tuvieron que tomar en cuenta el formato de sus presentaciones, para asegurarse de que se leyeran con facilidad en una pantalla compartida. Por ejemplo, al hacer la presentación en papel, a veces el público tenía dificultades para leer la información debido a que la calidad de la imagen en pantalla no siempre era la mejor. Sin embargo, si la presentación se hiciera en persona, los pósteres se leerían sin dificultad, y los alumnos tendrían muchas más opciones de formato adecuadas para elegir, además de las que ofrece la tecnología en línea.
Lo que me pareció maravilloso de realizar las exposiciones del PEP a través de Zoom es que esto permitió llegar a un público mucho más numeroso que el que habría sido posible congregar al hacerlas en el colegio. Por ejemplo, otros colegios podían unirse a la videollamada, así como los familiares y amigos que los alumnos tienen repartidos por el mundo. Tras hacer su exposición, fue increíble ver todo el apoyo que los alumnos recibieron de sus familiares y amigos; era evidente el orgullo de estos y cuánto lo apreciaban los alumnos. También me encantó hacer comentarios positivos a todos los alumnos por su excelente trabajo. ¡Era obvio que todos se esforzaron muchísimo!
¿Qué consejo daría a otros futuros educadores a la hora de adaptarse a las diferencias existentes entre la educación virtual y la presencial?
Les diría que es muy importante que siempre sean lo más claros y concisos posible cuando enseñen. Mientras más claros sean al establecer las expectativas y acordar los resultados deseados, menos inconvenientes tendrán y más fluidas serán sus clases.
Por lo que he observado, los profesores son muy buenos utilizando distintos símbolos gestuales que representan diferentes conceptos. Por ejemplo, para representar la acción de “pensar”, el profesor se ponía el dedo en la cabeza. Esto funciona muy bien, así que sugiero a todos los profesores que lo hagan, ya sea en sus clases virtuales o en el aula presencial.
También recomiendo a los profesores que practiquen el uso de la tecnología todo lo que puedan antes de enseñar, para que estén familiarizados con ella Al principio, me daba miedo al hacer muchas cosas con la función de compartir pantalla y al usar las salas virtuales para grupos reducidos, pero a medida que me iba familiarizando con ellas me fui sintiendo más segura.
En términos generales, he disfrutado muchísimo mis prácticas virtuales y ha sido una experiencia fabulosa para mejorar mi confianza en mí misma como profesora.
Amy Fraser está realizando su máster en Educación en la Universidad de Dundee (Escocia).
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