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Cómo la pandemia de la COVID-19 nos ha cambiado como docentes

Varios educadores de la Shahid Mahdavi Education Foundation (Irán) revelan a la revista IB World los efectos positivos que han tenido la enseñanza y el aprendizaje en línea.

Contribución de Fatemeh Kazemzadeh, Nasrin Barootchi y Sarvenaz Tabrizi

La pandemia de la COVID-19 (Coronavirus) llegó a Irán en febrero de 2020. Inmediatamente después, se ordenó el cierre de todos los colegios. No es la primera vez que sucede algo así en el país: se han producido otros cierres repentinos por la contaminación del aire, de modo que los docentes ya contaban con un canal de comunicación en línea para garantizar la continuidad de la enseñanza.

La Shahid Mahdavi Education Foundation de Teherán ya había implantado su propia plataforma en línea y algunas herramientas para facilitar la comunicación entre docentes y alumnos.

“Los docentes ya habían aprendido suficientes habilidades técnicas por su cuenta o con la ayuda del equipo de TI para impartir clases en línea”.

Lo que planteó nuevos retos para el colegio fue la escala y la velocidad del cambio. La transición de un aula convencional a un entorno en línea se produjo de la noche a la mañana, así que a los docentes, alumnos y miembros del equipo directivo no les quedó otra opción que empezar de inmediato.

Los coordinadores iniciaron el proceso de planificación y el equipo de TI prestó a los docentes la ayuda necesaria para empezar a impartir clases en línea.

Apoyo mutuo

No todos los profesores tenían el mismo nivel de experiencia con la enseñanza en línea. Algunos no contaban con ninguna preparación, y solo unos pocos habían impartido algunas clases combinadas con buenos resultados antes del cierre del colegio. Así pues, aquellos que tenían más experiencia con la enseñanza en línea prestaron ayuda a sus compañeros.

Los grupos escolares que se habían creado en una plataforma social como sistema de apoyo para la publicación de anuncios cambiaron de función de la noche a la mañana y se convirtieron en espacios donde los docentes podían compartir sus ideas e intercambiar los recursos en línea que encontraran. Después de unos días dedicados por completo a la resolución de problemas, estos grupos se transformaron en un archivo de preguntas frecuentes sobre la enseñanza en línea. Los profesores contaban más que nunca unos con otros para obtener ayuda.

Por suerte, los docentes ya habían aprendido suficientes habilidades técnicas por su cuenta o con la ayuda del equipo de TI para impartir clases en línea y resolver diferentes problemas. Tuvieron que familiarizarse con aplicaciones como Skype y muchos de ellos intentaron integrar más de una plataforma en sus prácticas docentes. En los casos en que los alumnos no tenían acceso a Internet de alta velocidad, los docentes se ponían en contacto con ellos por teléfono.

Al cabo de dos semanas, casi todos los docentes y alumnos ya habían participado en varias sesiones en línea, y los docentes se sentían más seguros y menos estresados a la hora de impartirlas.

Un mes después

Con el paso del tiempo, los docentes se han acostumbrado a las clases en línea, aunque han surgido nuevos desafíos. Se ha observado que no todos los alumnos son conscientes de que estas clases son oficiales y que, por tanto, la participación es obligatoria. En consecuencia, la dirección del colegio ha aplicado políticas para garantizar que todos los alumnos tengan clara la normativa referente a las clases en línea.

Los docentes han perdido el contacto cara a cara con sus alumnos y a algunos no les resulta nada fácil recibir información sobre el aprendizaje. Por tanto, han tenido que buscar otras maneras de evaluar a los alumnos, principalmente con trabajos escritos y ejercicios enviados por correo electrónico.

“He perdido todo el contacto visual con mis alumnos. Esta interacción me ayudaba a saber si estaban lo suficientemente atentos y si comprendían bien lo que les enseñaba. Ahora utilizo trabajos para evaluar su aprendizaje, lo cual ha resultado ser muy útil”, comenta la profesora Farzaneh Rohani.

En nuestra experiencia, los alumnos tienen que estar más concentrados ahora, y como los evaluamos mediante trabajos individuales, la calidad de sus tareas ha mejorado.

Pero no solo la evaluación ha cambiado en lo que respecta a la forma y la frecuencia. Las planificaciones de clase y el diseño de las actividades han tenido que adaptarse a las limitaciones y posibilidades de las clases en línea. Uno de los problemas más habituales es que no es fácil impartir clases interactivas y se corre el riesgo de que solo el profesor hable y los alumnos adopten una actitud pasiva.

Los docentes han tenido que usar su creatividad para preparar clases en línea en las que tenga lugar un aprendizaje activo. Han elaborado contenidos más interesantes y diversos, como gráficos, diapositivas, videos y otros recursos que pueden compartirse en línea. “Los docentes debemos utilizar cuestionarios, preguntas de discusión y actividades dinámicas que estimulen comportamientos propios de una clase real, como la comunicación interactiva, para fomentar una conversación dinámica y un aprendizaje activo”, señala la profesora Fatemeh Behnamnia.

Un aspecto llamativo es que, a diferencia de lo que ocurría con las clases convencionales, la comunicación entre docentes y alumnos ya no se limita al horario lectivo. El aumento de la interacción por correo electrónico, mensajes de WhatsApp y otros medios ha hecho que algunos alumnos que no destacaban en las clases convencionales ahora lo hagan. Así, los docentes pueden formarse una idea más real de las capacidades de sus alumnos.

Al respecto, un docente afirmó lo siguiente: “Procuro impartir clases con regularidad e interactuar con mis alumnos a diario. Les he pedido que también se comuniquen entre ellos. Cuanto más integrados se sientan en la experiencia en línea, mejor será su desempeño”.

Después de la COVID-19

Mientras esperamos a ver lo que nos depara el futuro, la pregunta que ronda la mente de los educadores es cómo afectará esta experiencia a la educación a partir de ahora. El cierre de los colegios ha obligado a educadores, padres y alumnos a pensar de forma crítica, resolver problemas, usar la creatividad, comunicarse, colaborar y ser ágiles.

“Podríamos decir sin miedo a equivocarnos que la experiencia ha sido positiva”.

Es posible que la enseñanza en línea haya llegado para quedarse. Así lo sostiene la profesora Elaheh Navab: “Creo que en el futuro nuestros métodos de enseñanza integrarán más elementos en línea. Espero que el aprendizaje en línea ayude a nuestros alumnos a adoptar una actitud más indagadora”.

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